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lunes, 13 de noviembre de 2017

ANGULIMALA (collar de dedos)







¿Podemos escapar a nuestro destino?





Hubo una vez un brahmán, consejero del rey, que tuvo un hijo. Como el hombre era supersticioso, examinó atentamente distintos presagios para saber qué sería de su heredero, para poder así actuar del mejor modo. Así supo horrorizado que su retoño se volvería muy violento. Para prevenir esta catástrofe, llamó a su hijo Ahimsaka, que significa “inocente”. Además, le enseñó a ser siempre obediente, de forma que nunca transgrediera las normas del buen decoro. El niño aprendió así el respeto y era un alumno aplicado y brillante, para gran satisfacción de sus padres. Cuando llegó a la edad de continuar sus estudios decidieron enviarle lejos, a casa de un reputado gurú. Antes de partir, su padre no olvidó recordarle que debía obedecer escrupulosamente a su maestro.





El chico confirmó las expectativas de su familia, porque resultó ser disciplinado y trabajador. Pero hete aquí que esta situación acabó por despertar los celos de sus condiscípulos, quienes vieron en él al favorito del profesor. Criticaban su obediencia escrupulosa, su preocupación permanente por adelantarse a los deseos de su maestro. Para vengarse, dejaron correr el rumor de que Ahimsaka, aprovechándose de su familiaridad, quería de hecho desembarazarse del gurú y reemplazarle cuando terminara sus estudios, y que además ya había logrado seducir a la esposa del maestro.





La tradición indicaba que, al finalizar los estudios, todo estudiante ofrecía a su maestro un regalo importante, según el deseo de este último. Para vengarse de este alumno “ambicioso”, el gurú decidió pedirle un horrible tributo: “Matarás a mil personas y me traerás sus pulgares derechos”. Esperaba que de este modo su alumno lograría hacerse matar.





Esta orden provocó un auténtico tumulto en el corazón de Ahimsaka, pero había sido educado para obedecer, y se dispuso a cumplir la tarea que se le había encomendado. Fue a vivir al bosque, asesinando a aquellos que pasaban por él, ya fueran mercaderes o peregrinos, y entrando en las ciudades cuando no encontraba víctimas. Nunca robaba su dinero ni sus bienes, pero conservaba los pulgares en una gruta en la que se había construido su refugio. Desgraciadamente, los animales se comieron los pulgares guardados. Así que Ahimsaka decidió en adelante llevar colgados los pulgares de sus víctimas. De ahí le vino su nuevo nombre: Angulimala, que significa “collar de dedos”.





Los habitantes de la región, aterrorizados, solicitaron ayuda al rey para desembarazarse del feroz criminal. El rey envió una tropa para perseguirle y matarle. Cuando la madre de Angulimala lo supo, decidió ir a prevenir a su hijo para que pudiera huir. Cuando Angulimala vio llegar a la anciana mujer, no la reconoció. Acababa de llegar a los 999 pulgares y no le faltaba más que uno. En este preciso momento el Buda, que pasaba por allí, decidió intervenir a pesar de las advertencias de los lugareños. Felizmente, ya que Angulimala decidió matar al Señor en lugar de a su madre, lo que habría supuesto para él mil años de infierno por matricidio.





Evidentemente Angulimala no lograba atrapar al Buda, quien se desplazaba mucho más rápidamente que él a pesar de caminar pausadamente. Asombrado, el criminal pidió al Bienaventurado que se detuviera, a lo que éste respondió: “Yo ya me he detenido, eres tú quien debe detenerse ahora”. “No comprendo” – respondió el desesperado. El Iluminado le explicó que él había dejado totalmente de dañar a los seres vivos, mientras que por el contrario Angulimala los destruía. Enmudecido, Angulimala tomó conciencia de inmediato de lo que hacía, se arrepintió y decidió hacerse monje.





Un poco más tarde, cuando el rey llegó, se enteró de la conversión del criminal, con lo que le saludó como a los otros monjes y le hizo él mismo un donativo.





Lamentablemente la nueva vida de converso no fue siempre fácil. Algunos lugareños aún le guardaban mucho rencor por su pasado y le daban palizas cuando iba a pedir la limosna. “Es el resultado de tu antigua vida, los frutos de tu karma, al que no puedes escapar. Piensa en lo que podría haberte sucedido de haber continuado por aquel camino”, le respondía el Iluminado para consolarle, “sólo necesitas ser paciente, practicar la rectitud y seguir el dharma”. Y así fue como Angulimala alcanzó la santidad.





Algunas preguntas para profundizar y ampliar





Comprensión






  • ¿Por qué el brahmán enseña la obediencia a su hijo?

  • ¿Por qué los otros alumnos desean vengarse de Ahimsaka?

  • ¿Por qué el gurú cree los rumores?

  • ¿Ahimsaka podía no obedecer a su maestro?

  • ¿El padre de Ahimsaka podía evitar lo que iba a suceder a su hijo?

  • ¿Por qué Angulimala no logra atrapar al Buda?

  • ¿Por qué Angulimala decide matar al Buda en lugar de a su madre?

  • ¿Por qué el rey no hace a su tropa matar a Angulimala?

  • ¿Por qué el Buda aconseja a Angulimala que siga el dharma?

  • ¿Por qué los lugareños daban palizas a Angulimala?







Reflexión






  • ¿Podemos cambiar el orden del mundo?

  • ¿Todos tenemos un destino?

  • ¿La obediencia es una virtud?

  • ¿Debemos enseñar la desobediencia a los niños?

  • ¿Cuál es la dificultad de ser autónomo?

  • ¿Debemos hacer lo que queremos o debemos aceptar las reglas?

  • ¿Nuestras acciones tienen siempre consecuencias?

  • ¿Nuestras acciones tienen siempre una razón de ser?

  • ¿El destino es una creencia o una realidad?

  • ¿Es más grave matar a la propia madre que a cualquier otra persona?








Extracto del libro:



Sabiduría de los cuentos budistas


Oscar Brenifier & Isabelle Millon


Fotografía de Internet



ANGULIMALA (collar de dedos)


¿Podemos escapar a nuestro destino?

Hubo una vez un brahmán, consejero del rey, que tuvo un hijo. Como el hombre era supersticioso, examinó atentamente distintos presagios para saber qué sería de su heredero, para poder así actuar del mejor modo. Así supo horrorizado que su retoño se volvería muy violento. Para prevenir esta catástrofe, llamó a su hijo Ahimsaka, que significa “inocente”. Además, le enseñó a ser siempre obediente, de forma que nunca transgrediera las normas del buen decoro. El niño aprendió así el respeto y era un alumno aplicado y brillante, para gran satisfacción de sus padres. Cuando llegó a la edad de continuar sus estudios decidieron enviarle lejos, a casa de un reputado gurú. Antes de partir, su padre no olvidó recordarle que debía obedecer escrupulosamente a su maestro.

El chico confirmó las expectativas de su familia, porque resultó ser disciplinado y trabajador. Pero hete aquí que esta situación acabó por despertar los celos de sus condiscípulos, quienes vieron en él al favorito del profesor. Criticaban su obediencia escrupulosa, su preocupación permanente por adelantarse a los deseos de su maestro. Para vengarse, dejaron correr el rumor de que Ahimsaka, aprovechándose de su familiaridad, quería de hecho desembarazarse del gurú y reemplazarle cuando terminara sus estudios, y que además ya había logrado seducir a la esposa del maestro.

La tradición indicaba que, al finalizar los estudios, todo estudiante ofrecía a su maestro un regalo importante, según el deseo de este último. Para vengarse de este alumno “ambicioso”, el gurú decidió pedirle un horrible tributo: “Matarás a mil personas y me traerás sus pulgares derechos”. Esperaba que de este modo su alumno lograría hacerse matar.

Esta orden provocó un auténtico tumulto en el corazón de Ahimsaka, pero había sido educado para obedecer, y se dispuso a cumplir la tarea que se le había encomendado. Fue a vivir al bosque, asesinando a aquellos que pasaban por él, ya fueran mercaderes o peregrinos, y entrando en las ciudades cuando no encontraba víctimas. Nunca robaba su dinero ni sus bienes, pero conservaba los pulgares en una gruta en la que se había construido su refugio. Desgraciadamente, los animales se comieron los pulgares guardados. Así que Ahimsaka decidió en adelante llevar colgados los pulgares de sus víctimas. De ahí le vino su nuevo nombre: Angulimala, que significa “collar de dedos”.

Los habitantes de la región, aterrorizados, solicitaron ayuda al rey para desembarazarse del feroz criminal. El rey envió una tropa para perseguirle y matarle. Cuando la madre de Angulimala lo supo, decidió ir a prevenir a su hijo para que pudiera huir. Cuando Angulimala vio llegar a la anciana mujer, no la reconoció. Acababa de llegar a los 999 pulgares y no le faltaba más que uno. En este preciso momento el Buda, que pasaba por allí, decidió intervenir a pesar de las advertencias de los lugareños. Felizmente, ya que Angulimala decidió matar al Señor en lugar de a su madre, lo que habría supuesto para él mil años de infierno por matricidio.

Evidentemente Angulimala no lograba atrapar al Buda, quien se desplazaba mucho más rápidamente que él a pesar de caminar pausadamente. Asombrado, el criminal pidió al Bienaventurado que se detuviera, a lo que éste respondió: “Yo ya me he detenido, eres tú quien debe detenerse ahora”. “No comprendo” – respondió el desesperado. El Iluminado le explicó que él había dejado totalmente de dañar a los seres vivos, mientras que por el contrario Angulimala los destruía. Enmudecido, Angulimala tomó conciencia de inmediato de lo que hacía, se arrepintió y decidió hacerse monje.

Un poco más tarde, cuando el rey llegó, se enteró de la conversión del criminal, con lo que le saludó como a los otros monjes y le hizo él mismo un donativo.

Lamentablemente la nueva vida de converso no fue siempre fácil. Algunos lugareños aún le guardaban mucho rencor por su pasado y le daban palizas cuando iba a pedir la limosna. “Es el resultado de tu antigua vida, los frutos de tu karma, al que no puedes escapar. Piensa en lo que podría haberte sucedido de haber continuado por aquel camino”, le respondía el Iluminado para consolarle, “sólo necesitas ser paciente, practicar la rectitud y seguir el dharma”. Y así fue como Angulimala alcanzó la santidad.

Algunas preguntas para profundizar y ampliar

Comprensión

  • ¿Por qué el brahmán enseña la obediencia a su hijo?
  • ¿Por qué los otros alumnos desean vengarse de Ahimsaka?
  • ¿Por qué el gurú cree los rumores?
  • ¿Ahimsaka podía no obedecer a su maestro?
  • ¿El padre de Ahimsaka podía evitar lo que iba a suceder a su hijo?
  • ¿Por qué Angulimala no logra atrapar al Buda?
  • ¿Por qué Angulimala decide matar al Buda en lugar de a su madre?
  • ¿Por qué el rey no hace a su tropa matar a Angulimala?
  • ¿Por qué el Buda aconseja a Angulimala que siga el dharma?
  • ¿Por qué los lugareños daban palizas a Angulimala?

Reflexión

  • ¿Podemos cambiar el orden del mundo?
  • ¿Todos tenemos un destino?
  • ¿La obediencia es una virtud?
  • ¿Debemos enseñar la desobediencia a los niños?
  • ¿Cuál es la dificultad de ser autónomo?
  • ¿Debemos hacer lo que queremos o debemos aceptar las reglas?
  • ¿Nuestras acciones tienen siempre consecuencias?
  • ¿Nuestras acciones tienen siempre una razón de ser?
  • ¿El destino es una creencia o una realidad?
  • ¿Es más grave matar a la propia madre que a cualquier otra persona?

Extracto del libro:
Sabiduría de los cuentos budistas
Oscar Brenifier & Isabelle Millon
Fotografía de Internet

viernes, 10 de noviembre de 2017

TIENES RAZÓN, TU TAMBIÉN







¿Podemos estar seguros de lo que decimos?





El maestro acababa de terminar una explicación complicada de conceptos difíciles. Un largo silencio siguió a sus palabras. Algunos monjes se aventuraron a hablar, poco seguros de sí mismos, después comenzaron paulatinamente a envalentonarse, emitiendo opiniones sobre lo que se había dicho, buscando más que nada la aprobación del maestro sobre lo que habían comprendido. Como éste no decía nada, cada uno de los que tomaba la palabra terminaba por afirmar categóricamente la veracidad de su proposición. Finalmente estalló una viva disputa teórica entre dos monjes particularmente testarudos y verbilocuentes.





Como ninguno de los dos lograba convencer a su adversario, decidieron de común acuerdo someterse a “la autoridad”. El primero expuso su argumentación y preguntó al maestro lo que pensaba sobre ello. Tras un momento dubitativo, éste respondió sucintamente: “En efecto, tienes razón”. El joven quedó encantado con la respuesta y, poniendo semblante de gran entendido, lanzó una mirada victoriosa a su adversario y salió de la sala. El segundo monje, algo turbado, lanzó entonces una larga demostración para explicar al maestro su punto de vista. Éste escuchó pacientemente hasta el final, dudó por un instante, y concluyó entonces de igual modo: “Es cierto, tienes razón”. El monje, tranquilizado, quedó también encantado y salió de la sala.





Un tercer monje, que había seguido toda la discusión sin decir nada, muy sorprendido por las dos aprobaciones sucesivas y contradictorias del maestro, se dirigió a él: “No comprendo, maestro. Las dos tesis que hemos escuchado son totalmente opuestas. ¡No pueden ser ciertas las dos al mismo tiempo! ¿Cómo puede decir a esos dos monjes que los dos tienen razón?”





El maestro le miró sonriendo, asintió y respondió: “Tienes razón, tu también”.





Algunas preguntas para profundizar y ampliar.





Comprensión



  • ¿Por qué los monjes buscan la aprobación del maestro?

  • ¿Por qué el silencio del maestro es interpretado como aprobación?

  • ¿Por qué cada uno de los monjes quiere convencer a su adversario?

  • ¿Por qué el primer monje pone un “semblante de gran entendido”?

  • ¿Por qué el maestro dice a los dos monjes que los dos tienen razón?

  • ¿Al maestro le falta lógica?

  • ¿Por qué el maestro sonríe al responder al tercer monje?

  • ¿El maestro se ha reído de los monjes?

  • ¿Qué quiere lograr el maestro?

  • ¿El tercer monje es diferente de los dos primeros?







Reflexión



  • ¿Es legítimo decir “a cada uno su verdad”?

  • ¿La certeza es una garantía de verdad?

  • ¿Es suficiente probar algo para que sea verdad?

  • ¿Persuadir a otro es lo que nos da la razón?

  • ¿Podemos tener razón y estar equivocados a la vez?

  • ¿Dos tesis opuestas pueden ser verdaderas simultáneamente?

  • ¿Todo discurso es problemático?

  • ¿Puede haber varias lógicas?

  • ¿La lógica y la dialéctica se oponen?

  • ¿Una proposición puede ser absolutamente verdadera?











Extracto del libro:



Sabiduría de los cuentos budistas


Oscar Brenifier & Isabelle Millon


Fotografía de Internet



TIENES RAZÓN, TU TAMBIÉN


¿Podemos estar seguros de lo que decimos?

El maestro acababa de terminar una explicación complicada de conceptos difíciles. Un largo silencio siguió a sus palabras. Algunos monjes se aventuraron a hablar, poco seguros de sí mismos, después comenzaron paulatinamente a envalentonarse, emitiendo opiniones sobre lo que se había dicho, buscando más que nada la aprobación del maestro sobre lo que habían comprendido. Como éste no decía nada, cada uno de los que tomaba la palabra terminaba por afirmar categóricamente la veracidad de su proposición. Finalmente estalló una viva disputa teórica entre dos monjes particularmente testarudos y verbilocuentes.

Como ninguno de los dos lograba convencer a su adversario, decidieron de común acuerdo someterse a “la autoridad”. El primero expuso su argumentación y preguntó al maestro lo que pensaba sobre ello. Tras un momento dubitativo, éste respondió sucintamente: “En efecto, tienes razón”. El joven quedó encantado con la respuesta y, poniendo semblante de gran entendido, lanzó una mirada victoriosa a su adversario y salió de la sala. El segundo monje, algo turbado, lanzó entonces una larga demostración para explicar al maestro su punto de vista. Éste escuchó pacientemente hasta el final, dudó por un instante, y concluyó entonces de igual modo: “Es cierto, tienes razón”. El monje, tranquilizado, quedó también encantado y salió de la sala.

Un tercer monje, que había seguido toda la discusión sin decir nada, muy sorprendido por las dos aprobaciones sucesivas y contradictorias del maestro, se dirigió a él: “No comprendo, maestro. Las dos tesis que hemos escuchado son totalmente opuestas. ¡No pueden ser ciertas las dos al mismo tiempo! ¿Cómo puede decir a esos dos monjes que los dos tienen razón?”

El maestro le miró sonriendo, asintió y respondió: “Tienes razón, tu también”.

Algunas preguntas para profundizar y ampliar.

Comprensión
  • ¿Por qué los monjes buscan la aprobación del maestro?
  • ¿Por qué el silencio del maestro es interpretado como aprobación?
  • ¿Por qué cada uno de los monjes quiere convencer a su adversario?
  • ¿Por qué el primer monje pone un “semblante de gran entendido”?
  • ¿Por qué el maestro dice a los dos monjes que los dos tienen razón?
  • ¿Al maestro le falta lógica?
  • ¿Por qué el maestro sonríe al responder al tercer monje?
  • ¿El maestro se ha reído de los monjes?
  • ¿Qué quiere lograr el maestro?
  • ¿El tercer monje es diferente de los dos primeros?

Reflexión
  • ¿Es legítimo decir “a cada uno su verdad”?
  • ¿La certeza es una garantía de verdad?
  • ¿Es suficiente probar algo para que sea verdad?
  • ¿Persuadir a otro es lo que nos da la razón?
  • ¿Podemos tener razón y estar equivocados a la vez?
  • ¿Dos tesis opuestas pueden ser verdaderas simultáneamente?
  • ¿Todo discurso es problemático?
  • ¿Puede haber varias lógicas?
  • ¿La lógica y la dialéctica se oponen?
  • ¿Una proposición puede ser absolutamente verdadera?


Extracto del libro:
Sabiduría de los cuentos budistas
Oscar Brenifier & Isabelle Millon
Fotografía de Internet

lunes, 6 de noviembre de 2017

KANDATA Y LA ARAÑA







¿Somos responsables de lo que nos sucede?





Hubo una vez un hombre llamado Kandata, un criminal de corazón frío y de una crueldad excepcional. Ladrón, estafador, manipulador, asesino, había terminado por topar a su turno con una muerte violenta. Se encontró entonces en las tinieblas el Infierno, ora pudriéndose en un lago de sangre, ora caminando descalzo sobre una montaña de espinas. A su alrededor la oscuridad se extendía hasta el infinito, en un océano de sufrimiento.





Muy por encima de él, desde alguna parte del cielo, una araña le vio. La araña fue en busca del Buda, el ser absoluto de la luz y del entendimiento, y le dijo:





- Kandata merece ser salvado. Por su única buena acción: un día salvó al minúsculo insecto que soy. En lugar de aplastarme, me dejó vivir.





El Iluminado no respondió, pero accedió con la cabeza. Así que la pequeña araña tejió un largo hilo que dejó descender a lo largo de un pozo que comunicaba con el abismo profundo.





Kandata, doblado por el peso del dolor, sufría con toda su alma cuando de pronto, al levantar la cabeza, percibió un destello. Un minúsculo punto de luz brillaba en lo alto, a lo lejos. Vio también un fino hilo plateado resplandeciendo en la oscuridad. Con el corazón lleno de esperanza, rompió a reír y exclamó triunfante:





- ¡Por fin he hallado el modo de salir de aquí!





Tiró del hilo, que parecía extrañamente resistente. Comenzó entonces a izarse con la fuerza de sus brazos hacia el punto luminoso que se vislumbraba a lo lejos.





- Lo lograré, llegaré – se decía el bandido – nadie podrá impedírmelo. ¡Esta es mi oportunidad de escapar de este infierno!





Ascendía pesadamente, poco a poco, soportando el esfuerzo con dolor. Pero el punto luminoso le parecía aún demasiado lejano.





- ¡Llegaré! ¡Llegaré! – repetía él rechinando los dientes – ¡Más rápido! ¡Más rápido! ¡Debo hacerlo!





De pronto fue asaltado por la duda:





- ¿Desde hace cuánto tiempo estoy trepando? ¿Resistirá este hilo mi peso durante toda la larga ascensión? ¿Lograré llegar hasta el final?





Fue atravesado por una terrible angustia y, por primera vez, miró hacia abajo. Quedó petrificado por lo que vio. Muchos otros como él, atraídos por la luz, se habían amontonado y luchaban por atrapar el hilo. Algunos comenzaban ya a subir. Gritó furiosamente:





- ¡Yo lo he visto primero! ¡Deteneos, no os acerquéis, bajad!





Pero los otros, desesperados, enfurecidos, no le escuchaban. Su número se acrecentaba. Kandata se propuso subir aún más rápido, cuando de pronto se dio cuenta de que otro le había alcanzado. Furioso, lleno de odio, le dio una violenta patada haciéndole volver a las tinieblas.





- ¡Bien hecho! – se dijo – ¡Este hilo es mío!





El Buda vio su acción, y su corazón se llenó de compasión y tristeza, pero no dijo nada.





Aún así la araña comprendió, y cortó el hilo en seco.





Algunas preguntas para profundizar y ampliar





Comprensión



  • ¿Kandata recibe lo que merece?

  • ¿Por qué Kandata es tan cruel?

  • ¿Kandata está condenado a seguir siendo cruel?

  • ¿Kandata es consciente de lo que es?

  • ¿Por qué duda Kandata en un momento dado?

  • ¿Es Kandata responsable de lo que le sucede?

  • ¿La araña es ingenua?

  • ¿Podía el Buda adivinar lo que iba a suceder?

  • ¿Por que el Buda acepta la petición de la arana?

  • ¿Kandata representa al ser humano en general?







Reflexión



  • ¿La salvación es un concepto exclusivamente religioso?

  • ¿La salvación depende de uno mismo o de una intervención externa?

  • ¿Pueden las cosas ser diferentes de como son?

  • ¿Estamos condenados a nosotros mismos?

  • ¿Determinamos nuestras acciones o somos determinados por ellas?

  • ¿Existe una justicia "natural"?

  • ¿Hay seres bondadosos y seres malvados?

  • ¿La moral se opone al instinto de supervivencia?

  • ¿Puede un hombre ser inhumano?

  • ¿La compasión debe ser ilimitada?







Extracto del libro:



Sabiduría de los cuentos budistas


Oscar Brenifier & Isabelle Millon


Fotografía de Internet




KANDATA Y LA ARAÑA


¿Somos responsables de lo que nos sucede?

Hubo una vez un hombre llamado Kandata, un criminal de corazón frío y de una crueldad excepcional. Ladrón, estafador, manipulador, asesino, había terminado por topar a su turno con una muerte violenta. Se encontró entonces en las tinieblas el Infierno, ora pudriéndose en un lago de sangre, ora caminando descalzo sobre una montaña de espinas. A su alrededor la oscuridad se extendía hasta el infinito, en un océano de sufrimiento.

Muy por encima de él, desde alguna parte del cielo, una araña le vio. La araña fue en busca del Buda, el ser absoluto de la luz y del entendimiento, y le dijo:

- Kandata merece ser salvado. Por su única buena acción: un día salvó al minúsculo insecto que soy. En lugar de aplastarme, me dejó vivir.

El Iluminado no respondió, pero accedió con la cabeza. Así que la pequeña araña tejió un largo hilo que dejó descender a lo largo de un pozo que comunicaba con el abismo profundo.

Kandata, doblado por el peso del dolor, sufría con toda su alma cuando de pronto, al levantar la cabeza, percibió un destello. Un minúsculo punto de luz brillaba en lo alto, a lo lejos. Vio también un fino hilo plateado resplandeciendo en la oscuridad. Con el corazón lleno de esperanza, rompió a reír y exclamó triunfante:

- ¡Por fin he hallado el modo de salir de aquí!

Tiró del hilo, que parecía extrañamente resistente. Comenzó entonces a izarse con la fuerza de sus brazos hacia el punto luminoso que se vislumbraba a lo lejos.

- Lo lograré, llegaré – se decía el bandido – nadie podrá impedírmelo. ¡Esta es mi oportunidad de escapar de este infierno!

Ascendía pesadamente, poco a poco, soportando el esfuerzo con dolor. Pero el punto luminoso le parecía aún demasiado lejano.

- ¡Llegaré! ¡Llegaré! – repetía él rechinando los dientes – ¡Más rápido! ¡Más rápido! ¡Debo hacerlo!

De pronto fue asaltado por la duda:

- ¿Desde hace cuánto tiempo estoy trepando? ¿Resistirá este hilo mi peso durante toda la larga ascensión? ¿Lograré llegar hasta el final?

Fue atravesado por una terrible angustia y, por primera vez, miró hacia abajo. Quedó petrificado por lo que vio. Muchos otros como él, atraídos por la luz, se habían amontonado y luchaban por atrapar el hilo. Algunos comenzaban ya a subir. Gritó furiosamente:

- ¡Yo lo he visto primero! ¡Deteneos, no os acerquéis, bajad!

Pero los otros, desesperados, enfurecidos, no le escuchaban. Su número se acrecentaba. Kandata se propuso subir aún más rápido, cuando de pronto se dio cuenta de que otro le había alcanzado. Furioso, lleno de odio, le dio una violenta patada haciéndole volver a las tinieblas.

- ¡Bien hecho! – se dijo – ¡Este hilo es mío!

El Buda vio su acción, y su corazón se llenó de compasión y tristeza, pero no dijo nada.

Aún así la araña comprendió, y cortó el hilo en seco.

Algunas preguntas para profundizar y ampliar

Comprensión
  • ¿Kandata recibe lo que merece?
  • ¿Por qué Kandata es tan cruel?
  • ¿Kandata está condenado a seguir siendo cruel?
  • ¿Kandata es consciente de lo que es?
  • ¿Por qué duda Kandata en un momento dado?
  • ¿Es Kandata responsable de lo que le sucede?
  • ¿La araña es ingenua?
  • ¿Podía el Buda adivinar lo que iba a suceder?
  • ¿Por que el Buda acepta la petición de la arana?
  • ¿Kandata representa al ser humano en general?

Reflexión
  • ¿La salvación es un concepto exclusivamente religioso?
  • ¿La salvación depende de uno mismo o de una intervención externa?
  • ¿Pueden las cosas ser diferentes de como son?
  • ¿Estamos condenados a nosotros mismos?
  • ¿Determinamos nuestras acciones o somos determinados por ellas?
  • ¿Existe una justicia "natural"?
  • ¿Hay seres bondadosos y seres malvados?
  • ¿La moral se opone al instinto de supervivencia?
  • ¿Puede un hombre ser inhumano?
  • ¿La compasión debe ser ilimitada?

Extracto del libro:
Sabiduría de los cuentos budistas
Oscar Brenifier & Isabelle Millon
Fotografía de Internet

miércoles, 1 de noviembre de 2017

LOS REFLEJOS EN LA TINAJA



 ¿ Es la identidad una ilusión?





El hijo de un noble acababa de contraer matrimonio y los nuevos esposos se amaban mucho. El hombre dijo a su mujer: “Ve a la cocina y trae vino de la tinaja para brindar”. La mujer fue la cocina y al abrir la tinaja se vio reflejada en el vino y pensó que había en ella otra mujer escondida. Enfurecida volvió donde estaba su marido y le dijo: “Ya tenías una esposa, y la has metido en la tinaja para poder venir a pedirme en matrimonio”.





El marido fue él mismo a la cocina para ver qué sucedía. Abrió la tinaja y vio su propia imagen reflejada. Volvió con su mujer y se lanzó contra ella acusándola de haber escondido a un hombre. Ambos estaban furiosos el uno contra el otro, cada uno de ellos convencido de tener razón.





En estas estaban cuando un brahmán llegó para visitar a la pareja. Preguntó cuál era la causa de la disputa, y fue a su turno a ver de qué se trataba, encontrando también él su propia imagen. Se irritó entonces con el hijo del noble que, pensaba, había escondido a uno de sus amigos en la tinaja y luego había fingido discutir con su mujer. Así que inmediatamente se fue.





Más tarde, una monja a quien el noble hacía donaciones vino y se enteró de cuál era su discusión. Ella quiso conocer el problema por sí misma, y encontró con gran sorpresa una monja en la tinaja, marchándose encolerizada ella también.





Un sabio que pasaba por allí, curioso ante esta historia, quiso mirar, pero él sí comprendió que se trataba de un simple reflejo. Suspiró: “Los hombres de este mundo, ignorantes y estúpidos, toman el vacío por la realidad”. Llamó entonces a los esposos para que vinieran a mirar juntos. Les dijo: “Voy a hacer salir para vosotros a las personas que están en la tinaja”. Cogió entonces una gran piedra y rompió la tinaja. Cuando todo el vino se hubo derramado, no quedó nada en ella. En ese momento el entendimiento de las dos personas despertó y ambos comprendieron que habían discutido por un vulgar reflejo de su propia persona, y ambas se sintieron muy confusas.





Algunas preguntas para profundizar y ampliar 





Comprensión



  • ¿Por qué la pareja discute con tanta facilidad?

  • ¿Podemos afirmar que los dos esposos “se amaban mucho”?

  • ¿Por qué los personajes ven su reflejo en lugar del vino?

  • ¿Por qué se irritan el brahmán y la monja?

  • ¿Por qué los diferentes personajes no se reconocen en sus reflejos?

  • ¿Cómo sabe el sabio que se trata de un simple reflejo?

  • ¿Cómo “despierta” el entendimiento de la pareja?

  • ¿Por qué la pareja está confusa al final de la historia?

  • ¿Por qué cada uno de los personajes está convencido de que tiene razón?

  • ¿Era indispensable romper la tinaja para que surgiera la consciencia?







Reflexión



  • ¿Tiene razón Descartes al afirmar: “El buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo”?

  • ¿Qué prima en el ser humano, la razón o las emociones?

  • ¿Cuál es la principal causa de la ira?

  • ¿Por qué nos dejamos engañar por las apariencias?

  • ¿Por qué nos enfadamos en lugar de intentar comprender?

  • ¿El amor vuelve susceptible?

  • ¿La sabiduría puede ser una forma de violencia?

  • ¿Qué define la realidad?

  • ¿Sabemos reconocernos?

  • ¿Nos proyectamos en todo lo que percibimos?







Extracto del libro:



Sabiduría de los cuentos budistas


Oscar Brenifier & Isabelle Millon


Fotografía de Internet




LOS REFLEJOS EN LA TINAJA

 ¿ Es la identidad una ilusión?

El hijo de un noble acababa de contraer matrimonio y los nuevos esposos se amaban mucho. El hombre dijo a su mujer: “Ve a la cocina y trae vino de la tinaja para brindar”. La mujer fue la cocina y al abrir la tinaja se vio reflejada en el vino y pensó que había en ella otra mujer escondida. Enfurecida volvió donde estaba su marido y le dijo: “Ya tenías una esposa, y la has metido en la tinaja para poder venir a pedirme en matrimonio”.

El marido fue él mismo a la cocina para ver qué sucedía. Abrió la tinaja y vio su propia imagen reflejada. Volvió con su mujer y se lanzó contra ella acusándola de haber escondido a un hombre. Ambos estaban furiosos el uno contra el otro, cada uno de ellos convencido de tener razón.

En estas estaban cuando un brahmán llegó para visitar a la pareja. Preguntó cuál era la causa de la disputa, y fue a su turno a ver de qué se trataba, encontrando también él su propia imagen. Se irritó entonces con el hijo del noble que, pensaba, había escondido a uno de sus amigos en la tinaja y luego había fingido discutir con su mujer. Así que inmediatamente se fue.

Más tarde, una monja a quien el noble hacía donaciones vino y se enteró de cuál era su discusión. Ella quiso conocer el problema por sí misma, y encontró con gran sorpresa una monja en la tinaja, marchándose encolerizada ella también.

Un sabio que pasaba por allí, curioso ante esta historia, quiso mirar, pero él sí comprendió que se trataba de un simple reflejo. Suspiró: “Los hombres de este mundo, ignorantes y estúpidos, toman el vacío por la realidad”. Llamó entonces a los esposos para que vinieran a mirar juntos. Les dijo: “Voy a hacer salir para vosotros a las personas que están en la tinaja”. Cogió entonces una gran piedra y rompió la tinaja. Cuando todo el vino se hubo derramado, no quedó nada en ella. En ese momento el entendimiento de las dos personas despertó y ambos comprendieron que habían discutido por un vulgar reflejo de su propia persona, y ambas se sintieron muy confusas.

Algunas preguntas para profundizar y ampliar 

Comprensión
  • ¿Por qué la pareja discute con tanta facilidad?
  • ¿Podemos afirmar que los dos esposos “se amaban mucho”?
  • ¿Por qué los personajes ven su reflejo en lugar del vino?
  • ¿Por qué se irritan el brahmán y la monja?
  • ¿Por qué los diferentes personajes no se reconocen en sus reflejos?
  • ¿Cómo sabe el sabio que se trata de un simple reflejo?
  • ¿Cómo “despierta” el entendimiento de la pareja?
  • ¿Por qué la pareja está confusa al final de la historia?
  • ¿Por qué cada uno de los personajes está convencido de que tiene razón?
  • ¿Era indispensable romper la tinaja para que surgiera la consciencia?

Reflexión
  • ¿Tiene razón Descartes al afirmar: “El buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo”?
  • ¿Qué prima en el ser humano, la razón o las emociones?
  • ¿Cuál es la principal causa de la ira?
  • ¿Por qué nos dejamos engañar por las apariencias?
  • ¿Por qué nos enfadamos en lugar de intentar comprender?
  • ¿El amor vuelve susceptible?
  • ¿La sabiduría puede ser una forma de violencia?
  • ¿Qué define la realidad?
  • ¿Sabemos reconocernos?
  • ¿Nos proyectamos en todo lo que percibimos?

Extracto del libro:
Sabiduría de los cuentos budistas
Oscar Brenifier & Isabelle Millon
Fotografía de Internet

martes, 12 de septiembre de 2017

MOKELU EL NECIO







¿Debemos compartir el conocimiento?





Quinientos monjes vivían en un templo situado a una decena de kilómetros del pueblo. Uno de ellos, el más anciano, llamado Mokelu, era conocido por su necedad. Poco importaban los esfuerzos empleados en enseñarle algo, él no lo entendía. No podía recitar de memoria ni un solo proverbio siquiera. Los otros le miraban por encima del hombro. A ninguno le gustaba estar con él y Mokelu estaba muy solo.





Un día el rey invitó a los monjes a palacio a una recepción. Mokelu, avergonzado por su necedad, tenía miedo de unirse a la reunión y no fue. Pero cuando todo el mundo se hubo marchado se sintió inundado por la tristeza. Estaba enfadado con todos y cada uno y consigo mismo. Buscó una cuerda y fue bajo un gran árbol para poner fin a su vida.





En ese preciso momento el Buda apareció frente a él y le reprendió duramente:





- Mokelu, en lugar de cultivarte seriamente y descubrir tus lagunas, estás a punto de hacer algo verdaderamente necio.





Mokelu, boquiabierto, se quedó sin palabras. El Ser iluminado continuó:





- En tu vida anterior eras practicante con un conocimiento vasto y profundo. Pero no querías enseñarlo a los demás. Eras arrogante y amonestabas a aquellos que se te acercaban. Es por esto que, como consecuencia, en esta vida eres necio. No puedes culpar a los demás por ello. Sólo debes arrepentirte de tus malos actos. Además, poner fin a tu vida no pone fin a tus faltas.





Las palabras del Señor conmovieron a Mokelu, que se sintió aún más necio y humillado. Se arrodilló y se arrepintió de todas sus malas acciones. Entonces Buda enseñó pacientemente la ley a Mokelu e iluminó su espíritu. Mokelu recibió la inspiración y su sabiduría despertó. El Iluminado supo entonces que Mokelu había visto la luz y le ordenó que se uniera a la recepción del rey para enseñar la ley a los presentes. Añadió:





- Tenias quinientos discípulos en tu antigua vida. Son ellos los que están en el palacio del rey. Vamos, ve con premura porque esperan tus consejos.





Tras despedirse de Buda, Mokelu se dirigio a palacio. La celebracion estaba a punto de comenzar. Mokelu vio un sitio libre en el estrado y se instalo en el sin titubear. Los que le vieron pensaron que se habia vuelto loco. Pero nadie dijo ni una palabra, especialmente delante del rey.





Una vez terminada la cena, sin ningun temor, Mokelu se puso en pie y comenzo a ensenar la ley solemnemente a los quinientos monjes y a todos los presentes en la recepcion, con una voz dulce y conmovedora. Todo el mundo le admiraba. Pero los quinientos monjes sintieron tambien verguenza. Habian pensado que Mokelu era necio. En realidad, era un ser iluminado, pero el tampoco lo sabia.





Algunas preguntas para profundizar y ampliar





Comprension



  • ¿Por que Mokelu no entendía nada?

  • ¿Por que los monjes rechazaban a Mokelu?

  • ¿Mokelu es un espejo para los otros monjes?

  • ¿Tiene razon Mokelu al avergonzarse de su necedad?

  • ¿Por que Mokelu esta enfadado con todos y consigo mismo?

  • ¿Mokelu quiere verdaderamente suicidarse?

  • ¿Por que el Buda reprende a Mokelu?

  • ¿Por que el Buda quiere que Mokelu se arrepienta de sus errores?

  • ¿Por que los monjes no dicen nada cuando ven que Mokelu se sienta en el estrado?

  • ¿Que es lo que finalmente debe comprender Mokelu?




Reflexión



  • ¿Por que la necedad nos es insoportable?

  • ¿Por que nos avergonzamos de nuestra necedad?

  • ¿Somos todos necios?

  • ¿Por que no nos gustan los que son diferentes a nosotros?

  • ¿Es cada uno libre de decidir sobre su vida y su muerte?

  • ¿Estamos obligados a compartir nuestro conocimiento con los demás?

  • ¿Debemos siempre arrepentirnos de nuestras ¡§malas¡¨ acciones?

  • ¿Es posible aceptarse a uno mismo tal como es, sin lamentos ni juicios?

  • ¿El que sabe es superior a los demás?








Extracto del libro:



Sabiduría de los cuentos budistas


Oscar Brenifier & Isabelle Millon


Fotografía de Internet



MOKELU EL NECIO


¿Debemos compartir el conocimiento?

Quinientos monjes vivían en un templo situado a una decena de kilómetros del pueblo. Uno de ellos, el más anciano, llamado Mokelu, era conocido por su necedad. Poco importaban los esfuerzos empleados en enseñarle algo, él no lo entendía. No podía recitar de memoria ni un solo proverbio siquiera. Los otros le miraban por encima del hombro. A ninguno le gustaba estar con él y Mokelu estaba muy solo.

Un día el rey invitó a los monjes a palacio a una recepción. Mokelu, avergonzado por su necedad, tenía miedo de unirse a la reunión y no fue. Pero cuando todo el mundo se hubo marchado se sintió inundado por la tristeza. Estaba enfadado con todos y cada uno y consigo mismo. Buscó una cuerda y fue bajo un gran árbol para poner fin a su vida.

En ese preciso momento el Buda apareció frente a él y le reprendió duramente:

- Mokelu, en lugar de cultivarte seriamente y descubrir tus lagunas, estás a punto de hacer algo verdaderamente necio.

Mokelu, boquiabierto, se quedó sin palabras. El Ser iluminado continuó:

- En tu vida anterior eras practicante con un conocimiento vasto y profundo. Pero no querías enseñarlo a los demás. Eras arrogante y amonestabas a aquellos que se te acercaban. Es por esto que, como consecuencia, en esta vida eres necio. No puedes culpar a los demás por ello. Sólo debes arrepentirte de tus malos actos. Además, poner fin a tu vida no pone fin a tus faltas.

Las palabras del Señor conmovieron a Mokelu, que se sintió aún más necio y humillado. Se arrodilló y se arrepintió de todas sus malas acciones. Entonces Buda enseñó pacientemente la ley a Mokelu e iluminó su espíritu. Mokelu recibió la inspiración y su sabiduría despertó. El Iluminado supo entonces que Mokelu había visto la luz y le ordenó que se uniera a la recepción del rey para enseñar la ley a los presentes. Añadió:

- Tenias quinientos discípulos en tu antigua vida. Son ellos los que están en el palacio del rey. Vamos, ve con premura porque esperan tus consejos.

Tras despedirse de Buda, Mokelu se dirigio a palacio. La celebracion estaba a punto de comenzar. Mokelu vio un sitio libre en el estrado y se instalo en el sin titubear. Los que le vieron pensaron que se habia vuelto loco. Pero nadie dijo ni una palabra, especialmente delante del rey.

Una vez terminada la cena, sin ningun temor, Mokelu se puso en pie y comenzo a ensenar la ley solemnemente a los quinientos monjes y a todos los presentes en la recepcion, con una voz dulce y conmovedora. Todo el mundo le admiraba. Pero los quinientos monjes sintieron tambien verguenza. Habian pensado que Mokelu era necio. En realidad, era un ser iluminado, pero el tampoco lo sabia.

Algunas preguntas para profundizar y ampliar

Comprension
  • ¿Por que Mokelu no entendía nada?
  • ¿Por que los monjes rechazaban a Mokelu?
  • ¿Mokelu es un espejo para los otros monjes?
  • ¿Tiene razon Mokelu al avergonzarse de su necedad?
  • ¿Por que Mokelu esta enfadado con todos y consigo mismo?
  • ¿Mokelu quiere verdaderamente suicidarse?
  • ¿Por que el Buda reprende a Mokelu?
  • ¿Por que el Buda quiere que Mokelu se arrepienta de sus errores?
  • ¿Por que los monjes no dicen nada cuando ven que Mokelu se sienta en el estrado?
  • ¿Que es lo que finalmente debe comprender Mokelu?
Reflexión
  • ¿Por que la necedad nos es insoportable?
  • ¿Por que nos avergonzamos de nuestra necedad?
  • ¿Somos todos necios?
  • ¿Por que no nos gustan los que son diferentes a nosotros?
  • ¿Es cada uno libre de decidir sobre su vida y su muerte?
  • ¿Estamos obligados a compartir nuestro conocimiento con los demás?
  • ¿Debemos siempre arrepentirnos de nuestras ¡§malas¡¨ acciones?
  • ¿Es posible aceptarse a uno mismo tal como es, sin lamentos ni juicios?
  • ¿El que sabe es superior a los demás?

Extracto del libro:
Sabiduría de los cuentos budistas
Oscar Brenifier & Isabelle Millon
Fotografía de Internet