Está en mi naturaleza enfermar. 
No puedo escapar a la enfermedad 
El segundo recuerdo reconoce la universalidad de la  enfermedad: «Inspiro y sé que está en mi naturaleza enfermar. Espiro y  sé que no puedo escapar a la enfermedad». Siddhartha, como era  conocido el Buda antes de practicar e iluminarse, era uno de los jóvenes  más fuertes de Kapilavastu. A menudo, era el primero en las  competiciones deportivas y todo el mundo, incluido su envidioso  primo Devadatta, soñaba con emular sus hazañas. No es de extrañar  que, sabiendo que pocas personas eran tan fuertes como él, Siddhartha  se tornase naturalmente arrogante. Pero, en la medida en que  profundizó la práctica de la meditación sentada, acabó reconociendo su  arrogancia y desembarazándose de ella. 
Cuando gozamos de buena salud, podemos creer que la enfermedad es algo que solo afecta a los demás. Miramos a los demás y  nos decimos que siempre están enfermos, que tienen que tomar  medicinas y recibir masajes de continuo. Y creemos que nosotros no  somos como ellos. 
Pero un buen día, sin embargo, acabamos enfermando. Si no  somos diligentes y la asumimos ahora, esta realidad caerá súbitamente,  un buen día, sobre nosotros y no sabremos cómo abordarla. Nuestras  piernas todavía son fuertes y podemos correr, dar paseos meditativos y  jugar al fútbol. Y también podemos utilizar nuestros brazos para hacer  muchas cosas. Pero la mayoría no hacemos un buen uso de nuestra  capacidad de cuidar adecuadamente de los demás y de nosotros  mismos. No utilizamos nuestra energía para transformar nuestras  aflicciones y contribuir a aliviar nuestro sufrimiento y el sufrimiento de  los otros. 
Llegará el día en que, cuando tratemos de ponernos en pie para  dar un paso, no podremos hacerlo. Por ello conviene asumir cuanto  antes que, por el hecho de tener un cuerpo, seguramente acabemos  enfermando. Esta es una comprensión que nos desembaraza de toda  arrogancia relativa a nuestra buena salud. Entonces se abre ante  nosotros el camino de la buena conducta, que nos permite emplear  adecuadamente nuestro tiempo y nuestra energía para hacer lo que  tenemos que hacer, sin vernos arrastrados por objetivos absurdos que  pueden destruir nuestro cuerpo y nuestra mente. Lo que debemos  hacer se torna entonces claro. 
Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

