viernes, 27 de julio de 2012

QUIETUD

Mira un árbol, una flor, una planta. Deja que tu conciencia descanse en ellos. ¡Qué quietud manifiestan, qué profundamente enraizados están en el Ser! Permite que la naturaleza te enseñe la quietud. 

Cuando miras un árbol y percibes su quietud, tú mismo te aquietas. Conectas con él a un nivel muy profundo. Te sientes unido a cualquier cosa que percibes en y a través de la quietud. Sentir tu unidad de tí mismo con todas las cosas es verdadero amor. 

El silencio ayuda, pero no es necesario para hallar la quietud. Aunque haya ruido, puedes sintonizar con la quietud subyacente, el espacio en el surge el ruido. Ese es el espacio interno de pura conciencia, la conciencia misma. 

Puedes darte cuenta de que la conciencia es el trasfondo de todas tus percepciones sensoriales, de toda tu actividad mental. Siendo consciente de la conciencia surge la quietud interna. 

Cualquier ruido molesto puede ser tan útil como el silencio. ¿Cómo? Abandonando tu resistencia interna al ruido y permitiendo que sea como es; esa aceptación también te lleva al reino de paz interna que es quietud. 

Cuando aceptas profundamente este momento tal como es —tome la forma que tome—, estás sereno, estás en paz. 

Presta atención a la pausa: la pausa entre dos pensamientos, al breve y silencioso espacio entre las palabras de una conversación, entre las notas de un piano o de una flauta, o al breve descanso entre la inspiración y la espiración. 

Cuando prestas atención a esas pausas, la conciencia de «algo» se convierte simplemente en conciencia Surge de dentro de ti la dimensión informe de pura conciencia y reemplaza la identificación con la forma. 

La verdadera inteligencia actúa silenciosamente. Es en la quietud donde encontramos la creatividad y la solución a los problemas.

ECKHART TOLLE
El Silencio Habla