Recuerdo el primer retiro que dirigí tras la publicación de The Wisdom of No Escape. La mayoría de las personas habían venido porque se sentían atraídas por la noción de maitri que impregnaba el libro. En torno al tercer día de trabajo estábamos todos sentados en meditación cuando de repente una mujer se puso de pie, hizo unos estiramientos y se tumbó en el suelo. Cuando le interrogué al respecto un poco más tarde, me dijo: «Bien, me sentía tan cansada que pensé en ser buena conmigo mismo y darme un descanso.» Entonces me di cuenta de que tenía que hablar de la magia de la disciplina y de no dejarse arrastrar por los estados de ánimo.
La primera vez que medité con los estudiantes de Trungpa Rinpoche fue en 1972. El no llevaba mucho tiempo en Norteamérica y su trabajo estaba empezando a evolucionar. En una esquina de la habitación había un hombre parapetado sobre tres cojines redondos, y cada cinco o diez minutos se venía abajo con todo el montaje. Entonces volvía a colocar los cojines y continuaba. Otra estudiante daba saltos y salía corriendo de la habitación llorando. Lo hizo como unas cinco veces en una sesión de una hora. Cuando empezamos a meditar caminando, había tantos estilos distintos y excéntricos como personas: una persona doblaba mucho la rodilla y daba los pasos medio flotando, otro andaba hacia atrás... Todo aquello era muy entretenido, pero nos distraía enormemente. Poco después, Rinpoche comenzó a introducir poco a poco un tipo de meditación estándar y las cosas se calma- ron considerablemente.
Lo que disciplinamos no es nuestra «maldad» o nuestra «equivocación», sino cualquier tipo posible de escape de la realidad. En otras palabras: la disciplina nos permite estar aquí y conectar con la riqueza del momento.
Lo que libera a la disciplina de la severidad es prajna, la sabiduría. Disciplina no equivale a decirnos que no debemos disfrutar de nada placentero o que debemos controlarnos a toda costa. Por el contrario, el camino de la disciplina nos proporciona el ánimo necesario para poder abandonarnos. Es una especie de proceso de deshacer que nos ayuda a ir contra el núcleo de nuestros hábitos dolorosos.
Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron
Fotografía de Internet