martes, 31 de enero de 2017

LA PEQUEÑA LLANA ENCANTADA








El cuento zen, aparte de lo que dice, despierta en nosotros sutiles resonancias, abre el camino del eterno Atma. 





***





Huo-Huan era huérfano de padre. A los trece años era considerado un niño prodigio. Su madre lo adoraba. Todos le auguraban un brillante futuro. Sería, tal como lo exigía la tradición familiar, un gran mandarín, un letrado respetado. El gobernador ya le reservaba un lugar de honor a su lado. Una mañana, mientras iba a clase como de costumbre, se cruzó en la calle con una muchacha de una gran belleza, llamada Ts'ing-Ngo. Se enamoró de ella de modo fulminante, y su vida dio un vuelco. Igual que un barco sorprendido por la tempestad, que cambia bruscamente de rumbo y va a encallar en una orilla desconocida. 





Como Huo-Huan se lo pidió con insistencia, su madre inició las gestiones de costumbre ante los padres de la muchacha. Ts'ing-Ngo pertenecía a una familia honorable. Su padre, antiguo intendente del templo, se había retirado a la montaña. Había dejado órdenes. Su hija debía llevar una vida consagrada, no le estaba permitido casarse. Huo, cuando lo supo, cayó en la desesperación. Su pena era tan violenta, tan terrible, que su madre temía por su vida. Una mañana al salir de su casa, perdido en sus pensamientos, tropezó con un transeúnte, un religioso taoísta. Huo se excusó, y el santo varón le respondió con una sonrisa. Llevaba en la mano una pequeña llana, que agitaba ante sí. Huo, maquinalmente, le preguntó: 





-¿Por qué lleváis en la mano esta pequeña llana? 





-Es un objeto mágico -dijo el religioso- que me permite atravesar los muros y recoger hierbas medicinales. 





-¿Esta pequeña llana atraviesa los muros? 





-Sí -afirmó el religioso, y acto seguido se lo demostró atacando un edificio próximo. 





La pequeña llana penetraba en la mampostería como en una masa de mantequilla. El taoísta lo probó en diversos lugares con la misma facilidad. Huo, distraído por un momento de su tristeza, lo miraba con estupor. 





-Si esta pequeña llana os gusta, os la doy --dijo en- tonces el religioso. Huo quiso pagar por ella un precio adecuado, pero el santo varón se negó y, con una última sonrisa, se marchó. 





***





Durante los días siguientes Huo probó la pequeña lla na encantada con todo lo que se presentaba. Atravesó tabiques, horadó muros y lleno de fiebre agujereó incluso las piedras del camino. Una noche se encontró ante la casa de su amada. ¿Porqué estaba allí? No tenía ninguna intención precisa, pero una fuerza irresistible le arrastraba. Perforó el muro exterior, horadó paredes y tabiques y atravesó así toda la casa hasta la habitación, donde vio de pronto a Ts'ing, que se disponía a acostarse. La muchacha se acostó. Huo, con el corazón latiéndole fuertemente, intimidado, esperó. Finalmente, cuando Ts'ing se hubo dormido, se deslizó a su lado, se envolvió en una manta bordada y se durmió a su vez en el recinto de su aliento perfumado. 





Por la mañana una sirvienta que iba a despertar a su señora encontró a los dos niños castamente dormidos uno al lado del otro. Horrorizada, lanzó un grito, y pronto las criadas y los criados armados con bastones formaron un círculo alrededor del intruso. Le reconocieron. Era Huo, el estudiante, el letrado. Accedieron a perdonarle, con la condición de que aquello no se repitiera nunca y de que no volviera a ver a la muchacha. Pero Ts'ing, durante ese tiempo, permaneció pensativa, el muchacho le había tocado el corazón. Por eso, a pesar de la oposición del padre, el santo varón retirado a la montaña, de la incomprensión de la madre y de la vergüenza de la madre de Huo, que deploraba la mala conducta de su hijo, se celebró el matrimonio poco después, gracias a la benévola intervención del gobernador de la ciudad. 





No se sabe si los jóvenes esposos fueron felices en este mundo, pues poco después de la boda Ts'ing murió. Huo desapareció unos meses más tarde. Se murmura que se lle vó la pequeña llana encantada y liberó de la piedra de la tumba a su amada. Ahora están reunidos para siempre en la eternidad en el palacio del fondo del mar ... de los inmortales. 









Extraído de:


La Grulla Cenicienta


Los más bellos cuentos zen


Henry Brunel


Fotografía del internet



LA PEQUEÑA LLANA ENCANTADA


El cuento zen, aparte de lo que dice, despierta en nosotros sutiles resonancias, abre el camino del eterno Atma. 

***

Huo-Huan era huérfano de padre. A los trece años era considerado un niño prodigio. Su madre lo adoraba. Todos le auguraban un brillante futuro. Sería, tal como lo exigía la tradición familiar, un gran mandarín, un letrado respetado. El gobernador ya le reservaba un lugar de honor a su lado. Una mañana, mientras iba a clase como de costumbre, se cruzó en la calle con una muchacha de una gran belleza, llamada Ts'ing-Ngo. Se enamoró de ella de modo fulminante, y su vida dio un vuelco. Igual que un barco sorprendido por la tempestad, que cambia bruscamente de rumbo y va a encallar en una orilla desconocida. 

Como Huo-Huan se lo pidió con insistencia, su madre inició las gestiones de costumbre ante los padres de la muchacha. Ts'ing-Ngo pertenecía a una familia honorable. Su padre, antiguo intendente del templo, se había retirado a la montaña. Había dejado órdenes. Su hija debía llevar una vida consagrada, no le estaba permitido casarse. Huo, cuando lo supo, cayó en la desesperación. Su pena era tan violenta, tan terrible, que su madre temía por su vida. Una mañana al salir de su casa, perdido en sus pensamientos, tropezó con un transeúnte, un religioso taoísta. Huo se excusó, y el santo varón le respondió con una sonrisa. Llevaba en la mano una pequeña llana, que agitaba ante sí. Huo, maquinalmente, le preguntó: 

-¿Por qué lleváis en la mano esta pequeña llana? 

-Es un objeto mágico -dijo el religioso- que me permite atravesar los muros y recoger hierbas medicinales. 

-¿Esta pequeña llana atraviesa los muros? 

-Sí -afirmó el religioso, y acto seguido se lo demostró atacando un edificio próximo. 

La pequeña llana penetraba en la mampostería como en una masa de mantequilla. El taoísta lo probó en diversos lugares con la misma facilidad. Huo, distraído por un momento de su tristeza, lo miraba con estupor. 

-Si esta pequeña llana os gusta, os la doy --dijo en- tonces el religioso. Huo quiso pagar por ella un precio adecuado, pero el santo varón se negó y, con una última sonrisa, se marchó. 

***

Durante los días siguientes Huo probó la pequeña lla na encantada con todo lo que se presentaba. Atravesó tabiques, horadó muros y lleno de fiebre agujereó incluso las piedras del camino. Una noche se encontró ante la casa de su amada. ¿Porqué estaba allí? No tenía ninguna intención precisa, pero una fuerza irresistible le arrastraba. Perforó el muro exterior, horadó paredes y tabiques y atravesó así toda la casa hasta la habitación, donde vio de pronto a Ts'ing, que se disponía a acostarse. La muchacha se acostó. Huo, con el corazón latiéndole fuertemente, intimidado, esperó. Finalmente, cuando Ts'ing se hubo dormido, se deslizó a su lado, se envolvió en una manta bordada y se durmió a su vez en el recinto de su aliento perfumado. 

Por la mañana una sirvienta que iba a despertar a su señora encontró a los dos niños castamente dormidos uno al lado del otro. Horrorizada, lanzó un grito, y pronto las criadas y los criados armados con bastones formaron un círculo alrededor del intruso. Le reconocieron. Era Huo, el estudiante, el letrado. Accedieron a perdonarle, con la condición de que aquello no se repitiera nunca y de que no volviera a ver a la muchacha. Pero Ts'ing, durante ese tiempo, permaneció pensativa, el muchacho le había tocado el corazón. Por eso, a pesar de la oposición del padre, el santo varón retirado a la montaña, de la incomprensión de la madre y de la vergüenza de la madre de Huo, que deploraba la mala conducta de su hijo, se celebró el matrimonio poco después, gracias a la benévola intervención del gobernador de la ciudad. 

No se sabe si los jóvenes esposos fueron felices en este mundo, pues poco después de la boda Ts'ing murió. Huo desapareció unos meses más tarde. Se murmura que se lle vó la pequeña llana encantada y liberó de la piedra de la tumba a su amada. Ahora están reunidos para siempre en la eternidad en el palacio del fondo del mar ... de los inmortales. 


Extraído de:
La Grulla Cenicienta
Los más bellos cuentos zen
Henry Brunel
Fotografía del internet

SORPRESA






SORPRESA


lunes, 30 de enero de 2017

¿ALUCINACIÓN O REALIDAD?



¿ALUCINACIÓN O REALIDAD?

PRAJNA, LA SABIDURÍA








Recuerdo el primer retiro que dirigí tras la publicación de The Wisdom of No Escape. La mayoría de las personas habían venido porque se sentían atraídas por la noción de maitri que impregnaba el libro. En torno al tercer día de trabajo estábamos todos sentados en meditación cuando de repente una mujer se puso de pie, hizo unos estiramientos y se tumbó en el suelo. Cuando le interrogué al respecto un poco más tarde, me dijo: «Bien, me sentía tan cansada que pensé en ser buena conmigo mismo y darme un descanso.» Entonces me di cuenta de que tenía que hablar de la magia de la disciplina y de no dejarse arrastrar por los estados de ánimo. 





La primera vez que medité con los estudiantes de Trungpa Rinpoche fue en 1972. El no llevaba mucho tiempo en Norteamérica y su trabajo estaba empezando a evolucionar. En una esquina de la habitación había un hombre parapetado sobre tres cojines redondos, y cada cinco o diez minutos se venía abajo con todo el montaje. Entonces volvía a colocar los cojines y continuaba. Otra estudiante daba saltos y salía corriendo de la habitación llorando. Lo hizo como unas cinco veces en una sesión de una hora. Cuando empezamos a meditar caminando, había tantos estilos distintos y excéntricos como personas: una persona doblaba mucho la rodilla y daba los pasos medio flotando, otro andaba hacia atrás... Todo aquello era muy entretenido, pero nos distraía enormemente. Poco después, Rinpoche comenzó a introducir poco a poco un tipo de meditación estándar y las cosas se calma- ron considerablemente. 





Lo que disciplinamos no es nuestra «maldad» o nuestra «equivocación», sino cualquier tipo posible de escape de la realidad. En otras palabras: la disciplina nos permite estar aquí y conectar con la riqueza del momento. 





Lo que libera a la disciplina de la severidad es prajna, la sabiduría. Disciplina no equivale a decirnos que no debemos disfrutar de nada placentero o que debemos controlarnos a toda costa. Por el contrario, el camino de la disciplina nos proporciona el ánimo necesario para poder abandonarnos. Es una especie de proceso de deshacer que nos ayuda a ir contra el núcleo de nuestros hábitos dolorosos.









Extracto del libro:


Cuando Todo Se Derrumba


Pema Chödron


Fotografía de Internet



PRAJNA, LA SABIDURÍA


Recuerdo el primer retiro que dirigí tras la publicación de The Wisdom of No Escape. La mayoría de las personas habían venido porque se sentían atraídas por la noción de maitri que impregnaba el libro. En torno al tercer día de trabajo estábamos todos sentados en meditación cuando de repente una mujer se puso de pie, hizo unos estiramientos y se tumbó en el suelo. Cuando le interrogué al respecto un poco más tarde, me dijo: «Bien, me sentía tan cansada que pensé en ser buena conmigo mismo y darme un descanso.» Entonces me di cuenta de que tenía que hablar de la magia de la disciplina y de no dejarse arrastrar por los estados de ánimo. 

La primera vez que medité con los estudiantes de Trungpa Rinpoche fue en 1972. El no llevaba mucho tiempo en Norteamérica y su trabajo estaba empezando a evolucionar. En una esquina de la habitación había un hombre parapetado sobre tres cojines redondos, y cada cinco o diez minutos se venía abajo con todo el montaje. Entonces volvía a colocar los cojines y continuaba. Otra estudiante daba saltos y salía corriendo de la habitación llorando. Lo hizo como unas cinco veces en una sesión de una hora. Cuando empezamos a meditar caminando, había tantos estilos distintos y excéntricos como personas: una persona doblaba mucho la rodilla y daba los pasos medio flotando, otro andaba hacia atrás... Todo aquello era muy entretenido, pero nos distraía enormemente. Poco después, Rinpoche comenzó a introducir poco a poco un tipo de meditación estándar y las cosas se calma- ron considerablemente. 

Lo que disciplinamos no es nuestra «maldad» o nuestra «equivocación», sino cualquier tipo posible de escape de la realidad. En otras palabras: la disciplina nos permite estar aquí y conectar con la riqueza del momento. 

Lo que libera a la disciplina de la severidad es prajna, la sabiduría. Disciplina no equivale a decirnos que no debemos disfrutar de nada placentero o que debemos controlarnos a toda costa. Por el contrario, el camino de la disciplina nos proporciona el ánimo necesario para poder abandonarnos. Es una especie de proceso de deshacer que nos ayuda a ir contra el núcleo de nuestros hábitos dolorosos.


Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron
Fotografía de Internet

QUERER ORGANIZAR LA VIDA DE LOS DEMÁS






QUERER ORGANIZAR LA VIDA DE LOS DEMÁS


domingo, 29 de enero de 2017

POR LA CALIDEZ








Queridos amigos, el siguiente poema lo escribí durante la Guerra de Vietnam después de que la fuerza aérea de los Estados Unidos bombardeara el pueblo de Ben Tre. Ben Tre es el pueblo natal de mi colaboradora, la hermana Chân Không. Las fuerzas de los Estados Unidos destruyeron por completo el pueblo porque allí había cinco o seis guerrilleros. Más tarde un oficial declaró que se había visto forzado a bombardear y destruir Ben Tre para salvarlo del comunismo. Este poema tiene que ver con el enojo.








Sostengo mi rostro entre ambas manos.


No, no estoy llorando.





Sostengo mi rostro entre ambas manos


para mantener tibia mi tristeza,


dos manos que protegen


dos manos que nutren


dos manos que impiden


que mi alma me deje


sumido en la ira.[1]





Yo estaba muy enojado. No era la ira mía únicamente, sino la ira de toda una nación. La ira es una clase de energía que nos hace sufrir a nosotros y a quienes nos rodean. Como monje, cuando me enojo, practico el cuidado de mi enojo. No dejo que me haga sufrir o que me destruya. Si cuidan bien de su enojo y son capaces de hallar alivio, podrán vivir felices con mucha alegría.








[1] Véase Thich Hant Hanh "For Warmth", en Call me by my true names (Berkekey, Parallax Press, 1999)










Extracto del libro:


Sea libre donde esté


Thich Nhat Hanh


Fotografía tomada de internet




POR LA CALIDEZ


Queridos amigos, el siguiente poema lo escribí durante la Guerra de Vietnam después de que la fuerza aérea de los Estados Unidos bombardeara el pueblo de Ben Tre. Ben Tre es el pueblo natal de mi colaboradora, la hermana Chân Không. Las fuerzas de los Estados Unidos destruyeron por completo el pueblo porque allí había cinco o seis guerrilleros. Más tarde un oficial declaró que se había visto forzado a bombardear y destruir Ben Tre para salvarlo del comunismo. Este poema tiene que ver con el enojo.


Sostengo mi rostro entre ambas manos.
No, no estoy llorando.

Sostengo mi rostro entre ambas manos
para mantener tibia mi tristeza,
dos manos que protegen
dos manos que nutren
dos manos que impiden
que mi alma me deje
sumido en la ira.[1]

Yo estaba muy enojado. No era la ira mía únicamente, sino la ira de toda una nación. La ira es una clase de energía que nos hace sufrir a nosotros y a quienes nos rodean. Como monje, cuando me enojo, practico el cuidado de mi enojo. No dejo que me haga sufrir o que me destruya. Si cuidan bien de su enojo y son capaces de hallar alivio, podrán vivir felices con mucha alegría.


[1] Véase Thich Hant Hanh "For Warmth", en Call me by my true names (Berkekey, Parallax Press, 1999)


Extracto del libro:
Sea libre donde esté
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

¡JUÉGATELA!






¡JUÉGATELA!


sábado, 28 de enero de 2017

¡ALÉGRATE!








Causa-efecto 


Religión 


Felicidad





Desde este mismo momento, inténtalo: intenta ser feliz y estar lleno de dicha.





Te formularé una de las leyes más profundas de la vida. Tal vez no hayas pensado nunca en ello. Sabes (todo el aparato científico depende de esto) que todo se basa en la relación de cau­sa-efecto. Generas la causa y a ésta la sigue el efecto. La vida es un nexo causal. Plantas la semilla en el suelo y brota. Si la causa esta allí, la sigue el efecto. El fuego está allí: pones la mano en él y te quemas. La causa está allí, y la sigue el efecto. Tomas veneno y mueres. Tú dispones la causa y luego viene el efecto. Ésta es una de las leyes científicas más elementales: que la relación causa-efecto constituye el nexo más íntimo de todos los procesos de la vida.





La religión conoce una segunda ley que es aún más profunda que ésta. Pero esta segunda ley, más profunda que la primera, te parecerá absurda si no la conoces y no la experimentas. La religión dice: produce el efecto, y viene la causa. Esto es absolutamente absurdo en térmi­nos científicos. La ciencia dice: si la causa está allí, viene el efecto. La religión dice que lo con­trario también es cierto: generas el efecto y mi­ra, a éste lo sigue la causa.





Hay una situación en la que te sientes feliz. Ha llegado un amigo, ha llamado un ser queri­do. Una situación es la causa: te sientes feliz. La felicidad es el efecto, siendo la causa la llegada del ser querido. La religión dice: alégrate y el ser querido vendrá. Genera el efecto y se producirá la causa. Y, según mi experiencia personal„ la segunda ley es más fundamental que la primera. Lo estuve haciendo y sucedió así.





Sólo alégrate, y el ser querido aparecerá. Sólo alé­grate, y tus amigos estarán allí. Sólo alégrate, y to­do sucederá.









Referencia:


El dios de todos (Osho)


Un camino espiritual para descubrir a Dios


Fotografía tomada de internet



¡ALÉGRATE!


Causa-efecto 
Religión 
Felicidad

Desde este mismo momento, inténtalo: intenta ser feliz y estar lleno de dicha.

Te formularé una de las leyes más profundas de la vida. Tal vez no hayas pensado nunca en ello. Sabes (todo el aparato científico depende de esto) que todo se basa en la relación de cau­sa-efecto. Generas la causa y a ésta la sigue el efecto. La vida es un nexo causal. Plantas la semilla en el suelo y brota. Si la causa esta allí, la sigue el efecto. El fuego está allí: pones la mano en él y te quemas. La causa está allí, y la sigue el efecto. Tomas veneno y mueres. Tú dispones la causa y luego viene el efecto. Ésta es una de las leyes científicas más elementales: que la relación causa-efecto constituye el nexo más íntimo de todos los procesos de la vida.

La religión conoce una segunda ley que es aún más profunda que ésta. Pero esta segunda ley, más profunda que la primera, te parecerá absurda si no la conoces y no la experimentas. La religión dice: produce el efecto, y viene la causa. Esto es absolutamente absurdo en térmi­nos científicos. La ciencia dice: si la causa está allí, viene el efecto. La religión dice que lo con­trario también es cierto: generas el efecto y mi­ra, a éste lo sigue la causa.

Hay una situación en la que te sientes feliz. Ha llegado un amigo, ha llamado un ser queri­do. Una situación es la causa: te sientes feliz. La felicidad es el efecto, siendo la causa la llegada del ser querido. La religión dice: alégrate y el ser querido vendrá. Genera el efecto y se producirá la causa. Y, según mi experiencia personal„ la segunda ley es más fundamental que la primera. Lo estuve haciendo y sucedió así.

Sólo alégrate, y el ser querido aparecerá. Sólo alé­grate, y tus amigos estarán allí. Sólo alégrate, y to­do sucederá.


Referencia:
El dios de todos (Osho)
Un camino espiritual para descubrir a Dios
Fotografía tomada de internet

EL DICTADOR QUE HAY EN USTED






EL DICTADOR QUE HAY EN USTED


viernes, 27 de enero de 2017

EL INCORREGIBLE








Hace tres siglos, el río huyó de los franceses. Después, tampoco los ingleses pudieron atraparlo. El nunca estaba donde los mapas decían. Algún colono dibujaba su curso en el día, y en la noche el río se escapaba y se echaba a correr por otros rumbos.





En 1830, fue cazado. Y una ciudad, la ciudad de Chicago, creció a sus orillas.





Cuarenta años después, el río se vengó. Cuando se incendió la ciudad, está probado, él fue cómplice del fuego. El río ardió tanto como la ciudad que ardía, y nadie pudo salvarse arrojándose a sus aguas en llamas.





La ciudad resucitó. Se dictó orden de civilizar al salvaje: el río fue dragado, profundizado, canalizado y encerrado entre altos muros de cemento. Le desviaron el rumbo y lo obligaron a fluir al revés.





Una mañana de la primavera de 1992, cuando ya el río estaba por cumplir un siglo de buena conducta, la ciudad amaneció con los pies mojados. Fue una fea manera de despertar. Traspiraba el Metro, traspiraban los sótanos: el río domado estaba brotando, desde las profundidades, por los poros de las paredes, y no había manera de pararlo: el río asomó por gotas, pero después saltó a chorros y embistió a la ciudad.





Al cabo de unos días de combate, el rebelde fue vencido. Desde entonces, la ciudad duerme con un solo ojo.











Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet


EL INCORREGIBLE


Hace tres siglos, el río huyó de los franceses. Después, tampoco los ingleses pudieron atraparlo. El nunca estaba donde los mapas decían. Algún colono dibujaba su curso en el día, y en la noche el río se escapaba y se echaba a correr por otros rumbos.

En 1830, fue cazado. Y una ciudad, la ciudad de Chicago, creció a sus orillas.

Cuarenta años después, el río se vengó. Cuando se incendió la ciudad, está probado, él fue cómplice del fuego. El río ardió tanto como la ciudad que ardía, y nadie pudo salvarse arrojándose a sus aguas en llamas.

La ciudad resucitó. Se dictó orden de civilizar al salvaje: el río fue dragado, profundizado, canalizado y encerrado entre altos muros de cemento. Le desviaron el rumbo y lo obligaron a fluir al revés.

Una mañana de la primavera de 1992, cuando ya el río estaba por cumplir un siglo de buena conducta, la ciudad amaneció con los pies mojados. Fue una fea manera de despertar. Traspiraba el Metro, traspiraban los sótanos: el río domado estaba brotando, desde las profundidades, por los poros de las paredes, y no había manera de pararlo: el río asomó por gotas, pero después saltó a chorros y embistió a la ciudad.

Al cabo de unos días de combate, el rebelde fue vencido. Desde entonces, la ciudad duerme con un solo ojo.



Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet

CAMBIOS INTELIGENTES






CAMBIOS INTELIGENTES


jueves, 26 de enero de 2017

NO TODAS LAS NORMAS SON ACEPTABLES








Para ser flexible





• El coste del pensamiento inconformista es que las mentes rígidas te señalen y te sancionen por no acatar todas las reglas al pie de la letra. En la vida te enfrentas a dos resistencias: la resistencia a la influencia social (no seguir la corriente) y la resistencia al cambio (quedar apegado a lo viejo). Ésa es la tensión natural del que quiere transformarse. 





• El pensamiento flexible lo resuelve a favor de un cambio inteligente y sopesado: «No todas las normas son aceptables». Por lo tanto, el cambio es una necesidad vital sin la cual entraremos inexorablemente en el museo de los prescindibles.





¿Qué necesitas?: Claridad conceptual (saber por qué no vas a aceptar tal o cual cosa, sopesar pros y contras, tener claros tus principios); y valentía (independencia del qué dirán, ser atrevido o atrevida, defender tu individualidad sin ser egoísta). 





• ¿No sientes a veces el deseo de romper con toda tradición y hacer lo que te venga en gana? Los griegos llamados «cínicos», con Diógenes a la cabeza, lo hacían descaradamente. Lo curioso era que, aunque producían escozor en las clases dominantes, los admiraban por ser sabios. ¿Sabes quiénes eran los modelos de Diógenes? ¡Un ratón y un perro! ¿Sabes quién era un admirador de Diógenes? Alejandro Magno.





• Juégatela por tus ideas. ¿Qué puedes perder? Prefiero que no me quieran por ser como soy, a que me quieran porque sigo mansamente a las mayorías. Ser flexible en el tema de la normatividad es ser uno mismo de manera inteligente. El flexible no se acopla radicalmente, sólo lo hace hasta donde la propia esencia y conciencia le permitan.









Extracto del libro:



El arte de ser flexible




Walter Riso


Fotografía tomada de internet




NO TODAS LAS NORMAS SON ACEPTABLES


Para ser flexible

• El coste del pensamiento inconformista es que las mentes rígidas te señalen y te sancionen por no acatar todas las reglas al pie de la letra. En la vida te enfrentas a dos resistencias: la resistencia a la influencia social (no seguir la corriente) y la resistencia al cambio (quedar apegado a lo viejo). Ésa es la tensión natural del que quiere transformarse. 

• El pensamiento flexible lo resuelve a favor de un cambio inteligente y sopesado: «No todas las normas son aceptables». Por lo tanto, el cambio es una necesidad vital sin la cual entraremos inexorablemente en el museo de los prescindibles.

¿Qué necesitas?: Claridad conceptual (saber por qué no vas a aceptar tal o cual cosa, sopesar pros y contras, tener claros tus principios); y valentía (independencia del qué dirán, ser atrevido o atrevida, defender tu individualidad sin ser egoísta). 

• ¿No sientes a veces el deseo de romper con toda tradición y hacer lo que te venga en gana? Los griegos llamados «cínicos», con Diógenes a la cabeza, lo hacían descaradamente. Lo curioso era que, aunque producían escozor en las clases dominantes, los admiraban por ser sabios. ¿Sabes quiénes eran los modelos de Diógenes? ¡Un ratón y un perro! ¿Sabes quién era un admirador de Diógenes? Alejandro Magno.

• Juégatela por tus ideas. ¿Qué puedes perder? Prefiero que no me quieran por ser como soy, a que me quieran porque sigo mansamente a las mayorías. Ser flexible en el tema de la normatividad es ser uno mismo de manera inteligente. El flexible no se acopla radicalmente, sólo lo hace hasta donde la propia esencia y conciencia le permitan.


Extracto del libro:
El arte de ser flexible
Walter Riso
Fotografía tomada de internet

QUERER ORGANIZAR LA VIDA DE LOS DEMÁS






QUERER ORGANIZAR LA VIDA DE LOS DEMÁS


miércoles, 25 de enero de 2017

REACCIONAR MENOS Y ACTUAR MÁS










El despertar debe ser una sorpresa. Cuando usted no espera que algo suceda, y sucede, usted se sorprende. Cuando la esposa de Webster lo encontró besando a la empleada doméstica, le dijo que estaba muy sorprendida. Webster era escrupuloso en el uso preciso de las palabras (lo cual es comprensible, puesto que escribió un diccionario), de manera que le dijo: "No, querida, el sorprendido fui yo. ¡Tú estás atónita!".





Algunas personas hacen del despertar una meta. Están decididas a lograrlo; dicen: "Me niego a ser feliz hasta que haya despertado". En ese caso, es mejor que usted sea como es; sencillamente ser consciente de su manera de ser. La simple consciencia es felicidad, comparada con el esfuerzo de reaccionar siempre. La gente reacciona tan rápido porque no es consciente. Pero a medida que se desarrolla la consciencia, usted reacciona menos y actúa más. Realmente no importa.






Cuentan que un discípulo le dijo a su gurú que se iba para un sitio lejano a meditar con la esperanza de lograr despertar. de manera que cada seis meses le enviaba a su gurú una nota para informarlo acerca de su progreso. El primer informe decía: "Ahora comprendo lo que significa perderse a sí mismo". El gurú rompió la nota y la tiró al recipiente de la basura. A los seis meses, recibió otro informe que decía: "Ahora he logrado ser sensible a todos los seres". También la rompió. Un tercer informe decía: "Ahora comprendo el secreto de lo uno y de lo múltiple". También lo rompió. Y así siguió durante años, hasta que no llegaron más informes. después de un tiempo, al gurú le dio curiosidad, y un día se encontró con un viajero que iba a ese sitio lejano. el gurú le dijo: "¿Por qué no averigua qué le pasó a ese hombre? Finalmente recibió una nota de su discípulo. Decía: "¿Qué importa? Y cuando el gurú la leyó dijo: "¡Lo logró! ¡Lo logró! ¡Finalmente lo logró!".





Y tenemos la historia de un soldado que estaba en el campo de batalla y que, sencillamente, dejaba su rifle en el suelo, recogía un pedazo de papel que había por ahí y lo miraba. Luego lo dejaba caer al piso. Después se dirigía a otra parte y hacía lo mismo. Los demás decían: "Ese hombre se está exponiendo a la muerte. Necesita ayuda". De manera que lo hospitalizaron y consiguieron al mejor siquiatra para que lo tratara. Pero eso no parecía producir ningún efecto. el soldado andaba por los pabellones recogiendo pedazos de papel, los miraba distraídamente y los dejaba caer al suelo. Finalmente dijeron: "Tenemos que licenciar a este hombre". De manera que lo llamaron y le dieron un certificado de licenciamiento; él lo tomó distraídamente, lo miró y gritó: "¿Éste es? ¿Es este?. Finalmente lo logró.





De manera que empiecen por ser conscientes de su situación actual, cualquiera que ella sea. Deje de ser un dictador. Deje de tratar de forzarse a algo. Entonces, algún día comprenderá que sencillamente, por la consciencia usted logró lo que estaba tratando de conseguir.









Extracto del libro:


Despierta (charlas sobre la espiritualidad)




Anthony de Mello


Fotografía tomada de internet



REACCIONAR MENOS Y ACTUAR MÁS


El despertar debe ser una sorpresa. Cuando usted no espera que algo suceda, y sucede, usted se sorprende. Cuando la esposa de Webster lo encontró besando a la empleada doméstica, le dijo que estaba muy sorprendida. Webster era escrupuloso en el uso preciso de las palabras (lo cual es comprensible, puesto que escribió un diccionario), de manera que le dijo: "No, querida, el sorprendido fui yo. ¡Tú estás atónita!".

Algunas personas hacen del despertar una meta. Están decididas a lograrlo; dicen: "Me niego a ser feliz hasta que haya despertado". En ese caso, es mejor que usted sea como es; sencillamente ser consciente de su manera de ser. La simple consciencia es felicidad, comparada con el esfuerzo de reaccionar siempre. La gente reacciona tan rápido porque no es consciente. Pero a medida que se desarrolla la consciencia, usted reacciona menos y actúa más. Realmente no importa.

Cuentan que un discípulo le dijo a su gurú que se iba para un sitio lejano a meditar con la esperanza de lograr despertar. de manera que cada seis meses le enviaba a su gurú una nota para informarlo acerca de su progreso. El primer informe decía: "Ahora comprendo lo que significa perderse a sí mismo". El gurú rompió la nota y la tiró al recipiente de la basura. A los seis meses, recibió otro informe que decía: "Ahora he logrado ser sensible a todos los seres". También la rompió. Un tercer informe decía: "Ahora comprendo el secreto de lo uno y de lo múltiple". También lo rompió. Y así siguió durante años, hasta que no llegaron más informes. después de un tiempo, al gurú le dio curiosidad, y un día se encontró con un viajero que iba a ese sitio lejano. el gurú le dijo: "¿Por qué no averigua qué le pasó a ese hombre? Finalmente recibió una nota de su discípulo. Decía: "¿Qué importa? Y cuando el gurú la leyó dijo: "¡Lo logró! ¡Lo logró! ¡Finalmente lo logró!".

Y tenemos la historia de un soldado que estaba en el campo de batalla y que, sencillamente, dejaba su rifle en el suelo, recogía un pedazo de papel que había por ahí y lo miraba. Luego lo dejaba caer al piso. Después se dirigía a otra parte y hacía lo mismo. Los demás decían: "Ese hombre se está exponiendo a la muerte. Necesita ayuda". De manera que lo hospitalizaron y consiguieron al mejor siquiatra para que lo tratara. Pero eso no parecía producir ningún efecto. el soldado andaba por los pabellones recogiendo pedazos de papel, los miraba distraídamente y los dejaba caer al suelo. Finalmente dijeron: "Tenemos que licenciar a este hombre". De manera que lo llamaron y le dieron un certificado de licenciamiento; él lo tomó distraídamente, lo miró y gritó: "¿Éste es? ¿Es este?. Finalmente lo logró.

De manera que empiecen por ser conscientes de su situación actual, cualquiera que ella sea. Deje de ser un dictador. Deje de tratar de forzarse a algo. Entonces, algún día comprenderá que sencillamente, por la consciencia usted logró lo que estaba tratando de conseguir.


Extracto del libro:
Despierta (charlas sobre la espiritualidad)
Anthony de Mello
Fotografía tomada de internet

SENTIMIENTOS NEGATIVOS






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