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miércoles, 13 de septiembre de 2017

¿EL BUDISMO ES UNA RELIGIÓN? ¿BUDA ERA UN DIOS?







P: ¿Cuál es la esencia del budismo? ¿Es una religión? ¿El Buda era un Dios?





Thich Nhat Hanh


R: El Buda siempre nos recuerda que es un ser humano, no un Dios. Es un maestro. Nos dejó muchas enseñanzas que impartió a sus discípulos. Se llaman sutras. Esta mañana les he ofrecido la práctica de la meditación consciente. Viene del sutra denominado Discurso sobre la respiración consciente. En este texto nos propone dieciséis ejercicios de respiración consciente para enfrentar a las dificultades de nuestra vida cotidiana, cultivar la sabiduría, la compasión, etc. Hay otras enseñanzas sobre la práctica de la consciencia plena que conducen a la transformación y la sanación. No son oraciones; son textos que enseñan a aceptar el sufrimiento y las dificultades de la vida cotidiana.





Al principio, el budismo no era una religión; era un modo de vida. Los sutras son las enseñanzas del Buda acerca de cómo transformar el sufrimiento y cultivar la alegría y la compasión. Como monjes budistas, aprendemos mucho de estos sutras y aprendemos a explicarlos a la gente de forma que sepan exactamente cómo practicar estas enseñanzas.





En la tradición budista, honramos los tres tesoros. El primer tesoro es el Buda, quien halló un camino de entendimiento, amor, transformación y sanación. El segundo tesoro es el Dharma, el camino de la transformación y la sanación, ofrecido por el Buda en forma de discursos, enseñanzas y prácticas. El tercer tesoro es la comunidad de practicantes, la sangha, los hombres y mujeres que han formado una comunidad y siguen el camino de la meditación y la práctica consciente.





Sangha significa «comunidad». Todos los miembros de la comunidad practican la respiración consciente, el caminar consciente, y generan compasión y entendimiento. Practicamos el tomar refugio en la sangha porque una verdadera sangha es una comunidad donde existe una práctica verdadera, consciencia, entendimiento, y compasión verdaderos. Una verdadera sangha es portadora del verdadero Dharma y del verdadero Buda. Por tanto, cuando se acercan a una Sangha verdadera, se acercan al Buda y al Dharma.





Con una sangha, tienen la posibilidad de alcanzar el éxito, porque la sangha contribuye a protegerlos y a respaldarlos en su práctica. Sin una sangha es posible que abandonen su práctica al cabo de unos meses. Tenemos un dicho de que cuando un tigre baja de la montaña al llano será capturado y matado por los humanos. El practicante debe permanecer con su sangha o puede que abandone la práctica al cabo de unos meses. El respaldo y la orientación que da una sangha son muy importantes.





Incluso aquí pueden establecer una sangha de cuatro o cinco personas que practiquen a diario caminando, respirando, comiendo y trabajando conscientemente. Una sangha puede dar el apoyo que haga falta. Una sangha puede estar formada por laicos y monjes, pero dondequiera que halla por lo menos cuatro personas que practiquen juntos la consciencia plena hay una sangha. Es muy importante tomar refugio en una sangha, si la sangha practica de verdad, contiene al Buda y al Dharma.









Extracto del libro:


Sea libre donde esté


Thich Nhat Hanh


Fotografía tomada de internet





¿EL BUDISMO ES UNA RELIGIÓN? ¿BUDA ERA UN DIOS?


P: ¿Cuál es la esencia del budismo? ¿Es una religión? ¿El Buda era un Dios?

Thich Nhat Hanh
R: El Buda siempre nos recuerda que es un ser humano, no un Dios. Es un maestro. Nos dejó muchas enseñanzas que impartió a sus discípulos. Se llaman sutras. Esta mañana les he ofrecido la práctica de la meditación consciente. Viene del sutra denominado Discurso sobre la respiración consciente. En este texto nos propone dieciséis ejercicios de respiración consciente para enfrentar a las dificultades de nuestra vida cotidiana, cultivar la sabiduría, la compasión, etc. Hay otras enseñanzas sobre la práctica de la consciencia plena que conducen a la transformación y la sanación. No son oraciones; son textos que enseñan a aceptar el sufrimiento y las dificultades de la vida cotidiana.

Al principio, el budismo no era una religión; era un modo de vida. Los sutras son las enseñanzas del Buda acerca de cómo transformar el sufrimiento y cultivar la alegría y la compasión. Como monjes budistas, aprendemos mucho de estos sutras y aprendemos a explicarlos a la gente de forma que sepan exactamente cómo practicar estas enseñanzas.

En la tradición budista, honramos los tres tesoros. El primer tesoro es el Buda, quien halló un camino de entendimiento, amor, transformación y sanación. El segundo tesoro es el Dharma, el camino de la transformación y la sanación, ofrecido por el Buda en forma de discursos, enseñanzas y prácticas. El tercer tesoro es la comunidad de practicantes, la sangha, los hombres y mujeres que han formado una comunidad y siguen el camino de la meditación y la práctica consciente.

Sangha significa «comunidad». Todos los miembros de la comunidad practican la respiración consciente, el caminar consciente, y generan compasión y entendimiento. Practicamos el tomar refugio en la sangha porque una verdadera sangha es una comunidad donde existe una práctica verdadera, consciencia, entendimiento, y compasión verdaderos. Una verdadera sangha es portadora del verdadero Dharma y del verdadero Buda. Por tanto, cuando se acercan a una Sangha verdadera, se acercan al Buda y al Dharma.

Con una sangha, tienen la posibilidad de alcanzar el éxito, porque la sangha contribuye a protegerlos y a respaldarlos en su práctica. Sin una sangha es posible que abandonen su práctica al cabo de unos meses. Tenemos un dicho de que cuando un tigre baja de la montaña al llano será capturado y matado por los humanos. El practicante debe permanecer con su sangha o puede que abandone la práctica al cabo de unos meses. El respaldo y la orientación que da una sangha son muy importantes.

Incluso aquí pueden establecer una sangha de cuatro o cinco personas que practiquen a diario caminando, respirando, comiendo y trabajando conscientemente. Una sangha puede dar el apoyo que haga falta. Una sangha puede estar formada por laicos y monjes, pero dondequiera que halla por lo menos cuatro personas que practiquen juntos la consciencia plena hay una sangha. Es muy importante tomar refugio en una sangha, si la sangha practica de verdad, contiene al Buda y al Dharma.


Extracto del libro:
Sea libre donde esté
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

lunes, 28 de agosto de 2017

LA CAPACIDAD DE PERDONAR







¿Podría decirnos algo sobre la capacidad de perdonar?





R: La capacidad de perdonar es fruto del entendimiento. A veces, incluso cuando queremos perdonar a alguien, no somos capaces de hacerlo. La buena voluntad necesaria para perdonar puede estar presente, pero la amargura y el sufrimiento siguen también estando presentes. Para mi el perdón es resultado de la práctica de observar profundamente y comprender.





En la oficina que teníamos en París en los años setenta y ochenta una mañana recibimos una muy mala noticia. Había llegado una carta en que nos decían que una niña de once años que viajaba en un barco procedente de Vietnam había sido violada por un pirata del mar. Cuando su padre intentó intervenir lo arrojaron al mar. La niña saltó al mar también, y se ahogó. Yo estaba enojado. Como seres humanos, tenemos derecho a enojarse; pero como practicantes, no tenemos derecho a cesar de practicar.





No fui capaz de desayunar; la noticia era demasiado para mí. Medité caminando en un bosque cercano. Intenté ponerme en contacto con los árboles, los pájaros y el cielo azul, para calmarme, y luego me senté y medité. La meditación duró mucho rato.





Mientras meditaba me vi nacer en la zona costera de Tailandia. Mi padre era un pescador pobre; mi madre era una mujer inculta. La pobreza me rodeaba por todas partes. A los catorce años tuve que ponerme a trabajar con mi padre en el barco para ganar nuestro sustento; este trabajo era muy duro. Cuando mi padre murió, tuve que hacerme cargo de su actividad yo solo para sostener a mi familia.





Un pescador que conocía me dijo que muchos refugiados del mar que salían de Vietnam solían llevar consigo sus posesiones muy valiosas, como oro y alhajas. Me dijo que si interceptábamos uno solo de estos barcos y nos quedábamos con una parte del oro, seríamos ricos. Como era un pescador pobre e inculto, su propuesta me tentó. Y un día decidí irme con él y robar a los refugiados del mar. Cuando vi como el pescador violaba a una de las mujeres que viajaban en el barco, sentí la tentación de hacer lo mismo. Miré a mi alrededor y cuando me di cuenta de que nada me podía detener —no había policías y no corría ningún riesgo— me dije a mí mismo: «Lo puedo hacer, una sola vez». Fue así como me convertí en pirata del mar que viola a una niña pequeña.





Ahora imagínense que van en el barco y que llevan un arma de fuego. Si me disparan y me matan, su acto no me ayudará. Nadie me ha ayudado en toda mi vida y nadie ayudó a mis padres en toda su vida. De niño, me criaron sin educación. Yo jugaba con niños delincuentes y ya de mayor me convertí en pescador pobre. Ningún político o educador me ayudó jamás. Y porque nadie me ayudó, me convertí en pirata del mar. Si disparas contra mí, me matarás.





Esa noche medité sobre esto. Una vez más, me vi como joven pescador que se convierte en pirata del mar. También vi como cientos de bebés nacían esa noche en las costas de Tailandia. Me di cuenta de que si nadie ayudara a esos bebés a crecer con educación y posibilidades de llevar una vida decente, en veinte años algunos de esos bebés serían piratas del mar. Empecé a entender que si yo hubiese nacido niño en esa aldea de pescadores, también yo me hubiese convertido en pirata del mar. Cuando comprendí esto, mi enojo con los piratas se disipó.





En vez de enojarme con el pescador, sentí compasión por él. Prometí que si algo pudiera hacer para ayudar a los bebés que habían nacido esa noche en las costas de Tailandia, lo haría. La energía llamada enojo se transformó en la energía de la compasión por medio de la meditación. La capacidad de perdonar, y el entendimiento, son frutos de la práctica de observar profundamente, yo la llamo meditar.









Extracto del libro:


Sea libre donde esté


Thich Nhat Hanh


Fotografía tomada de internet


LA CAPACIDAD DE PERDONAR


¿Podría decirnos algo sobre la capacidad de perdonar?

R: La capacidad de perdonar es fruto del entendimiento. A veces, incluso cuando queremos perdonar a alguien, no somos capaces de hacerlo. La buena voluntad necesaria para perdonar puede estar presente, pero la amargura y el sufrimiento siguen también estando presentes. Para mi el perdón es resultado de la práctica de observar profundamente y comprender.

En la oficina que teníamos en París en los años setenta y ochenta una mañana recibimos una muy mala noticia. Había llegado una carta en que nos decían que una niña de once años que viajaba en un barco procedente de Vietnam había sido violada por un pirata del mar. Cuando su padre intentó intervenir lo arrojaron al mar. La niña saltó al mar también, y se ahogó. Yo estaba enojado. Como seres humanos, tenemos derecho a enojarse; pero como practicantes, no tenemos derecho a cesar de practicar.

No fui capaz de desayunar; la noticia era demasiado para mí. Medité caminando en un bosque cercano. Intenté ponerme en contacto con los árboles, los pájaros y el cielo azul, para calmarme, y luego me senté y medité. La meditación duró mucho rato.

Mientras meditaba me vi nacer en la zona costera de Tailandia. Mi padre era un pescador pobre; mi madre era una mujer inculta. La pobreza me rodeaba por todas partes. A los catorce años tuve que ponerme a trabajar con mi padre en el barco para ganar nuestro sustento; este trabajo era muy duro. Cuando mi padre murió, tuve que hacerme cargo de su actividad yo solo para sostener a mi familia.

Un pescador que conocía me dijo que muchos refugiados del mar que salían de Vietnam solían llevar consigo sus posesiones muy valiosas, como oro y alhajas. Me dijo que si interceptábamos uno solo de estos barcos y nos quedábamos con una parte del oro, seríamos ricos. Como era un pescador pobre e inculto, su propuesta me tentó. Y un día decidí irme con él y robar a los refugiados del mar. Cuando vi como el pescador violaba a una de las mujeres que viajaban en el barco, sentí la tentación de hacer lo mismo. Miré a mi alrededor y cuando me di cuenta de que nada me podía detener —no había policías y no corría ningún riesgo— me dije a mí mismo: «Lo puedo hacer, una sola vez». Fue así como me convertí en pirata del mar que viola a una niña pequeña.

Ahora imagínense que van en el barco y que llevan un arma de fuego. Si me disparan y me matan, su acto no me ayudará. Nadie me ha ayudado en toda mi vida y nadie ayudó a mis padres en toda su vida. De niño, me criaron sin educación. Yo jugaba con niños delincuentes y ya de mayor me convertí en pescador pobre. Ningún político o educador me ayudó jamás. Y porque nadie me ayudó, me convertí en pirata del mar. Si disparas contra mí, me matarás.

Esa noche medité sobre esto. Una vez más, me vi como joven pescador que se convierte en pirata del mar. También vi como cientos de bebés nacían esa noche en las costas de Tailandia. Me di cuenta de que si nadie ayudara a esos bebés a crecer con educación y posibilidades de llevar una vida decente, en veinte años algunos de esos bebés serían piratas del mar. Empecé a entender que si yo hubiese nacido niño en esa aldea de pescadores, también yo me hubiese convertido en pirata del mar. Cuando comprendí esto, mi enojo con los piratas se disipó.

En vez de enojarme con el pescador, sentí compasión por él. Prometí que si algo pudiera hacer para ayudar a los bebés que habían nacido esa noche en las costas de Tailandia, lo haría. La energía llamada enojo se transformó en la energía de la compasión por medio de la meditación. La capacidad de perdonar, y el entendimiento, son frutos de la práctica de observar profundamente, yo la llamo meditar.


Extracto del libro:
Sea libre donde esté
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

miércoles, 12 de julio de 2017

PREGUNTAS Y RESPUESTAS 2







¿Puede definir la consciencia plena? ¿Cómo podemos practicar con tantas distracciones?





Thich Nhat Hanh:


R: En vietnamita «consciencia plena» se dice chanh niem, que significa estar de verdad presente en el momento. Al comer, saben que están comiendo. Al caminar, saben que están caminando. Lo opuesto a la consciencia plena es la distracción. Comen, pero no saben que están comiendo porque su mente está en otra parte. Cuando vuelven a traer a la mente lo que está sucediendo en el aquí y el ahora, hay consciencia plena y la consciencia plena les puede aportar mucha vida, alegría, placer, y gozo. El sencillo acto de comer una naranja, por ejemplo, puede ser mil veces más placentero si se la comen con plena consciencia que si lo hacen sumidos en sus preocupaciones, su enojo o su desesperación. La consciencia plena es la energía que les ayuda a estar plenamente presentes con lo que haya.





Supongamos que oyen ruidos en su entorno. Pueden usar el ruido como el objeto de la consciencia plena. «Inhalando, oigo mucho ruido. Exhalando, le sonrío a este ruido. Sé que las personas que hacen ruido no son siempre pacíficas y siento compasión por ellas». El hecho de practicar respirando en forma plenamente consciente y de usar el sufrimiento que hay a su alrededor como objeto de su consciencia plena contribuirá a que las energías de la comprensión y la compasión aparezcan en ustedes.





En un retiro, una mujer se quejó de que los ronquidos de la persona con quien compartía habitación no la dejaban dormir. Estaba a punto de recoger su saco de dormir e irse a la sala de meditación cuando de golpe recordó lo que yo había enseñado y decidió quedarse. Se valió del sonido como campana de la consciencia plena para generar compasión. «Inhalando, soy consciente de los ronquidos. Exhalando, les sonrío». Diez minutos más tarde estaba profundamente dormida. Fue un descubrimiento maravilloso para ella.









Extracto del libro:


Sea libre donde esté


Thich Nhat Hanh


Fotografía tomada de internet


PREGUNTAS Y RESPUESTAS 2


¿Puede definir la consciencia plena? ¿Cómo podemos practicar con tantas distracciones?

Thich Nhat Hanh:
R: En vietnamita «consciencia plena» se dice chanh niem, que significa estar de verdad presente en el momento. Al comer, saben que están comiendo. Al caminar, saben que están caminando. Lo opuesto a la consciencia plena es la distracción. Comen, pero no saben que están comiendo porque su mente está en otra parte. Cuando vuelven a traer a la mente lo que está sucediendo en el aquí y el ahora, hay consciencia plena y la consciencia plena les puede aportar mucha vida, alegría, placer, y gozo. El sencillo acto de comer una naranja, por ejemplo, puede ser mil veces más placentero si se la comen con plena consciencia que si lo hacen sumidos en sus preocupaciones, su enojo o su desesperación. La consciencia plena es la energía que les ayuda a estar plenamente presentes con lo que haya.

Supongamos que oyen ruidos en su entorno. Pueden usar el ruido como el objeto de la consciencia plena. «Inhalando, oigo mucho ruido. Exhalando, le sonrío a este ruido. Sé que las personas que hacen ruido no son siempre pacíficas y siento compasión por ellas». El hecho de practicar respirando en forma plenamente consciente y de usar el sufrimiento que hay a su alrededor como objeto de su consciencia plena contribuirá a que las energías de la comprensión y la compasión aparezcan en ustedes.

En un retiro, una mujer se quejó de que los ronquidos de la persona con quien compartía habitación no la dejaban dormir. Estaba a punto de recoger su saco de dormir e irse a la sala de meditación cuando de golpe recordó lo que yo había enseñado y decidió quedarse. Se valió del sonido como campana de la consciencia plena para generar compasión. «Inhalando, soy consciente de los ronquidos. Exhalando, les sonrío». Diez minutos más tarde estaba profundamente dormida. Fue un descubrimiento maravilloso para ella.


Extracto del libro:
Sea libre donde esté
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

jueves, 29 de junio de 2017

PREGUNTAS Y RESPUESTAS 1







Si tienen alguna pregunta sobre la práctica de la consciencia plena las contestaré con mucho gusto ahora.





P: ¿Se ha enojado alguna vez? ¿Cuándo fue la última vez que se enojó?





R: Como ser humano llevo en mi la semilla del enojo, pero gracias a la práctica soy capaz de manejar mi enojo. Si el enojo se manifiesta en mi, sé como cuidarlo. No soy un santo—pero como sé practicar, ya no soy víctima de mi enojo.





P: ¿Cuánto se tarda en llegar a practicar con éxito?





R: No es cuestión de tiempo. Si lo hacen correctamente y con placer, pueden tener éxito rápidamente, pero si dedican mucho tiempo a practicar y no lo hacen correctamente, no consiguen nada. Es como la respiración consciente. Si la practican correctamente, la primera inhalación les puede aportar algo de alivio y alegría. Pero si no la practican correctamente, tres o cuatro horas no les traerán el efecto buscado. Es bueno tener un amigo, un hermano o una hermana que practique con éxito y les ayude y apoye.





También pueden hacerlo solos. Al inhalar, permítanse hacerlo en forma natural. Concentren toda su atención en la inhalación. Al exhalar, permítanse exhalar en forma normal. Limítense a tomar consciencia de su exhalación; no interfieran con ella. No usen la fuerza. Si se permiten inhalar y exhalar de forma natural y toman consciencia de su respiración, habrá mejoría en apenas quince o veinte segundos. Empezarán a sentir placer inhalando y exhalando.





En una ocasión dirigí un retiro en Montreal, Canadá. Después de la primera sesión de meditación caminando una mujer se me acercó y me preguntó “Maestro, ¿me darías permiso para practicar la meditación caminando con otras personas?” Desde su venida a este país hace siete años, no había conseguido caminar con tanta serenidad y paz como las que había experimentado al cabo de sólo una sesión de meditación caminando en el retiro. Le resultaba tan sanador, tan refrescante, que quería compartir esta práctica de caminar conscientemente con otras personas. “¿Por qué no?,” le dije. Esta mujer demuestra que al cabo de una hora de meditación caminando una persona es capaz de hallar alivio y alegría. Pero esto no se mide en tiempo. Ya se trate de respirar conscientemente, de caminar conscientemente, de comer conscientemente o de trabajar conscientemente, si perciben el efecto de inmediato y éste es placentero, la práctica es correcta.





P: ¿Cuánto tiempo debo dedicar a la práctica?





R: La clase de meditación que yo propongo se puede hacer en cualquier momento. Andando de un lugar a otro pueden practicar las técnicas del caminar con plena consciencia. Cuando hacen su trabajo pueden practicar trabajando con plena consciencia. Al tomar su almuerzo pueden practicar comiendo con plena consciencia. No hace falta que fijen una hora determinada para practicar; se puede practicar en cualquier momento del día.





Ahora bien, si la situación lo permite, pueden reservar una hora para hacer determinadas cosas—como despertar quince minutos antes para disfrutar de quince minutos de meditación sentados. O antes de dormir, incluso cuando hayan apagado las luces, se pueden sentar en la litera y dedicar quince minutos a respirar conscientemente. Como hay cosas que deben hacer con otras personas, quizá no sean capaces de hallar una hora específica para hacer lo que quieran hacer. Dependerá de lo creativos que consigan ser con su tiempo. Sin embargo, recuerden que la práctica está a su alcance en cualquier momento—incluso cuando están orinando o trapeando el piso.





Pueden trapear el piso como hombres libres o como esclavos—esto depende de ustedes. Aquí, todos deben hacer ciertas cosas, pero las pueden hacer como hombres libres. Pueden cultivar su libertad. Esto da mucha dignidad y todo el mundo se dará cuenta. Con la práctica son libres de verdad, independientemente de la situación en que se encuentren.





Les propongo que cada vez que vayan al aseo—cada vez que orinen, defequen, o que se laven las manos—inviertan el cien por cien de su ser en el acto. Detengan todo pensamiento; limítense a disfrutar haciéndolo. Puede ser muy placentero. En pocas semanas notarán los maravillosos efectos de esta práctica.









Extracto del libro:


Sea libre donde esté


Thich Nhat Hanh


Fotografía tomada de internet


PREGUNTAS Y RESPUESTAS 1


Si tienen alguna pregunta sobre la práctica de la consciencia plena las contestaré con mucho gusto ahora.

P: ¿Se ha enojado alguna vez? ¿Cuándo fue la última vez que se enojó?

R: Como ser humano llevo en mi la semilla del enojo, pero gracias a la práctica soy capaz de manejar mi enojo. Si el enojo se manifiesta en mi, sé como cuidarlo. No soy un santo—pero como sé practicar, ya no soy víctima de mi enojo.

P: ¿Cuánto se tarda en llegar a practicar con éxito?

R: No es cuestión de tiempo. Si lo hacen correctamente y con placer, pueden tener éxito rápidamente, pero si dedican mucho tiempo a practicar y no lo hacen correctamente, no consiguen nada. Es como la respiración consciente. Si la practican correctamente, la primera inhalación les puede aportar algo de alivio y alegría. Pero si no la practican correctamente, tres o cuatro horas no les traerán el efecto buscado. Es bueno tener un amigo, un hermano o una hermana que practique con éxito y les ayude y apoye.

También pueden hacerlo solos. Al inhalar, permítanse hacerlo en forma natural. Concentren toda su atención en la inhalación. Al exhalar, permítanse exhalar en forma normal. Limítense a tomar consciencia de su exhalación; no interfieran con ella. No usen la fuerza. Si se permiten inhalar y exhalar de forma natural y toman consciencia de su respiración, habrá mejoría en apenas quince o veinte segundos. Empezarán a sentir placer inhalando y exhalando.

En una ocasión dirigí un retiro en Montreal, Canadá. Después de la primera sesión de meditación caminando una mujer se me acercó y me preguntó “Maestro, ¿me darías permiso para practicar la meditación caminando con otras personas?” Desde su venida a este país hace siete años, no había conseguido caminar con tanta serenidad y paz como las que había experimentado al cabo de sólo una sesión de meditación caminando en el retiro. Le resultaba tan sanador, tan refrescante, que quería compartir esta práctica de caminar conscientemente con otras personas. “¿Por qué no?,” le dije. Esta mujer demuestra que al cabo de una hora de meditación caminando una persona es capaz de hallar alivio y alegría. Pero esto no se mide en tiempo. Ya se trate de respirar conscientemente, de caminar conscientemente, de comer conscientemente o de trabajar conscientemente, si perciben el efecto de inmediato y éste es placentero, la práctica es correcta.

P: ¿Cuánto tiempo debo dedicar a la práctica?

R: La clase de meditación que yo propongo se puede hacer en cualquier momento. Andando de un lugar a otro pueden practicar las técnicas del caminar con plena consciencia. Cuando hacen su trabajo pueden practicar trabajando con plena consciencia. Al tomar su almuerzo pueden practicar comiendo con plena consciencia. No hace falta que fijen una hora determinada para practicar; se puede practicar en cualquier momento del día.

Ahora bien, si la situación lo permite, pueden reservar una hora para hacer determinadas cosas—como despertar quince minutos antes para disfrutar de quince minutos de meditación sentados. O antes de dormir, incluso cuando hayan apagado las luces, se pueden sentar en la litera y dedicar quince minutos a respirar conscientemente. Como hay cosas que deben hacer con otras personas, quizá no sean capaces de hallar una hora específica para hacer lo que quieran hacer. Dependerá de lo creativos que consigan ser con su tiempo. Sin embargo, recuerden que la práctica está a su alcance en cualquier momento—incluso cuando están orinando o trapeando el piso.

Pueden trapear el piso como hombres libres o como esclavos—esto depende de ustedes. Aquí, todos deben hacer ciertas cosas, pero las pueden hacer como hombres libres. Pueden cultivar su libertad. Esto da mucha dignidad y todo el mundo se dará cuenta. Con la práctica son libres de verdad, independientemente de la situación en que se encuentren.

Les propongo que cada vez que vayan al aseo—cada vez que orinen, defequen, o que se laven las manos—inviertan el cien por cien de su ser en el acto. Detengan todo pensamiento; limítense a disfrutar haciéndolo. Puede ser muy placentero. En pocas semanas notarán los maravillosos efectos de esta práctica.


Extracto del libro:
Sea libre donde esté
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

sábado, 24 de junio de 2017

SONRÍAN A LA ENERGÍA DE SUS HÁBITOS







En cada uno de nosotros hay una fuerte energía llamada energía de los hábitos. En sánscrito la energía de los hábitos se llama vasana. Cada uno de nosotros tiene energías de hábitos que nos llevan a decir y hacer cosas que no queremos decir o hacer. Estas energías de hábitos son perjudiciales para nosotros y nuestras relaciones con otras personas. En el plano intelectual sabemos que decir o hacer determinada cosa provocará mucho sufrimiento y sin embargo lo hacemos de todos modos. Y una vez que lo dicen o hacen, el daño está hecho. Luego lo lamentan. Se golpean el pecho y se tiran de los pelos. Dicen “no volveré a decir o hacer eso.” Pero si bien lo dicen sinceramente, la próxima vez que se presenta la situación, dicen o hacen lo mismo. Este es el poder de la energía de los hábitos, que quizá les hayan transmitido sus padres o antepasados.





La respiración consciente les puede ayudar a reconocer la energía de un hábito cuando aparece. No hace falta que luchen contra esta energía; sólo deben reconocerla como suya y sonreírle. Esto es suficiente. “Hola, energía de hábito mía. Sé que estás ahí, pero no me puedes hacer nada.” Le sonríen y a partir de ese momento son libres. Esta es una protección maravillosa. Por eso digo que la consciencia plena es la energía de Dios, la energía del Buda, que nos protege.





Para que la energía de la consciencia plena les sirva, es muy importante que cultiven cada día la práctica de caminar conscientemente y de respirar conscientemente. Cuando la energía de los hábitos se empiece a manifestar, sigan respirando, reconózcanla y digan: “Hola, energía de hábito mía. Sé que estás ahí, pero soy libre. No me vas a inducir más a decir o hacer esas cosas.” Esta es la forma de aprender a reaccionar de manera distinta—crean energía de un hábito positivo para sustituir la del hábito negativo.





Nuestras relaciones con otras personas son cruciales para nuestra felicidad. A veces tratamos mal a otros o nos tratamos mal a nosotros mismos debido a nuestra energía de hábitos. Debiéramos tratarnos con respeto, ternura, y compasión. Esto es muy importante. Si sabemos tratar a nuestro cuerpo y a nuestros sentimientos con respeto, seremos capaces de tratar a otras personas con el mismo respeto. De esta manera creamos paz, libertad, y felicidad en el mundo. Cada uno de nosotros es capaz de hacer esto. Sólo necesitamos un poco de preparación. Es una suerte tener un amigo que sepa practicar. Cuando dos personas practican, se pueden respaldar en la práctica de cultivar la energía llamada consciencia plena—la consciencia plena de caminar, la consciencia plena de respirar, la consciencia plena de comer.





Cada momento de nuestra vida cotidiana puede emplearse para cultivar la consciencia plena—la energía del Buda, del Espíritu Santo. Dondequiera que se halle el Espíritu Santo, hay entendimiento, perdón, y compasión. La energía de la consciencia plena tiene la misma naturaleza. Si saben generar esta energía, llegan a estar plenamente presentes, verdaderamente vivos, y adquieren la capacidad de comprender. Con comprensión se vuelven compasivos, y esto lo cambiará todo.









Extracto del libro:


Sea libre donde esté


Thich Nhat Hanh


Fotografía tomada de internet


SONRÍAN A LA ENERGÍA DE SUS HÁBITOS


En cada uno de nosotros hay una fuerte energía llamada energía de los hábitos. En sánscrito la energía de los hábitos se llama vasana. Cada uno de nosotros tiene energías de hábitos que nos llevan a decir y hacer cosas que no queremos decir o hacer. Estas energías de hábitos son perjudiciales para nosotros y nuestras relaciones con otras personas. En el plano intelectual sabemos que decir o hacer determinada cosa provocará mucho sufrimiento y sin embargo lo hacemos de todos modos. Y una vez que lo dicen o hacen, el daño está hecho. Luego lo lamentan. Se golpean el pecho y se tiran de los pelos. Dicen “no volveré a decir o hacer eso.” Pero si bien lo dicen sinceramente, la próxima vez que se presenta la situación, dicen o hacen lo mismo. Este es el poder de la energía de los hábitos, que quizá les hayan transmitido sus padres o antepasados.

La respiración consciente les puede ayudar a reconocer la energía de un hábito cuando aparece. No hace falta que luchen contra esta energía; sólo deben reconocerla como suya y sonreírle. Esto es suficiente. “Hola, energía de hábito mía. Sé que estás ahí, pero no me puedes hacer nada.” Le sonríen y a partir de ese momento son libres. Esta es una protección maravillosa. Por eso digo que la consciencia plena es la energía de Dios, la energía del Buda, que nos protege.

Para que la energía de la consciencia plena les sirva, es muy importante que cultiven cada día la práctica de caminar conscientemente y de respirar conscientemente. Cuando la energía de los hábitos se empiece a manifestar, sigan respirando, reconózcanla y digan: “Hola, energía de hábito mía. Sé que estás ahí, pero soy libre. No me vas a inducir más a decir o hacer esas cosas.” Esta es la forma de aprender a reaccionar de manera distinta—crean energía de un hábito positivo para sustituir la del hábito negativo.

Nuestras relaciones con otras personas son cruciales para nuestra felicidad. A veces tratamos mal a otros o nos tratamos mal a nosotros mismos debido a nuestra energía de hábitos. Debiéramos tratarnos con respeto, ternura, y compasión. Esto es muy importante. Si sabemos tratar a nuestro cuerpo y a nuestros sentimientos con respeto, seremos capaces de tratar a otras personas con el mismo respeto. De esta manera creamos paz, libertad, y felicidad en el mundo. Cada uno de nosotros es capaz de hacer esto. Sólo necesitamos un poco de preparación. Es una suerte tener un amigo que sepa practicar. Cuando dos personas practican, se pueden respaldar en la práctica de cultivar la energía llamada consciencia plena—la consciencia plena de caminar, la consciencia plena de respirar, la consciencia plena de comer.

Cada momento de nuestra vida cotidiana puede emplearse para cultivar la consciencia plena—la energía del Buda, del Espíritu Santo. Dondequiera que se halle el Espíritu Santo, hay entendimiento, perdón, y compasión. La energía de la consciencia plena tiene la misma naturaleza. Si saben generar esta energía, llegan a estar plenamente presentes, verdaderamente vivos, y adquieren la capacidad de comprender. Con comprensión se vuelven compasivos, y esto lo cambiará todo.


Extracto del libro:
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Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

miércoles, 14 de junio de 2017

EL ARTE DE MANEJAR UNA TORMENTA







Cuando viene una tormenta, se queda un rato y luego se va. Una emoción es así también, viene, se queda un rato y luego se va. Una emoción es sólo una emoción. No morimos de una emoción. Somos mucho, mucho más que una emoción. Cuando notan que una emoción empieza a aparecer, es muy importante que se sienten en una postura estable o que se tumben, que es también una posición muy estable. Luego, concentren su atención en el vientre. La cabeza es como la cima de un árbol. Yo no me quedaría ahí. Bajen su atención al tronco del árbol, donde hay estabilidad.





Una vez concentrada su atención en el vientre, llévenla más abajo, justo debajo del ombligo, y empiecen a practicar la respiración consciente. Inhalando y exhalando profundamente, observen como el abdomen sube y baja. Tras practicar de esta manera unos diez, quince o veinte minutos, comprobarán que son fuertes, lo bastante fuertes como para resistir la tormenta. En esta posición, sentados o tumbados, limítense a aferrarse a su respiración, como quien se aferra a su chaleco salvavidas en medio de una tormenta. Al cabo de un rato la emoción se irá.





Esta es una práctica muy eficaz, pero les ruego recordar una cosa: no esperen a sentir una emoción fuerte para practicar. Si hacen esto no recordarán como hacerlo. Deben practicar ahora, hoy, cuando se sienten muy bien, cuando no tienen que habérselas con una emoción fuerte. El momento de empezar a practicar es ahora. Pueden practicar diez minutos al día. Siéntense y practiquen concentrando su atención en el vientre mientras inhalan y exhalan. Si hacen esto tres semanas, veintiún días, se convertirá en un hábito. Luego, cuando se sienten enojados o abrumados por la desesperación, se acordarán de practicar sin esfuerzo. El éxito alcanzado les hará tener fe en la práctica y serán capaces de decir a su emoción: «Bien, si vuelves a aparecer por aquí, volveré a hacer exactamente lo mismo». Sabiendo lo que tienen que hacer, no sentirán miedo.





Practiquen regularmente. Una vez que su práctica se haya convertido en un hábito, cuando no practiquen les dará la impresión de que les falta algo. Su practica les traerá bienestar y estabilidad. Además, tendrá efectos positivos en su salud. Esta es la mejor clase de protección personal que se pueden ofrecer. Yo siempre pienso que la energía de la consciencia plena es la energía del Buda, la energía de Dios, del Espíritu Santo, que llevamos dentro de nosotros y nos protege en todo momento. Cada vez que tocan la respiración consciente, la energía de Dios, la energía del Buda están con ustedes para protegerles.





Una vez que hayan aprendido a practicar quizá les apetezca explicarle a un amigo o pariente o a sus hijos, si alguno tienen, cómo practicar. Conozco madres que practican con sus hijos. Toman al niño de la mano y le dicen «Respira conmigo cariño. Inhalando, soy consciente de que mi abdomen sube. Exhalando, soy consciente de que mi abdomen baja». Guían a sus hijos para que respiren con ellas hasta que se sobreponen a su emoción.





Si saben practicar, podrán generar la energía de la estabilidad y serán capaces de tomar la mano de otra persona y transmitirle la energía de su estabilidad. Podrán ayudar a esa persona a salir del ojo del huracán; puede que ayude a salvarle la vida de alguien. Hoy son muchos los jóvenes que no saben manejar sus emociones. El número de personas que se suicida es enorme. Este ejercicio es sencillo, pero muy importante.









Extracto del libro:


Sea libre donde esté


Thich Nhat Hanh


Fotografía tomada de internet


EL ARTE DE MANEJAR UNA TORMENTA


Cuando viene una tormenta, se queda un rato y luego se va. Una emoción es así también, viene, se queda un rato y luego se va. Una emoción es sólo una emoción. No morimos de una emoción. Somos mucho, mucho más que una emoción. Cuando notan que una emoción empieza a aparecer, es muy importante que se sienten en una postura estable o que se tumben, que es también una posición muy estable. Luego, concentren su atención en el vientre. La cabeza es como la cima de un árbol. Yo no me quedaría ahí. Bajen su atención al tronco del árbol, donde hay estabilidad.

Una vez concentrada su atención en el vientre, llévenla más abajo, justo debajo del ombligo, y empiecen a practicar la respiración consciente. Inhalando y exhalando profundamente, observen como el abdomen sube y baja. Tras practicar de esta manera unos diez, quince o veinte minutos, comprobarán que son fuertes, lo bastante fuertes como para resistir la tormenta. En esta posición, sentados o tumbados, limítense a aferrarse a su respiración, como quien se aferra a su chaleco salvavidas en medio de una tormenta. Al cabo de un rato la emoción se irá.

Esta es una práctica muy eficaz, pero les ruego recordar una cosa: no esperen a sentir una emoción fuerte para practicar. Si hacen esto no recordarán como hacerlo. Deben practicar ahora, hoy, cuando se sienten muy bien, cuando no tienen que habérselas con una emoción fuerte. El momento de empezar a practicar es ahora. Pueden practicar diez minutos al día. Siéntense y practiquen concentrando su atención en el vientre mientras inhalan y exhalan. Si hacen esto tres semanas, veintiún días, se convertirá en un hábito. Luego, cuando se sienten enojados o abrumados por la desesperación, se acordarán de practicar sin esfuerzo. El éxito alcanzado les hará tener fe en la práctica y serán capaces de decir a su emoción: «Bien, si vuelves a aparecer por aquí, volveré a hacer exactamente lo mismo». Sabiendo lo que tienen que hacer, no sentirán miedo.

Practiquen regularmente. Una vez que su práctica se haya convertido en un hábito, cuando no practiquen les dará la impresión de que les falta algo. Su practica les traerá bienestar y estabilidad. Además, tendrá efectos positivos en su salud. Esta es la mejor clase de protección personal que se pueden ofrecer. Yo siempre pienso que la energía de la consciencia plena es la energía del Buda, la energía de Dios, del Espíritu Santo, que llevamos dentro de nosotros y nos protege en todo momento. Cada vez que tocan la respiración consciente, la energía de Dios, la energía del Buda están con ustedes para protegerles.

Una vez que hayan aprendido a practicar quizá les apetezca explicarle a un amigo o pariente o a sus hijos, si alguno tienen, cómo practicar. Conozco madres que practican con sus hijos. Toman al niño de la mano y le dicen «Respira conmigo cariño. Inhalando, soy consciente de que mi abdomen sube. Exhalando, soy consciente de que mi abdomen baja». Guían a sus hijos para que respiren con ellas hasta que se sobreponen a su emoción.

Si saben practicar, podrán generar la energía de la estabilidad y serán capaces de tomar la mano de otra persona y transmitirle la energía de su estabilidad. Podrán ayudar a esa persona a salir del ojo del huracán; puede que ayude a salvarle la vida de alguien. Hoy son muchos los jóvenes que no saben manejar sus emociones. El número de personas que se suicida es enorme. Este ejercicio es sencillo, pero muy importante.


Extracto del libro:
Sea libre donde esté
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

domingo, 28 de mayo de 2017

LA COMPRENSIÓN HACE POSIBLE LA COMPASIÓN







La comprensión es la sustancia con la que fabricamos compasión. ¿A qué clase de comprensión me refiero? A la comprensión de que el otro también sufre. Cuando sufrimos tendemos a creer que somos víctima de otras personas, que somos los únicos que sufren. Esto no es cierto, la otra persona también sufre. También tiene sus dificultades, sus miedos y sus preocupaciones. Si sólo fuéramos capaces de ver el dolor que hay en él o en ella, empezaríamos a comprenderlos. Una vez que la comprensión está presente, la compasión es posible.





¿Tenemos bastante tiempo para analizar la condición de la otra persona? La otra persona puede ser otro recluso como nosotros o un guardia. Si observamos, podemos ver que hay mucho sufrimiento en él. Quizás no sepa manejar su sufrimiento. Quizás permite que su sufrimiento crezca porque no sabe manejarlo, y esto le hace sufrir a él y hace sufrir a otras personas que le rodean. Con esta clase de consciencia, empezarán a comprender, y la comprensión despertará su compasión. Si hay compasión en ustedes, sufrirán menos, y les motivará el deseo de hacer algo, o de no hacer nada para que esa persona sufra menos. Su manera de mirarle o sonreírle podrá ayudarle a sufrir menos y hará que tenga fe en la compasión.





Yo describiría mi práctica como la práctica de cultivar la compasión. Pero sé que la compasión no es posible sin comprensión. Y la comprensión sólo es posible si tienen tiempo para observar profundamente. Meditar significa observar profundamente para comprender. En el monasterio donde vivo, por las mañanas tenemos mucho tiempo para la tarea de observar profundamente. En un centro correccional hay también mucho tiempo y muchas posibilidades para observar profundamente. Es un entorno muy propicio para la práctica de observar compasivamente para que la compasión pueda crecer como factor liberador. Estoy convencido de que si uno de ustedes o diez o veinte de ustedes, practican la observación compasiva, podrán transformar este lugar en muy poco tiempo. Pueden traer el paraíso aquí mismo.





Para mí, el paraíso es un lugar donde hay compasión. Cuando hay compasión en sus corazones, sólo necesitan inhalar y exhalar y observar profundamente, y la comprensión vendrá. Se comprenderán a sí mismos y tendrán compasión hacia sí mismos, sabrán manejar su sufrimiento y se sabrán cuidar. Luego, serán capaces de ayudar a otra persona a hacer lo mismo, y la compasión crecerá entre ustedes. De esta manera se convierten en un Buda, en un bodhisattva que trae compasión a este entorno y convierte el infierno en paraíso. El Reino de Dios existe ahora o no existe nunca. Esto es la verdad. Y es posible que tengan más posibilidades de practicar que muchos de nosotros. ¿Qué les parece








Extracto del libro:


Sea libre donde esté


Thich Nhat Hanh


Fotografía tomada de internet

LA COMPRENSIÓN HACE POSIBLE LA COMPASIÓN


La comprensión es la sustancia con la que fabricamos compasión. ¿A qué clase de comprensión me refiero? A la comprensión de que el otro también sufre. Cuando sufrimos tendemos a creer que somos víctima de otras personas, que somos los únicos que sufren. Esto no es cierto, la otra persona también sufre. También tiene sus dificultades, sus miedos y sus preocupaciones. Si sólo fuéramos capaces de ver el dolor que hay en él o en ella, empezaríamos a comprenderlos. Una vez que la comprensión está presente, la compasión es posible.

¿Tenemos bastante tiempo para analizar la condición de la otra persona? La otra persona puede ser otro recluso como nosotros o un guardia. Si observamos, podemos ver que hay mucho sufrimiento en él. Quizás no sepa manejar su sufrimiento. Quizás permite que su sufrimiento crezca porque no sabe manejarlo, y esto le hace sufrir a él y hace sufrir a otras personas que le rodean. Con esta clase de consciencia, empezarán a comprender, y la comprensión despertará su compasión. Si hay compasión en ustedes, sufrirán menos, y les motivará el deseo de hacer algo, o de no hacer nada para que esa persona sufra menos. Su manera de mirarle o sonreírle podrá ayudarle a sufrir menos y hará que tenga fe en la compasión.

Yo describiría mi práctica como la práctica de cultivar la compasión. Pero sé que la compasión no es posible sin comprensión. Y la comprensión sólo es posible si tienen tiempo para observar profundamente. Meditar significa observar profundamente para comprender. En el monasterio donde vivo, por las mañanas tenemos mucho tiempo para la tarea de observar profundamente. En un centro correccional hay también mucho tiempo y muchas posibilidades para observar profundamente. Es un entorno muy propicio para la práctica de observar compasivamente para que la compasión pueda crecer como factor liberador. Estoy convencido de que si uno de ustedes o diez o veinte de ustedes, practican la observación compasiva, podrán transformar este lugar en muy poco tiempo. Pueden traer el paraíso aquí mismo.

Para mí, el paraíso es un lugar donde hay compasión. Cuando hay compasión en sus corazones, sólo necesitan inhalar y exhalar y observar profundamente, y la comprensión vendrá. Se comprenderán a sí mismos y tendrán compasión hacia sí mismos, sabrán manejar su sufrimiento y se sabrán cuidar. Luego, serán capaces de ayudar a otra persona a hacer lo mismo, y la compasión crecerá entre ustedes. De esta manera se convierten en un Buda, en un bodhisattva que trae compasión a este entorno y convierte el infierno en paraíso. El Reino de Dios existe ahora o no existe nunca. Esto es la verdad. Y es posible que tengan más posibilidades de practicar que muchos de nosotros. ¿Qué les parece


Extracto del libro:
Sea libre donde esté
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

lunes, 15 de mayo de 2017

LA COMPASIÓN COMO FACTOR LIBERADOR







Cada momento de nuestra vida puede ser un momento de práctica. Aunque estén esperando la comida o en fila para ser contados, siempre pueden practicar inhalar y exhalar conscientemente, y hacerlo sonriendo. No desperdicien ni un momento de su vida cotidiana. Cada momento es una oportunidad para cultivar su solidez, paz, y alegría. Y al cabo de unos días empezarán a comprobar que la gente se beneficia de su presencia. Su presencia puede convertirse en la presencia de un bodhisattva, de un santo. Esto es posible.





Hay un relato que leí cuando tenía siete años. Se trataba de un Jataka, esto es, de un relato sobre una vida pasada del Buda. Este relato trata de una de las vidas pasadas del Buda cuando estaba en el infierno. El guardia que estaba a cargo de las personas recluidas en el infierno no parecía tener ninguna compasión. Llevaba un gran tridente y cada vez que alguien hacía algo prohibido, se lo clavaba en el pecho. Aun cuando este trato hacía sufrir mucho a los reclusos, no podían morir. Este era su castigo; sufrían, pero no morían.





Un día, a los reclusos se les obligó a portar pesadas cargas al hombro. Con tridente en mano el guardia empezó a darles empujones para que se movieran más deprisa. El Buda vio que uno de los reclusos no podía evitar quedarse atrás y que el guardia empezaba a meterse con él, amenazándole con su tridente para que avanzara más deprisa. En ese momento algo nació en la vida pasada del Buda. Quería intervenir, enfrentarse al guarda, aun cuando sabía que se volvería contra él. Si su intervención hubiese resultado en su muerte, habría intervenido de buena gana. Pero el tipo de castigo que podía esperar a cambio no le acarrearía la muerte, sino sólo más sufrimiento. Pese a esto se acercó valerosamente al guarda y le dijo: «¿Acaso no tienes corazón? ¿Por qué no le das tiempo para que lleve su carga?». Nada más oír esto el guarda le clavó el tridente en el pecho del Buda, que murió al instante y volvió a nacer como ser humano.





El Buda tuvo el valor de plantarse delante del guarda y mirarle a los ojos en interés de su compañero. Se dio cuenta de la injusticia y, por sentir tanto sufrimiento, la compasión nació en su corazón. Su intervención nació de la compasión. Por eso murió al instante y nació como ser humano. A partir de entonces, la vida pasada del Buda empezó a practicar hasta que se convirtió en una persona totalmente iluminada, un Buda. Así, el Buda, en una de sus vidas pasadas había llegado hasta el fondo del sufrimiento. Pero, gracias a la compasión nacida de su corazón, fue capaz de liberarse de su situación.





Yo mismo he sufrido mucho y estoy en condiciones de decirles que la compasión les puede liberar de la situación más difícil. Lo que les ayuda y muestra cómo salir de las situaciones más difíciles es la energía de la compasión. Hubo una época en que llevábamos barcos al Golfo de Siam para rescatar a los refugiados del mar. Esta labor puede ser muy peligrosa porque hay muchos piratas en el mar. Sin embargo, como creíamos que la mejor defensa es la compasión, nunca llevábamos armas de fuego a la hora de rescatar gente. Según las enseñanzas y la práctica que yo sigo, la compasión es el medio más eficaz de protección personal.





En los círculos budistas hablamos de Avalokiteshvara, el bodhisattva de la compasión y la escucha profunda. El bodhisattva se puede manifestar como mujer, hombre o niño, político o esclavo, pero la principal característica del bodhisattva es siempre la misma, la presencia de compasión en su corazón. En una ocasión Avalokiteshvara se manifestó como un fantasma hambriento de rostro muy feroz. Asumió el aspecto de fantasma hambriento para ayudar a otros fantasmas hambrientos, pero en verdad era un estar compasivo. Muchos de nosotros tememos estar atacados y a veces nos hacemos los duros y los crueles para protegernos, aunque dentro tengamos compasión y comprensión. Sin compasión, sufrimos mucho, y hacemos sufrir a quienes nos rodean. Con compasión, podemos relacionarnos con otros seres vivos y ayudarles a sufrir mucho menos.





Si la energía de la compasión habita en ustedes, viven en el sitio más seguro de todos. La compasión se puede expresar en sus ojos, en la forma en que actúan o reaccionan, en la manera en que caminan, se sientan, comen o en que se relacionan con otras personas. Esto también puede ser contagioso. Es muy maravilloso sentarse cerca de alguien que tiene compasión en su corazón. Con compasión en el corazón conseguirán que uno o dos amigos sigan su ejemplo porque todos necesitamos compasión y amor. Dos personas juntas pueden protegerse una a la otra y a las personas alrededor de ellas también.





Es nuestra práctica cultivar la compasión en nuestra vida diaria. Gracias a la práctica de compasión, abrimos nuestro corazón a una persona, y luego a otra, y finalmente cuando la compasión está presente, cualquier sitio puede ser un sitio agradable. Cuando el elemento de alegría entra en nuestro cuerpo y nuestra consciencia, juntos hallamos la paz y la alegría aquí y ahora mismo.









Extracto del libro:



Sea libre donde esté


Thich Nhat Hanh


Fotografía tomada de internet