viernes, 22 de febrero de 2019

NO PUEDO ESCAPAR A LA ENFERMEDAD










Está en mi naturaleza enfermar. 


No puedo escapar a la enfermedad 





El segundo recuerdo reconoce la universalidad de la enfermedad: «Inspiro y sé que está en mi naturaleza enfermar. Espiro y sé que no puedo escapar a la enfermedad». Siddhartha, como era conocido el Buda antes de practicar e iluminarse, era uno de los jóvenes más fuertes de Kapilavastu. A menudo, era el primero en las competiciones deportivas y todo el mundo, incluido su envidioso primo Devadatta, soñaba con emular sus hazañas. No es de extrañar que, sabiendo que pocas personas eran tan fuertes como él, Siddhartha se tornase naturalmente arrogante. Pero, en la medida en que profundizó la práctica de la meditación sentada, acabó reconociendo su arrogancia y desembarazándose de ella. 





Cuando gozamos de buena salud, podemos creer que la enfermedad es algo que solo afecta a los demás. Miramos a los demás y nos decimos que siempre están enfermos, que tienen que tomar medicinas y recibir masajes de continuo. Y creemos que nosotros no somos como ellos. 





Pero un buen día, sin embargo, acabamos enfermando. Si no somos diligentes y la asumimos ahora, esta realidad caerá súbitamente, un buen día, sobre nosotros y no sabremos cómo abordarla. Nuestras piernas todavía son fuertes y podemos correr, dar paseos meditativos y jugar al fútbol. Y también podemos utilizar nuestros brazos para hacer muchas cosas. Pero la mayoría no hacemos un buen uso de nuestra capacidad de cuidar adecuadamente de los demás y de nosotros mismos. No utilizamos nuestra energía para transformar nuestras aflicciones y contribuir a aliviar nuestro sufrimiento y el sufrimiento de los otros. 





Llegará el día en que, cuando tratemos de ponernos en pie para dar un paso, no podremos hacerlo. Por ello conviene asumir cuanto antes que, por el hecho de tener un cuerpo, seguramente acabemos enfermando. Esta es una comprensión que nos desembaraza de toda arrogancia relativa a nuestra buena salud. Entonces se abre ante nosotros el camino de la buena conducta, que nos permite emplear adecuadamente nuestro tiempo y nuestra energía para hacer lo que tenemos que hacer, sin vernos arrastrados por objetivos absurdos que pueden destruir nuestro cuerpo y nuestra mente. Lo que debemos hacer se torna entonces claro. 











Extracto del libro:


Miedo


Thich Nhat Hanh


Fotografía tomada de internet