miércoles, 30 de noviembre de 2016

LOS OBSTÁCULOS A LA FELICIDAD.








Lo que voy a decir puede parecer un poco rebuscado. Pero es la verdad. Lo que viene pueden ser los minutos más importantes de su vida. si pudieran comprender esto, descubrirían el secreto del despertar. Serían felices para siempre. Nunca volverán a ser desdichados. Nada podría volver a lastimarlos. Lo digo en serio: nada. es como cuando se derrama pintura negra en el aire; el aire permanece sin contaminar. Usted nunca puede pintar el aire de negro. No importa qué le suceda, usted permanece incontaminado. Permanece en paz. Hay seres humanos que han logrado esto, lo que llamo ser humano. Nada de esa tontería de ser una marioneta llevado de un lado a otro, dejando que los acontecimientos y las personas le digan cómo sentirse. de manera que usted se siente así y dice que es vulnerable. ¡Ja! Eso lo llamo ser una marioneta ¿Quiere ser una marioneta? Presione un botón y está deprimido; ¿eso le gusta? Pero si se niega a identificarse con esos rótulos, cesan la mayoría de sus preocupaciones.





Mas tarde hablaremos sobre el temor a la enfermedad y a la muerte, pero generalmente usted se preocupa por lo que le va a suceder en su carrera. Un pequeño empresario, de cincuenta años está tomando cerveza en un bar en alguna parte y dice: "Bueno, miren a mis condiscípulos: ellos realmente lo lograron", idiota! ¿Qué quiere decir con "lo lograron"? Sus nombres aparecen en los periódicos, ¿eso es lograrlo? Uno es presidente en una corporación; el otro es miembro de la Corte Suprema de Justicia; el otro es esto o lo otro. Payasos, todos ellos.





¿Quién decide lo que significa tener éxito? ¡esta estúpida sociedad! ¡La principal preocupación de la sociedad es mantener enferma la sociedad! Y cuando más rápidamente comprenda esto, mejor. Están enfermos, todos. Están chiflados, están locos. Usted llegó a ser presidente del manicomio y está orgulloso de ello aunque no significa nada. Ser presidente de una corporación no tiene nada que ver con el éxito en la vida. ¡Usted tiene éxito cuando despierta! Entonces no tiene que presentarle disculpas a nadie, no tiene que explicarle nada a nadie, no le importa un comino lo que otros piensen de usted o lo que digan de usted. Usted no tiene preocupaciones; es feliz. Eso es lo que yo llamo tener éxito. Tener un buen empleo o ser famoso no tiene nada que ver con la felicidad o el éxito. ¡Nada!. Eso es totalmente ajeno. Todo lo que le preocupa realmente a él es lo que sus hijos piensen de él. Lo que sus vecinos piensen de él, lo que su esposa piense de él. Debiera haber sido famoso. Nuestra sociedad y nuestra cultura nos meten eso en la cabeza día y noche. ¡Las personas que lo logran! ¿Logran qué? Hicieron el ridículo. Porque gastaron toda su energía consiguiendo algo que no tenía valor. Están asustados y confundidos. son marionetas, como los demás. mírelos pasando por el escenario. Miren cómo se descomponen si tienen una mancha en la camisa. ¿Es eso el éxito? miren cuan asustados están ante la posibilidad de no ser reelegidos. ¿Eso es éxito? Están controlados, son manipulados. No son felices, son desgraciados. No disfrutan la vida. están constantemente tensos y ansiosos. ¿Es eso humano? ¿Y saben por qué sucede eso? Solamente por una razón: Se identificaron con algún rótulo. Identificaron el "yo" con su dinero o con su empleo o con su profesión. Ese fue el error que cometieron.





¿Han oído hablar del abogado a quien el plomero le presentó una cuenta? Le dijo al plomero: 





- Mire, usted me está cobrando doscientos dólares la hora. Yo no me gano eso como abogado. El plomero le contestó:





-¡Yo tampoco me ganaba esa cantidad de dinero cuando era abogado!





Usted podría ser plomero o abogado, hombre de negocios o sacerdote, pero eso no afecta al "yo" esencial. No lo afecta. Si mañana cambio de profesión, es como cambiarme de ropa. No me toca ¿Es usted su ropa? ¿Es usted su nombre? ¿es usted su profesión? Deje de identificarse con esas cosas, ellas van y vienen.





Cuando usted comprenda esto realmente, ninguna crítica puede afectarlo. Tampoco pueden afectarlo la alabanza o la adulación. Cuando alguien le dice: "Usted es una gran persona" ¿de qué está hablando? está hablando del "mi", no está hablando del "yo". "Yo" no es ni grande ni pequeño. "Yo" no tiene éxito ni fracasa. No es ninguno de esos rótulos. Estas cosas dependen del condicionamiento de usted. Estas cosas dependen del estado de ánimo de la persona que está hablando con usted en este momento. No tiene nada que ver con el "yo". "Yo" no es ninguno de estos rótulos. "Mi" es generalmente egoísta, estúpido, infantil - un gran estúpido. De modo que cuando usted me dice: "usted es un estúpido" ¡eso lo sé desde hace años! El ego condicionado - ¿qué más podría esperar de usted? Eso lo sé desde hace años. ¿Por qué usted se identifica con él? ¡Idiota! Eso no es el "yo", eso es el "mi".





¿Quiere ser feliz? La felicidad ininterrumpida no es causada. Usted no puede hacerme feliz. Usted no es mi felicidad. Usted le dice a la persona que ha despertado: ¿Por qué está feliz? y la persona que ha despertado responde: ¿Por qué no he de estarlo?





La felicidad es nuestro estado natural. La felicidad es el estado natural de los niños, a quienes pertenece el reino hasta que son corrompidos y contaminados por la estupidez de la sociedad y la cultura. No se puede hacer nada para adquirir la felicidad, porque la felicidad no se puede adquirir. ¿Alguien sabe por qué? Porque ya la tenemos. ¿Cómo se puede adquirir lo que ya se tiene? ¿entonces por qué no tiene experiencia de ella? Porque tiene que descartar algo. Tiene que descartar las ilusiones. Para ser feliz no tiene que agregar nada; tiene que descartar algo. La vida es fácil, la vida es maravillosa. Es dura solamente para sus ilusiones, sus ambiciones, su avidez, sus deseos. ¿Sabe de dónde vienen estas cosas? De haberse identificado con toda clase de rótulos.









Extracto del libro:


Despierta (charlas sobre la espiritualidad)




Anthony de Mello


Fotografía tomada de internet



LOS OBSTÁCULOS A LA FELICIDAD.


Lo que voy a decir puede parecer un poco rebuscado. Pero es la verdad. Lo que viene pueden ser los minutos más importantes de su vida. si pudieran comprender esto, descubrirían el secreto del despertar. Serían felices para siempre. Nunca volverán a ser desdichados. Nada podría volver a lastimarlos. Lo digo en serio: nada. es como cuando se derrama pintura negra en el aire; el aire permanece sin contaminar. Usted nunca puede pintar el aire de negro. No importa qué le suceda, usted permanece incontaminado. Permanece en paz. Hay seres humanos que han logrado esto, lo que llamo ser humano. Nada de esa tontería de ser una marioneta llevado de un lado a otro, dejando que los acontecimientos y las personas le digan cómo sentirse. de manera que usted se siente así y dice que es vulnerable. ¡Ja! Eso lo llamo ser una marioneta ¿Quiere ser una marioneta? Presione un botón y está deprimido; ¿eso le gusta? Pero si se niega a identificarse con esos rótulos, cesan la mayoría de sus preocupaciones.

Mas tarde hablaremos sobre el temor a la enfermedad y a la muerte, pero generalmente usted se preocupa por lo que le va a suceder en su carrera. Un pequeño empresario, de cincuenta años está tomando cerveza en un bar en alguna parte y dice: "Bueno, miren a mis condiscípulos: ellos realmente lo lograron", idiota! ¿Qué quiere decir con "lo lograron"? Sus nombres aparecen en los periódicos, ¿eso es lograrlo? Uno es presidente en una corporación; el otro es miembro de la Corte Suprema de Justicia; el otro es esto o lo otro. Payasos, todos ellos.

¿Quién decide lo que significa tener éxito? ¡esta estúpida sociedad! ¡La principal preocupación de la sociedad es mantener enferma la sociedad! Y cuando más rápidamente comprenda esto, mejor. Están enfermos, todos. Están chiflados, están locos. Usted llegó a ser presidente del manicomio y está orgulloso de ello aunque no significa nada. Ser presidente de una corporación no tiene nada que ver con el éxito en la vida. ¡Usted tiene éxito cuando despierta! Entonces no tiene que presentarle disculpas a nadie, no tiene que explicarle nada a nadie, no le importa un comino lo que otros piensen de usted o lo que digan de usted. Usted no tiene preocupaciones; es feliz. Eso es lo que yo llamo tener éxito. Tener un buen empleo o ser famoso no tiene nada que ver con la felicidad o el éxito. ¡Nada!. Eso es totalmente ajeno. Todo lo que le preocupa realmente a él es lo que sus hijos piensen de él. Lo que sus vecinos piensen de él, lo que su esposa piense de él. Debiera haber sido famoso. Nuestra sociedad y nuestra cultura nos meten eso en la cabeza día y noche. ¡Las personas que lo logran! ¿Logran qué? Hicieron el ridículo. Porque gastaron toda su energía consiguiendo algo que no tenía valor. Están asustados y confundidos. son marionetas, como los demás. mírelos pasando por el escenario. Miren cómo se descomponen si tienen una mancha en la camisa. ¿Es eso el éxito? miren cuan asustados están ante la posibilidad de no ser reelegidos. ¿Eso es éxito? Están controlados, son manipulados. No son felices, son desgraciados. No disfrutan la vida. están constantemente tensos y ansiosos. ¿Es eso humano? ¿Y saben por qué sucede eso? Solamente por una razón: Se identificaron con algún rótulo. Identificaron el "yo" con su dinero o con su empleo o con su profesión. Ese fue el error que cometieron.

¿Han oído hablar del abogado a quien el plomero le presentó una cuenta? Le dijo al plomero: 

- Mire, usted me está cobrando doscientos dólares la hora. Yo no me gano eso como abogado. El plomero le contestó:

-¡Yo tampoco me ganaba esa cantidad de dinero cuando era abogado!

Usted podría ser plomero o abogado, hombre de negocios o sacerdote, pero eso no afecta al "yo" esencial. No lo afecta. Si mañana cambio de profesión, es como cambiarme de ropa. No me toca ¿Es usted su ropa? ¿Es usted su nombre? ¿es usted su profesión? Deje de identificarse con esas cosas, ellas van y vienen.

Cuando usted comprenda esto realmente, ninguna crítica puede afectarlo. Tampoco pueden afectarlo la alabanza o la adulación. Cuando alguien le dice: "Usted es una gran persona" ¿de qué está hablando? está hablando del "mi", no está hablando del "yo". "Yo" no es ni grande ni pequeño. "Yo" no tiene éxito ni fracasa. No es ninguno de esos rótulos. Estas cosas dependen del condicionamiento de usted. Estas cosas dependen del estado de ánimo de la persona que está hablando con usted en este momento. No tiene nada que ver con el "yo". "Yo" no es ninguno de estos rótulos. "Mi" es generalmente egoísta, estúpido, infantil - un gran estúpido. De modo que cuando usted me dice: "usted es un estúpido" ¡eso lo sé desde hace años! El ego condicionado - ¿qué más podría esperar de usted? Eso lo sé desde hace años. ¿Por qué usted se identifica con él? ¡Idiota! Eso no es el "yo", eso es el "mi".

¿Quiere ser feliz? La felicidad ininterrumpida no es causada. Usted no puede hacerme feliz. Usted no es mi felicidad. Usted le dice a la persona que ha despertado: ¿Por qué está feliz? y la persona que ha despertado responde: ¿Por qué no he de estarlo?

La felicidad es nuestro estado natural. La felicidad es el estado natural de los niños, a quienes pertenece el reino hasta que son corrompidos y contaminados por la estupidez de la sociedad y la cultura. No se puede hacer nada para adquirir la felicidad, porque la felicidad no se puede adquirir. ¿Alguien sabe por qué? Porque ya la tenemos. ¿Cómo se puede adquirir lo que ya se tiene? ¿entonces por qué no tiene experiencia de ella? Porque tiene que descartar algo. Tiene que descartar las ilusiones. Para ser feliz no tiene que agregar nada; tiene que descartar algo. La vida es fácil, la vida es maravillosa. Es dura solamente para sus ilusiones, sus ambiciones, su avidez, sus deseos. ¿Sabe de dónde vienen estas cosas? De haberse identificado con toda clase de rótulos.


Extracto del libro:
Despierta (charlas sobre la espiritualidad)
Anthony de Mello
Fotografía tomada de internet

SIN PARAFERNALIA






SIN PARAFERNALIA


martes, 29 de noviembre de 2016

CATALOGAR: «LA GENTE ESPONTÁNEA ES RIDÍCULA Y PELIGROSA»








CATALOGAR: «LA GENTE ESPONTÁNEA ES RIDÍCULA Y PELIGROSA»







Para las personas inflexibles, demasiada sinceridad es un acto reprochable y de mal gusto, porque la gente franca hace y dice lo que no se quiere ver ni oír. Como el cuento del rey que andaba desnudo y nadie se atrevía a decirle que no llevaba ropa. El humor y el chiste recuerdan al niño que lo señala: «¡Allí va, y no lleva ropa!». Es la bella indiscreción del inocente, libre de malicia, que incomoda y resquebraja la pomposidad. No digo que haya que ser irrespetuoso, sino que la expresión franca de sentimientos, la asertividad y la libertad emocional son imprescindibles para la salud mental. La espontaneidad no es impulsividad descontrolada ni agresiva, sino soltura de espíritu, desenvoltura, facilidad de comunicación con uno mismo y con los demás, desparpajo, agilidad de ánimo. En la espontaneidad, el pensamiento se repliega para que el yo real haga su aparición sin tanta parafernalia. 





¿Dónde queda la imprudencia? Es un riesgo y una diferencia. Los espontáneos nos confrontan con nuestra rigidez; los imprudentes nos lastiman. Nadie duda de que exista una línea delgada entre ambos ni de que ésta puede cruzarse fácilmente si uno se descuida; sin embargo, esto no justifica la restricción o la represión emocional. El espontáneo responsable no busca herir a nadie, simplemente, pone sobre la mesa su verdadera esencia.






¿Qué le impide a la gente ser espontánea? Entre otras cosas, el miedo al ridículo y su concomitante necesidad de aprobación. Un paciente bastante rígido y normativo me comentó que él no soportaba a las personas muy extrovertidas porque siempre terminaban haciendo el ridículo o siendo insensatos. Por ejemplo, sentía «vergüenza ajena» cuando veía a alguien hacer payasadas en público. Su pensamiento era: «La personas inteligentes no hacen el ridículo.» Esta idea, como es natural, actuaba como un freno mental que le impedía ser espontáneo y expresar sus sentimientos con tranquilidad. Un día, en plena consulta, siguiendo las propuestas del psicólogo Albert Ellis decidí crear en mi paciente una discrepancia informacional, es decir, una contradicción entre los hechos y sus pensamientos. Le pregunté si me consideraba un terapeuta serio y eficiente, a lo cual respondió afirmativamente, y agregó que se sentía muy bien en las consultas. En ese momento, sin mediar palabra, me bajé del asiento y comencé a desplazarme en cuclillas. Di la vuelta a su silla, lo olfateé, como haría un perro, y me volví a sentar como si nada hubiera pasado. El hombre se puso pálido; no sabía qué decir ni qué hacer. Reproduzco parte del diálogo que sostuvimos luego: 





Terapeuta: ¿Qué opina? 





Paciente: No sé... Estoy sorprendido... ¿Por qué ha hecho algo así?





Terapeuta: Usted dijo que yo le parecía una persona centrada e inteligente. ¿Sigue pensando igual? 





Paciente: Sí, creo que sí... 





Terapeuta: ¿Está seguro? 





Paciente: Bueno, sí... Sigo pensado lo mismo de usted.





Terapeuta: ¿Pero mi comportamiento de perrito no le hizo sentir vergüenza ajena? 





Paciente: No quiero ofenderlo, pero así es....





Terapeuta: Entonces su afirmación: «La personas inteligentes no hacen el ridículo» acaba de enfrentarse a una excepción.





Paciente: Creo que sí, pero usted no siempre actúa así.





Terapeuta: Es verdad, pero a veces hago cosas por el estilo. ¿Qué pasaría si usted deliberadamente intenta hacer el ridículo? La técnica consiste en llevar a cabo ejercicios contra la vergüenza, ¿sería capaz?





Paciente: ¿Y qué lograríamos con ello? 





Terapeuta: Perder el miedo, soltarse, estar menos encapsulado, adquirir más libertad emocional y hacer que la mente sea más flexible. 





El paciente aceptó el reto y llevamos a cabo una cantidad considerable de actividades absurdas, grotescas y risibles, como, por ejemplo, recitar en público, entrar en una carnicería a comprar zapatos, aullarle a la Luna delante de otras personas, y cosas por el estilo. Con el tiempo, el miedo al ridículo fue desapareciendo y su visión estricta del mundo fue haciéndose menos dura y más maleable. Psicólogos clínicos como Victor Frankl65 y Albert Ellis66 han utilizado este método, llamado «intención paradójica», que consiste en que el paciente, bajo la supervisión de un terapeuta experimentado, ejecute deliberadamente comportamientos que le producen emociones negativas (especialmente vergüenza) para que pueda reevaluar y revisar las consecuencias desde una nueva perspectiva.











65. Frankl, V. (1994). Ante el vacío existencial. Barcelona: 


Herder.





66. Ellis, A. y Abrahms, E. (2001). Terapia racional emotiva. 


Colombia: Alfaomega.





























Extracto del libro:



El arte de ser flexible




Walter Riso


Fotografía tomada de internet





CATALOGAR: «LA GENTE ESPONTÁNEA ES RIDÍCULA Y PELIGROSA»


CATALOGAR: «LA GENTE ESPONTÁNEA ES RIDÍCULA Y PELIGROSA»

Para las personas inflexibles, demasiada sinceridad es un acto reprochable y de mal gusto, porque la gente franca hace y dice lo que no se quiere ver ni oír. Como el cuento del rey que andaba desnudo y nadie se atrevía a decirle que no llevaba ropa. El humor y el chiste recuerdan al niño que lo señala: «¡Allí va, y no lleva ropa!». Es la bella indiscreción del inocente, libre de malicia, que incomoda y resquebraja la pomposidad. No digo que haya que ser irrespetuoso, sino que la expresión franca de sentimientos, la asertividad y la libertad emocional son imprescindibles para la salud mental. La espontaneidad no es impulsividad descontrolada ni agresiva, sino soltura de espíritu, desenvoltura, facilidad de comunicación con uno mismo y con los demás, desparpajo, agilidad de ánimo. En la espontaneidad, el pensamiento se repliega para que el yo real haga su aparición sin tanta parafernalia. 

¿Dónde queda la imprudencia? Es un riesgo y una diferencia. Los espontáneos nos confrontan con nuestra rigidez; los imprudentes nos lastiman. Nadie duda de que exista una línea delgada entre ambos ni de que ésta puede cruzarse fácilmente si uno se descuida; sin embargo, esto no justifica la restricción o la represión emocional. El espontáneo responsable no busca herir a nadie, simplemente, pone sobre la mesa su verdadera esencia.

¿Qué le impide a la gente ser espontánea? Entre otras cosas, el miedo al ridículo y su concomitante necesidad de aprobación. Un paciente bastante rígido y normativo me comentó que él no soportaba a las personas muy extrovertidas porque siempre terminaban haciendo el ridículo o siendo insensatos. Por ejemplo, sentía «vergüenza ajena» cuando veía a alguien hacer payasadas en público. Su pensamiento era: «La personas inteligentes no hacen el ridículo.» Esta idea, como es natural, actuaba como un freno mental que le impedía ser espontáneo y expresar sus sentimientos con tranquilidad. Un día, en plena consulta, siguiendo las propuestas del psicólogo Albert Ellis decidí crear en mi paciente una discrepancia informacional, es decir, una contradicción entre los hechos y sus pensamientos. Le pregunté si me consideraba un terapeuta serio y eficiente, a lo cual respondió afirmativamente, y agregó que se sentía muy bien en las consultas. En ese momento, sin mediar palabra, me bajé del asiento y comencé a desplazarme en cuclillas. Di la vuelta a su silla, lo olfateé, como haría un perro, y me volví a sentar como si nada hubiera pasado. El hombre se puso pálido; no sabía qué decir ni qué hacer. Reproduzco parte del diálogo que sostuvimos luego: 

Terapeuta: ¿Qué opina? 

Paciente: No sé... Estoy sorprendido... ¿Por qué ha hecho algo así?

Terapeuta: Usted dijo que yo le parecía una persona centrada e inteligente. ¿Sigue pensando igual? 

Paciente: Sí, creo que sí... 

Terapeuta: ¿Está seguro? 

Paciente: Bueno, sí... Sigo pensado lo mismo de usted.

Terapeuta: ¿Pero mi comportamiento de perrito no le hizo sentir vergüenza ajena? 

Paciente: No quiero ofenderlo, pero así es....

Terapeuta: Entonces su afirmación: «La personas inteligentes no hacen el ridículo» acaba de enfrentarse a una excepción.

Paciente: Creo que sí, pero usted no siempre actúa así.

Terapeuta: Es verdad, pero a veces hago cosas por el estilo. ¿Qué pasaría si usted deliberadamente intenta hacer el ridículo? La técnica consiste en llevar a cabo ejercicios contra la vergüenza, ¿sería capaz?

Paciente: ¿Y qué lograríamos con ello? 

Terapeuta: Perder el miedo, soltarse, estar menos encapsulado, adquirir más libertad emocional y hacer que la mente sea más flexible. 

El paciente aceptó el reto y llevamos a cabo una cantidad considerable de actividades absurdas, grotescas y risibles, como, por ejemplo, recitar en público, entrar en una carnicería a comprar zapatos, aullarle a la Luna delante de otras personas, y cosas por el estilo. Con el tiempo, el miedo al ridículo fue desapareciendo y su visión estricta del mundo fue haciéndose menos dura y más maleable. Psicólogos clínicos como Victor Frankl65 y Albert Ellis66 han utilizado este método, llamado «intención paradójica», que consiste en que el paciente, bajo la supervisión de un terapeuta experimentado, ejecute deliberadamente comportamientos que le producen emociones negativas (especialmente vergüenza) para que pueda reevaluar y revisar las consecuencias desde una nueva perspectiva.



65. Frankl, V. (1994). Ante el vacío existencial. Barcelona: 
Herder.
66. Ellis, A. y Abrahms, E. (2001). Terapia racional emotiva. 
Colombia: Alfaomega.






Extracto del libro:
El arte de ser flexible
Walter Riso
Fotografía tomada de internet

ÍDOLO MENTAL






ÍDOLO MENTAL


lunes, 28 de noviembre de 2016

MIRE MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS








No me gusta la palabra pecado. Implica que se me juzga y se me encuentra culpable.





Eckhart Tolle:


Puedo entender eso. Durante siglos, se han acumulado muchos puntos de vista e interpretaciones erróneas alrededor de palabras como pecado, debido a la ignorancia, a los malos entendidos o al deseo de controlar, pero contienen un centro esencial de verdad. Si usted es incapaz de mirar más allá de tales interpretaciones y por tanto no puede reconocer la realidad a la que apunta la palabra, entonces no la use. No se atasque en el nivel de las palabras. Una palabra no es más que un medio para llegar a un fin. Es una abstracción. De forma parecida a un poste indicador, señala algo más allá de sí misma. La palabra miel no es miel. Usted puede estudiar y hablar de la miel todo el tiempo que quiera, pero no la conocerá realmente hasta que la pruebe. Después de haberla probado, la palabra se vuelve menos importante para usted. Usted no se apegará ya a ella. Similarmente, usted puede hablar o pensar en Dios continuamente durante el resto de su vida ¿pero significa eso que conoce o ha tenido siquiera un destello de la realidad a la que se refiere la palabra? En realidad no es más que un apego obsesivo a un poste indicador, un ídolo mental.





También se aplica el sentido contrario. Si, por cualquier razón, a usted le desagradara la palabra miel, eso le impediría probarla. Si usted tuviera una fuerte aversión a la palabra Dios, lo que es una forma negativa del apego, usted podría estar negando no sólo la palabra sino también la realidad que señala. Usted estaría separándose de la posibilidad de experimentar esa realidad. Todo esto está, por supuesto, intrínsecamente relacionado con estar identificado con su mente.





Así que, si una palabra ya no funciona para usted, abandónela y reemplácela por otra que sirva. Si no le gusta la palabra pecado, entonces llámelo inconsciencia o locura. Esto puede acercarlo a la verdad, a la realidad que hay detrás de la palabra, más que una palabra como pecado, que ha sido mal usada durante mucho tiempo, y que al mismo tiempo deje poca posibilidad de culpa.





Tampoco me gustan esas palabras. Implican que hay algo mal en mí. Se me juzga.





Por supuesto que hay algo mal en usted, y no está siendo juzgado. 





No pretendo ofenderlo personalmente, ¿pero no pertenece a la raza que ha matado más de cien millones de miembros de su especie solamente en el siglo XX? 





¿Usted habla de culpa por analogía?





Eckhart Tolle:


No es una cuestión de culpa. Pero mientras esté dominado por la mente egotista, usted forma parte de la locura colectiva. Quizá no ha observado muy profundamente la condición humana en su estado de dependencia de la mente egotista. Abra los ojos y observe el miedo, la desesperación, la avidez y la violencia que invaden todo. Observe la horrible crueldad y el sufrimiento en una escala inimaginable que los seres humanos han infligido y continúan infligiendo tanto unos a otros como a las demás formas de vida del planeta. No necesita condenar. Simplemente observe. Ese es el pecado. Esa es la locura. Esa es la inconsciencia. Sobre todo, no olvide observar su propia mente. Busque la raíz de la locura allí.









Del libro:
El Poder del Ahora
Eckhart Tolle


Imagen tomada del internet



MIRE MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS


No me gusta la palabra pecado. Implica que se me juzga y se me encuentra culpable.

Eckhart Tolle:
Puedo entender eso. Durante siglos, se han acumulado muchos puntos de vista e interpretaciones erróneas alrededor de palabras como pecado, debido a la ignorancia, a los malos entendidos o al deseo de controlar, pero contienen un centro esencial de verdad. Si usted es incapaz de mirar más allá de tales interpretaciones y por tanto no puede reconocer la realidad a la que apunta la palabra, entonces no la use. No se atasque en el nivel de las palabras. Una palabra no es más que un medio para llegar a un fin. Es una abstracción. De forma parecida a un poste indicador, señala algo más allá de sí misma. La palabra miel no es miel. Usted puede estudiar y hablar de la miel todo el tiempo que quiera, pero no la conocerá realmente hasta que la pruebe. Después de haberla probado, la palabra se vuelve menos importante para usted. Usted no se apegará ya a ella. Similarmente, usted puede hablar o pensar en Dios continuamente durante el resto de su vida ¿pero significa eso que conoce o ha tenido siquiera un destello de la realidad a la que se refiere la palabra? En realidad no es más que un apego obsesivo a un poste indicador, un ídolo mental.

También se aplica el sentido contrario. Si, por cualquier razón, a usted le desagradara la palabra miel, eso le impediría probarla. Si usted tuviera una fuerte aversión a la palabra Dios, lo que es una forma negativa del apego, usted podría estar negando no sólo la palabra sino también la realidad que señala. Usted estaría separándose de la posibilidad de experimentar esa realidad. Todo esto está, por supuesto, intrínsecamente relacionado con estar identificado con su mente.

Así que, si una palabra ya no funciona para usted, abandónela y reemplácela por otra que sirva. Si no le gusta la palabra pecado, entonces llámelo inconsciencia o locura. Esto puede acercarlo a la verdad, a la realidad que hay detrás de la palabra, más que una palabra como pecado, que ha sido mal usada durante mucho tiempo, y que al mismo tiempo deje poca posibilidad de culpa.

Tampoco me gustan esas palabras. Implican que hay algo mal en mí. Se me juzga.

Por supuesto que hay algo mal en usted, y no está siendo juzgado. 

No pretendo ofenderlo personalmente, ¿pero no pertenece a la raza que ha matado más de cien millones de miembros de su especie solamente en el siglo XX? 

¿Usted habla de culpa por analogía?

Eckhart Tolle:
No es una cuestión de culpa. Pero mientras esté dominado por la mente egotista, usted forma parte de la locura colectiva. Quizá no ha observado muy profundamente la condición humana en su estado de dependencia de la mente egotista. Abra los ojos y observe el miedo, la desesperación, la avidez y la violencia que invaden todo. Observe la horrible crueldad y el sufrimiento en una escala inimaginable que los seres humanos han infligido y continúan infligiendo tanto unos a otros como a las demás formas de vida del planeta. No necesita condenar. Simplemente observe. Ese es el pecado. Esa es la locura. Esa es la inconsciencia. Sobre todo, no olvide observar su propia mente. Busque la raíz de la locura allí.


Del libro:
El Poder del Ahora
Eckhart Tolle
Imagen tomada del internet

ASCENDER











Tomado del libro:


El Librito Que Fortalece


Proverbios reconfortantesy máximas motivadora


Lucia Canovi


Fotografía extraída de internet


ASCENDER




Tomado del libro:
El Librito Que Fortalece
Proverbios reconfortantesy máximas motivadora
Lucia Canovi
Fotografía extraída de internet

domingo, 27 de noviembre de 2016

EL PRÍNCIPE THOU-TI Y LOS DRAGONES










Los dragones ocupan un lugar insigne en el ritual, las festividades y el imaginario chino. Animales fabulosos, provistos de alas, armados con garras, dotados de una cola de serpiente, de fauces que escupen fuego, un cuerpo multiforme, lagartos, reptiles, varanos, dragones rampantes o voladores. Está el rey dragón del Este, que preside la salida del sol, el del Oeste, que preside la puesta, los dragones de los ríos, los dragones de los océanos, los de las montañas y los de las llanuras, y también los dragones de faroles y de papel, que son la atracción del día de año nuevo y de numerosas festividades ... 





Está el pequeño dragón amarillo, y el gran dragón negro, el amable, el malicioso, el generoso, el malo ... todo un universo de dragones. 





***


El príncipe Thou-Ti manifestó desde su más tierna infancia una pasión desmesurada por los dragones. Sólo le gustaban los juguetes y las imágenes que los representaban. Sus padres, indulgentes, tapizaron su habitación con todos los dragones imaginables: amarillos, rojos, blancos ... No se cansaba nunca de ellos, y su confidente preferido era un dragón de tela de fauces falsamente amenazadoras, que no se separaba nunca de sus brazos, ni de su corazón. Cuando llegó a adulto y, a la muerte de sus padres, fue dueño de sus bienes, dedicó toda su fortuna a rodearse de dragones. Hizo acudir a su residencia a los pintores más reputados y les ordenó que decorasen, de acuerdo con sus deseos, los suelos, los tabiques, las paredes y los techos: 





-Dondequiera que ponga los ojos -les dijo- no quiero ver otra cosa que dragones. 





Así se hizo. Pero Thou-Ti todavía no estaba satisfecho. Hizo llamar a los escultores que habían esculpido los dos dragones de oro que adornan el palacio del emperador: 





-Quiero una réplica de esos dos dragones -les di- jo-. Después esculpiréis en forma de dragones todas las columnas y todos los pilares de mi casa. Poco importa el tiempo o el dinero, pero que vuestra obra sea de una verdad patente. 






Los artistas, sus obreros y sus ayudantes, se pusieron todos a trabajar. Jamás vio nadie semejante proliferación de dragones en una casa. Los había en los rincones, en los salientes más pequeños, y eran tan exactos que parecían estar a punto de hablar. Pero el príncipe Thou-Ti todavía no estaba satisfecho. Hizo acudir al mejor tejedor del reino. Le encargó siete tapices de seda y nueve tapices de lana que representaran dragones de todos los colores: amarillos, rojos, negros, blancos, e incluso azules, que eran tan raros ... Se ejecutó el trabajo. Thou-Ti debería haber estado satisfe- cho. Pero todavía se lamentaba en secreto: 





-¡Ah ... ! -suspiraba- ¡Daría cualquier cosa por contemplar el rostro de un verdadero dragón! 





Y resultó que el Gran Dragón, que habita en los sombríos bosques del norte de la China, estaba viajando por aquella provincia. Oyó la queja de Thou-Ti.





-He aquí un príncipe -pensó- que ama verdaderamente a los dragones, se ha rodeado de todas las efigies concebibles y rinde a nuestra especie un verdadero culto. Quiero recompensarle permitiéndole entrever mi noble rostro.





Se acercó a la residencia de Thou-Ti y pasó la cabeza por una ventana del salón. El enamorado de los dragones, muellemente tendido sobre cojines poblados de gentiles dragones amarillos, rojos y blancos, soñaba. Estaba admirando el bello dragón azul que adornaba el techo cuando su mirada cayó por azar sobre una visión de pesadilla. Una cara innoble se mostraba en la ventana, con dos colmillos en una boca desdentada, que se retorcía en una mueca horrible. Y, el colmo del horror, el monstruo le sonreía...





El príncipe Thou-Ti, al ver un dragón de verdad, huyó aterrorizado.












Extraído de:


La Grulla Cenicienta


Los más bellos cuentos zen


Henry Brunel


Fotografía del internet



EL PRÍNCIPE THOU-TI Y LOS DRAGONES


Los dragones ocupan un lugar insigne en el ritual, las festividades y el imaginario chino. Animales fabulosos, provistos de alas, armados con garras, dotados de una cola de serpiente, de fauces que escupen fuego, un cuerpo multiforme, lagartos, reptiles, varanos, dragones rampantes o voladores. Está el rey dragón del Este, que preside la salida del sol, el del Oeste, que preside la puesta, los dragones de los ríos, los dragones de los océanos, los de las montañas y los de las llanuras, y también los dragones de faroles y de papel, que son la atracción del día de año nuevo y de numerosas festividades ... 

Está el pequeño dragón amarillo, y el gran dragón negro, el amable, el malicioso, el generoso, el malo ... todo un universo de dragones. 

***
El príncipe Thou-Ti manifestó desde su más tierna infancia una pasión desmesurada por los dragones. Sólo le gustaban los juguetes y las imágenes que los representaban. Sus padres, indulgentes, tapizaron su habitación con todos los dragones imaginables: amarillos, rojos, blancos ... No se cansaba nunca de ellos, y su confidente preferido era un dragón de tela de fauces falsamente amenazadoras, que no se separaba nunca de sus brazos, ni de su corazón. Cuando llegó a adulto y, a la muerte de sus padres, fue dueño de sus bienes, dedicó toda su fortuna a rodearse de dragones. Hizo acudir a su residencia a los pintores más reputados y les ordenó que decorasen, de acuerdo con sus deseos, los suelos, los tabiques, las paredes y los techos: 

-Dondequiera que ponga los ojos -les dijo- no quiero ver otra cosa que dragones. 

Así se hizo. Pero Thou-Ti todavía no estaba satisfecho. Hizo llamar a los escultores que habían esculpido los dos dragones de oro que adornan el palacio del emperador: 

-Quiero una réplica de esos dos dragones -les di- jo-. Después esculpiréis en forma de dragones todas las columnas y todos los pilares de mi casa. Poco importa el tiempo o el dinero, pero que vuestra obra sea de una verdad patente. 

Los artistas, sus obreros y sus ayudantes, se pusieron todos a trabajar. Jamás vio nadie semejante proliferación de dragones en una casa. Los había en los rincones, en los salientes más pequeños, y eran tan exactos que parecían estar a punto de hablar. Pero el príncipe Thou-Ti todavía no estaba satisfecho. Hizo acudir al mejor tejedor del reino. Le encargó siete tapices de seda y nueve tapices de lana que representaran dragones de todos los colores: amarillos, rojos, negros, blancos, e incluso azules, que eran tan raros ... Se ejecutó el trabajo. Thou-Ti debería haber estado satisfe- cho. Pero todavía se lamentaba en secreto: 

-¡Ah ... ! -suspiraba- ¡Daría cualquier cosa por contemplar el rostro de un verdadero dragón! 

Y resultó que el Gran Dragón, que habita en los sombríos bosques del norte de la China, estaba viajando por aquella provincia. Oyó la queja de Thou-Ti.

-He aquí un príncipe -pensó- que ama verdaderamente a los dragones, se ha rodeado de todas las efigies concebibles y rinde a nuestra especie un verdadero culto. Quiero recompensarle permitiéndole entrever mi noble rostro.

Se acercó a la residencia de Thou-Ti y pasó la cabeza por una ventana del salón. El enamorado de los dragones, muellemente tendido sobre cojines poblados de gentiles dragones amarillos, rojos y blancos, soñaba. Estaba admirando el bello dragón azul que adornaba el techo cuando su mirada cayó por azar sobre una visión de pesadilla. Una cara innoble se mostraba en la ventana, con dos colmillos en una boca desdentada, que se retorcía en una mueca horrible. Y, el colmo del horror, el monstruo le sonreía...

El príncipe Thou-Ti, al ver un dragón de verdad, huyó aterrorizado.



Extraído de:
La Grulla Cenicienta
Los más bellos cuentos zen
Henry Brunel
Fotografía del internet

IDEAS











Tomado del libro:


El Librito Que Fortalece


Proverbios reconfortantesy máximas motivadora


Lucia Canovi


Fotografía extraída de internet


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Tomado del libro:
El Librito Que Fortalece
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Lucia Canovi
Fotografía extraída de internet