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sábado, 16 de febrero de 2019

LOS CIEGOS Y EL ELEFANTE








Se hallaba el Buda en el bosque de Jeta cuando llegaron un buen número de ascetas de diferentes escuelas metafísicas y tendencias filosóficas. 





Algunos sostenían que el mundo es eterno, y otros, que no lo es; unos que el mundo es finito, y otros, infinito; unos que el cuerpo y el alma son lo mismo, y otros, que son diferentes; unos, que el Buda tiene existencia tras la muerte, y otros, que no. Y así cada uno sostenía sus puntos de vista, entregándose a prolongadas polémicas. Todo ello fue oído por un grupo de monjes del Buda, que relataron luego el incidente al maestro y le pidieron aclaración. El Buda les pidió que se sentaran tranquilamente a su lado, y habló así: 





--Monjes, esos disidentes son ciegos que no ven, que desconocen tanto la verdad como la no verdad, tanto lo real como lo no real. Ignorantes, polemizan y se enzarzan como me habéis relatado. Ahora os contaré un suceso de los tiempos antiguos. Había un maharajá que mandó reunir a todos los ciegos que había en Sabathi y pidió que los pusieran ante un elefante y que contasen, al ir tocando al elefante, qué les parecía. Unos dijeron, tras tocar la cabeza: “Un elefante se parece a un cacharro”; los que tocaron la oreja, aseguraron: “Se parece a un cesto de aventar”; los que tocaron el colmillo: “Es como una reja de arado”; los que palparon el cuerpo: “Es un granero”. Y así, cada uno convencido de lo que declaraba, comenzaron a querellarse entre ellos. 





El Buda hizo una pausa y rompió el silencio para concluir: 





--Monjes, así son esos ascetas disidentes: ciegos, desconocedores de la verdad, que, sin embargo, sostienen sus creencias. 





***





El Maestro dice: La visión parcial entraña más desconocimiento que conocimiento. 











Tomado del libro:


101 Cuentos clásicos de la India


Recopilación de Ramiro Calle


Fotografía de Internet


LOS CIEGOS Y EL ELEFANTE


Se hallaba el Buda en el bosque de Jeta cuando llegaron un buen número de ascetas de diferentes escuelas metafísicas y tendencias filosóficas. 

Algunos sostenían que el mundo es eterno, y otros, que no lo es; unos que el mundo es finito, y otros, infinito; unos que el cuerpo y el alma son lo mismo, y otros, que son diferentes; unos, que el Buda tiene existencia tras la muerte, y otros, que no. Y así cada uno sostenía sus puntos de vista, entregándose a prolongadas polémicas. Todo ello fue oído por un grupo de monjes del Buda, que relataron luego el incidente al maestro y le pidieron aclaración. El Buda les pidió que se sentaran tranquilamente a su lado, y habló así: 

--Monjes, esos disidentes son ciegos que no ven, que desconocen tanto la verdad como la no verdad, tanto lo real como lo no real. Ignorantes, polemizan y se enzarzan como me habéis relatado. Ahora os contaré un suceso de los tiempos antiguos. Había un maharajá que mandó reunir a todos los ciegos que había en Sabathi y pidió que los pusieran ante un elefante y que contasen, al ir tocando al elefante, qué les parecía. Unos dijeron, tras tocar la cabeza: “Un elefante se parece a un cacharro”; los que tocaron la oreja, aseguraron: “Se parece a un cesto de aventar”; los que tocaron el colmillo: “Es como una reja de arado”; los que palparon el cuerpo: “Es un granero”. Y así, cada uno convencido de lo que declaraba, comenzaron a querellarse entre ellos. 

El Buda hizo una pausa y rompió el silencio para concluir: 

--Monjes, así son esos ascetas disidentes: ciegos, desconocedores de la verdad, que, sin embargo, sostienen sus creencias. 

***

El Maestro dice: La visión parcial entraña más desconocimiento que conocimiento. 



Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro Calle
Fotografía de Internet

jueves, 14 de febrero de 2019

EL MENDICANTE GOLPEADO








Al amanecer, un monje mendicante dejó el monasterio para ir a mendigar su alimento. Iba tranquilamente caminando cuando vio que un terrateniente golpeaba cruelmente a uno de sus sirvientes. El monje, lleno de compasión corrió hasta el terrateniente e intercedió por el que estaba siendo tan severamente castigado. El terrateniente la emprendió entonces con el pacífico monje y le propinó tal paliza que lo dejó medio muerto. Un par de horas después, otros monjes del monasterio lo hallaron en tan lamentable estado y lo condujeron prestos a su celda en el monasterio. Uno de los monjes le estuvo curando las heridas con mucho cariño. Cuando el herido se reanimó, le dio leche y le preguntó: 





--Hermano, ¿me conoces? 





--Claro que te conozco, hermano -dijo con un hilo de voz el herido-. 





Aquel que me golpeó, me está ahora cuidando y alimentando con leche. 





***





El Maestro dice: Así es el carácter de unidad para un iluminado.











Tomado del libro:


101 Cuentos clásicos de la India


Recopilación de Ramiro Calle


Fotografía de Internet


EL MENDICANTE GOLPEADO


Al amanecer, un monje mendicante dejó el monasterio para ir a mendigar su alimento. Iba tranquilamente caminando cuando vio que un terrateniente golpeaba cruelmente a uno de sus sirvientes. El monje, lleno de compasión corrió hasta el terrateniente e intercedió por el que estaba siendo tan severamente castigado. El terrateniente la emprendió entonces con el pacífico monje y le propinó tal paliza que lo dejó medio muerto. Un par de horas después, otros monjes del monasterio lo hallaron en tan lamentable estado y lo condujeron prestos a su celda en el monasterio. Uno de los monjes le estuvo curando las heridas con mucho cariño. Cuando el herido se reanimó, le dio leche y le preguntó: 

--Hermano, ¿me conoces? 

--Claro que te conozco, hermano -dijo con un hilo de voz el herido-. 

Aquel que me golpeó, me está ahora cuidando y alimentando con leche. 

***

El Maestro dice: Así es el carácter de unidad para un iluminado.



Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro Calle
Fotografía de Internet

domingo, 10 de febrero de 2019

EL YOGUI TÁNTRICO








Era un yogui abstinente que había aprendido a canalizar todas sus energías sexuales hacia el desarrollo espiritual. Vivía en una casita a las afueras del pueblo y era frecuentemente requerido por devotos que le reclamaban instrucción mística. Cierto día, un grupo de buscadores lo visitaron y le expusieron la siguiente cuestión: 





--Maestro, nos preguntamos cómo puedes asumir tan fácilmente tu soledad, cómo no echas de menos a una mujer que te acompañe y te sirva de apoyo y consuelo. 





--Nunca estoy solo, os lo aseguro -repuso el yogui-. Yo soy hombre y mujer. He logrado unificar en mí ambas polaridades y jamás podré ya sentirme solo. Me siento pleno y siempre acompañado. Cuando, por ejemplo, barro mi casa o tiendo mi lienzo, soy mujer; pero cuando cargo grandes pesos o corto leña, soy hombre. Según la tarea que lleve a cabo, me siento hombre o mujer, pero en verdad no soy ni lo uno ni lo otro, porque soy ambos a la vez. 





***





El Maestro dice: Para el ser realizado, sólo hay una energía, y es la de la Mente Universal. 









Tomado del libro:


101 Cuentos clásicos de la India


Recopilación de Ramiro Calle


Fotografía de Internet



EL YOGUI TÁNTRICO


Era un yogui abstinente que había aprendido a canalizar todas sus energías sexuales hacia el desarrollo espiritual. Vivía en una casita a las afueras del pueblo y era frecuentemente requerido por devotos que le reclamaban instrucción mística. Cierto día, un grupo de buscadores lo visitaron y le expusieron la siguiente cuestión: 

--Maestro, nos preguntamos cómo puedes asumir tan fácilmente tu soledad, cómo no echas de menos a una mujer que te acompañe y te sirva de apoyo y consuelo. 

--Nunca estoy solo, os lo aseguro -repuso el yogui-. Yo soy hombre y mujer. He logrado unificar en mí ambas polaridades y jamás podré ya sentirme solo. Me siento pleno y siempre acompañado. Cuando, por ejemplo, barro mi casa o tiendo mi lienzo, soy mujer; pero cuando cargo grandes pesos o corto leña, soy hombre. Según la tarea que lleve a cabo, me siento hombre o mujer, pero en verdad no soy ni lo uno ni lo otro, porque soy ambos a la vez. 

***

El Maestro dice: Para el ser realizado, sólo hay una energía, y es la de la Mente Universal. 


Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro Calle
Fotografía de Internet

martes, 5 de febrero de 2019

LEALTAD








Un insurrecto había sido condenado a morir en la horca. El hombre tenía a su madre viviendo en una lejana localidad y no quería dejar de despedirse de ella por este motivo. Hizo al rey la petición de que le permitiese partir unos días para visitar a su madre. El monarca sólo puso una condición, que un rehén ocupase su lugar mientras permanecía ausente y que, en el supuesto de que no regresase, fuera ejecutado por él. El insurrecto recurrió a su mejor amigo y le pidió que ocupase su puesto. El rey dio un plazo de siete días para que el rehén fuera ejecutado si en ese tiempo no regresaba el condenado. 





Pasaron los días. El sexto día se levantó el patíbulo y se anunció la ejecución del rehén para la mañana del día siguiente. El rey preguntó por su estado de ánimo a los carceleros, y éstos respondieron: 





--¡Oh, majestad! Está verdaderamente tranquilo. Ni por un momento ha dudado de que su amigo volverá. 





El rey sonrió con escepticismo. 





Llegó la noche del sexto día. La tranquilidad y la confianza del rehén resultaban asombrosas. De madrugada, el monarca indagó sobre el rehén y el jefe de la prisión dijo: 





--Ha cenado opíparamente, ha cantado y está extraordinariamente sereno. 





No duda de que su amigo volverá. 





—¡Pobre infeliz! -exclamó el monarca. 





Llegó la hora prevista para la ejecución. Había comenzado a amanecer. 





El rehén fue conducido hasta el patíbulo. Estaba relajado y sonriente. 





El monarca se extrañó al comprobar la firmeza anímica del rehén. El verdugo le colocó la cuerda al cuello, pero él seguía sonriente y sereno. Justo cuando el rey iba a dar la orden para la ejecución, se escucharon los cascos de un caballo. El insurrecto había regresado justo a tiempo. El rey, emocionado, concedió la libertad a ambos hombres. 





***





El Maestro dice: Deposita en tu capacidad de libertad interior la confianza del rehén y el camino te conducirá a la meta más alta.









Tomado del libro:


101 Cuentos clásicos de la India


Recopilación de Ramiro Calle


Fotografía de Internet



LEALTAD


Un insurrecto había sido condenado a morir en la horca. El hombre tenía a su madre viviendo en una lejana localidad y no quería dejar de despedirse de ella por este motivo. Hizo al rey la petición de que le permitiese partir unos días para visitar a su madre. El monarca sólo puso una condición, que un rehén ocupase su lugar mientras permanecía ausente y que, en el supuesto de que no regresase, fuera ejecutado por él. El insurrecto recurrió a su mejor amigo y le pidió que ocupase su puesto. El rey dio un plazo de siete días para que el rehén fuera ejecutado si en ese tiempo no regresaba el condenado. 

Pasaron los días. El sexto día se levantó el patíbulo y se anunció la ejecución del rehén para la mañana del día siguiente. El rey preguntó por su estado de ánimo a los carceleros, y éstos respondieron: 

--¡Oh, majestad! Está verdaderamente tranquilo. Ni por un momento ha dudado de que su amigo volverá. 

El rey sonrió con escepticismo. 

Llegó la noche del sexto día. La tranquilidad y la confianza del rehén resultaban asombrosas. De madrugada, el monarca indagó sobre el rehén y el jefe de la prisión dijo: 

--Ha cenado opíparamente, ha cantado y está extraordinariamente sereno. 

No duda de que su amigo volverá. 

—¡Pobre infeliz! -exclamó el monarca. 

Llegó la hora prevista para la ejecución. Había comenzado a amanecer. 

El rehén fue conducido hasta el patíbulo. Estaba relajado y sonriente. 

El monarca se extrañó al comprobar la firmeza anímica del rehén. El verdugo le colocó la cuerda al cuello, pero él seguía sonriente y sereno. Justo cuando el rey iba a dar la orden para la ejecución, se escucharon los cascos de un caballo. El insurrecto había regresado justo a tiempo. El rey, emocionado, concedió la libertad a ambos hombres. 

***

El Maestro dice: Deposita en tu capacidad de libertad interior la confianza del rehén y el camino te conducirá a la meta más alta.


Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro Calle
Fotografía de Internet

jueves, 24 de enero de 2019

MAÑANA TE LO DIRÉ








El rey era un hombre joven sinceramente preocupado por las cuestiones metafísicas. Aspiraba a conquistar la liberación interior y sabía que lograrla requería muchísima motivación y un enorme esfuerzo. Comenzó a preguntarse si una persona necesitaría más de una liberación y, atormentado por esta cuestión, hizo llamar a su maestro. 





--Venerable yogui. Hay una cuestión que me inquieta mucho. Incluso me roba el sueño. Yo sé hasta qué punto hay que esforzarse para hallar la Liberación pero me pregunto: ¿Basta con que una persona se libere una vez o son necesarias más liberaciones? 





El yogui sólo repuso: 





--Mañana, señor, te lo diré al amanecer. 





El monarca ni siquiera pudo conciliar el sueño. Estaba ansioso por recibir la respuesta. Los primeros rayos del sol iluminaron su reino. Se incorporó y comenzó a ataviarse. Recordó que tenía que estar presente en una ejecución que iba a llevarse a cabo. Por haber violado y matado a varias mujeres, un hombre había sido condenado a la horca. El juez había anunciado: “Este hombre cruel y perverso debería ser ahorcado por cada uno de sus crímenes”. 





Cuando el rey salió de su cámara, el yogui le estaba esperando. 





--Estoy ansioso por conocer tu respuesta -dijo el rey nada más verle. 





--La conocerás, señor. Si me permites acompañarte a contemplar la ejecución. 





El monarca y el yogui asistieron a la ejecución. El asesino fue ahorcado. Entonces el rey se volvió hacia el yogui y le preguntó: 





--¿Cuándo responderás a mi pregunta? 





--Ahora mismo, majestad -repuso el yogui-. Ese hombre que acaba de ser ejecutado debería haber sido ahorcado, según el juez, una vez por cada uno de sus crímenes. ¿Podéis acaso ahorcarlo de nuevo? 





--Claro que no -afirmó el monarca-. Un hombre ahorcado no puede ser ahorcado de nuevo. 





Y el yogui dijo: 





--Y un hombre liberado, ¿puede liberarse de nuevo? 





***





El Maestro dice: Con la Liberación pierdes el ego pero ganas el Todo.












Tomado del libro:


101 Cuentos clásicos de la India


Recopilación de Ramiro Calle


Fotografía de Internet



MAÑANA TE LO DIRÉ


El rey era un hombre joven sinceramente preocupado por las cuestiones metafísicas. Aspiraba a conquistar la liberación interior y sabía que lograrla requería muchísima motivación y un enorme esfuerzo. Comenzó a preguntarse si una persona necesitaría más de una liberación y, atormentado por esta cuestión, hizo llamar a su maestro. 

--Venerable yogui. Hay una cuestión que me inquieta mucho. Incluso me roba el sueño. Yo sé hasta qué punto hay que esforzarse para hallar la Liberación pero me pregunto: ¿Basta con que una persona se libere una vez o son necesarias más liberaciones? 

El yogui sólo repuso: 

--Mañana, señor, te lo diré al amanecer. 

El monarca ni siquiera pudo conciliar el sueño. Estaba ansioso por recibir la respuesta. Los primeros rayos del sol iluminaron su reino. Se incorporó y comenzó a ataviarse. Recordó que tenía que estar presente en una ejecución que iba a llevarse a cabo. Por haber violado y matado a varias mujeres, un hombre había sido condenado a la horca. El juez había anunciado: “Este hombre cruel y perverso debería ser ahorcado por cada uno de sus crímenes”. 

Cuando el rey salió de su cámara, el yogui le estaba esperando. 

--Estoy ansioso por conocer tu respuesta -dijo el rey nada más verle. 

--La conocerás, señor. Si me permites acompañarte a contemplar la ejecución. 

El monarca y el yogui asistieron a la ejecución. El asesino fue ahorcado. Entonces el rey se volvió hacia el yogui y le preguntó: 

--¿Cuándo responderás a mi pregunta? 

--Ahora mismo, majestad -repuso el yogui-. Ese hombre que acaba de ser ejecutado debería haber sido ahorcado, según el juez, una vez por cada uno de sus crímenes. ¿Podéis acaso ahorcarlo de nuevo? 

--Claro que no -afirmó el monarca-. Un hombre ahorcado no puede ser ahorcado de nuevo. 

Y el yogui dijo: 

--Y un hombre liberado, ¿puede liberarse de nuevo? 

***

El Maestro dice: Con la Liberación pierdes el ego pero ganas el Todo.



Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro Calle
Fotografía de Internet

jueves, 17 de enero de 2019

EL REY DE LOS MONOS












Cuando el rey de los monos se enteró de dónde moraba el Buda predicando la Enseñanza, corrió hacia él y le dijo: 





--Señor, me extraña que siendo yo el rey de los monos no hayáis enviado a alguien a buscarme para conocerme. 





Soy el rey de millares de monos. 





Tengo un gran poder. 





El Buda guardó el noble silencio. 





Sonreía. El rey de los monos se mostraba descaradamente arrogante y fatuo. 





--No lo dudéis, señor -agregó-, soy el más fuerte, el más rápido, el más resistente y el más diestro. Por eso soy el rey de los monos. Si no lo creéis, ponedme a prueba. No hay nada que no pueda hacer. Si lo deseáis, viajaré al fin del mundo para demostrároslo. 





El Buda seguía en silencio, pero escuchándolo con atención. El rey de los monos añadió: 





--Ahora mismo partiré hacia el fin del mundo y luego regresaré de nuevo hasta vos. 





Y partió. Días y días de viaje. 





Cruzó mares, desiertos, dunas, bosques, montañas, canales, estepas, lagos, llanuras, valles... Finalmente, llegó a un lugar en el que se encontró con cinco columnas y, allende las mismas, sólo un inmenso abismo. Se dijo a sí mismo: “No cabe duda, he aquí el fin del mundo”. Entonces dio comienzo al regreso y de nuevo surcó desiertos, dunas, valles... Por fin, llegó de nuevo a su lugar de partida y se encontró frente al Buda. 





--Ya me tienes aquí -dijo arrogante-. Habrás comprobado, señor, que soy el más intrépido, hábil, resistente y capacitado. Por este motivo soy el rey indiscutible de los monos. 





El Buda se limitó a decir: 





--Mira dónde te encuentras. 





El rey de los monos, estupefacto, se dio entonces plena cuenta de que estaba en medio de la palma de una de las manos del Buda y de que jamás había salido de la misma. Había llegado hasta sus dedos, que tomó como columnas, y más allá sintió el abismo, fuera de la mano del Bienaventurado, que jamás había abandonado. 





***





El Maestro dice: ¿Adónde pueden conducirte tu engreimiento y fatuidad que no sea al abismo?











Tomado del libro:



101 Cuentos clásicos de la India


Recopilación de Ramiro Calle


Fotografía de Internet



EL REY DE LOS MONOS


Cuando el rey de los monos se enteró de dónde moraba el Buda predicando la Enseñanza, corrió hacia él y le dijo: 

--Señor, me extraña que siendo yo el rey de los monos no hayáis enviado a alguien a buscarme para conocerme. 

Soy el rey de millares de monos. 

Tengo un gran poder. 

El Buda guardó el noble silencio. 

Sonreía. El rey de los monos se mostraba descaradamente arrogante y fatuo. 

--No lo dudéis, señor -agregó-, soy el más fuerte, el más rápido, el más resistente y el más diestro. Por eso soy el rey de los monos. Si no lo creéis, ponedme a prueba. No hay nada que no pueda hacer. Si lo deseáis, viajaré al fin del mundo para demostrároslo. 

El Buda seguía en silencio, pero escuchándolo con atención. El rey de los monos añadió: 

--Ahora mismo partiré hacia el fin del mundo y luego regresaré de nuevo hasta vos. 

Y partió. Días y días de viaje. 

Cruzó mares, desiertos, dunas, bosques, montañas, canales, estepas, lagos, llanuras, valles... Finalmente, llegó a un lugar en el que se encontró con cinco columnas y, allende las mismas, sólo un inmenso abismo. Se dijo a sí mismo: “No cabe duda, he aquí el fin del mundo”. Entonces dio comienzo al regreso y de nuevo surcó desiertos, dunas, valles... Por fin, llegó de nuevo a su lugar de partida y se encontró frente al Buda. 

--Ya me tienes aquí -dijo arrogante-. Habrás comprobado, señor, que soy el más intrépido, hábil, resistente y capacitado. Por este motivo soy el rey indiscutible de los monos. 

El Buda se limitó a decir: 

--Mira dónde te encuentras. 

El rey de los monos, estupefacto, se dio entonces plena cuenta de que estaba en medio de la palma de una de las manos del Buda y de que jamás había salido de la misma. Había llegado hasta sus dedos, que tomó como columnas, y más allá sintió el abismo, fuera de la mano del Bienaventurado, que jamás había abandonado. 

***

El Maestro dice: ¿Adónde pueden conducirte tu engreimiento y fatuidad que no sea al abismo?



Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro Calle
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viernes, 11 de enero de 2019

UNA PARTÍCULA DE VERDAD








En compañía de uno de sus acólitos, el diablo vino a dar un largo paseo por el planeta Tierra. Habiendo tenido noticias de que la Tierra era terreno de odio y perversidades, corrupción y malevolencia, abandonó durante unos días su reino para disfrutar de su viaje. Maestro y discípulo iban caminando tranquilamente cuando, de súbito, este último vio una partícula de verdad. Alarmado, previno al diablo: 





--Señor, allí hay una partícula de verdad, cuidado no vaya a extenderse. 





Y el diablo, sin alterarse en lo más mínimo, repuso: 





--No te preocupes, ya se encargarán de institucionalizarla. 








***





El Maestro dice: Nadie puede monopolizar la verdad, ni la verdad es patrimonio de nadie.









Tomado del libro:


101 Cuentos clásicos de la India


Recopilación de Ramiro Calle


Fotografía de Internet



UNA PARTÍCULA DE VERDAD


En compañía de uno de sus acólitos, el diablo vino a dar un largo paseo por el planeta Tierra. Habiendo tenido noticias de que la Tierra era terreno de odio y perversidades, corrupción y malevolencia, abandonó durante unos días su reino para disfrutar de su viaje. Maestro y discípulo iban caminando tranquilamente cuando, de súbito, este último vio una partícula de verdad. Alarmado, previno al diablo: 

--Señor, allí hay una partícula de verdad, cuidado no vaya a extenderse. 

Y el diablo, sin alterarse en lo más mínimo, repuso: 

--No te preocupes, ya se encargarán de institucionalizarla. 


***

El Maestro dice: Nadie puede monopolizar la verdad, ni la verdad es patrimonio de nadie.


Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro Calle
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miércoles, 2 de enero de 2019

OCHO ELEFANTES BLANCOS








El discípulo quería elaborarlo todo a través del entendimiento intelectual. Sólo confiaba en la razón y estaba encerrado en la propia jaula de su lógica. Visitó al mentor espiritual y le preguntó:





--Señor, ¿quién sostiene el mundo?





El mentor repuso:





--Ocho elefantes blancos.


--¿Y quién sostiene a los ocho elefantes blancos? -preguntó intrigado el discípulo.


--Otros ocho elefantes blancos.





***





El Maestro dice: El pensamiento es limitado. Una nueva energía de conocimiento aparece cuando cesa el pensamiento. 









Tomado del libro:


101 Cuentos clásicos de la India


Recopilación de Ramiro Calle


Fotografía de Internet



OCHO ELEFANTES BLANCOS


El discípulo quería elaborarlo todo a través del entendimiento intelectual. Sólo confiaba en la razón y estaba encerrado en la propia jaula de su lógica. Visitó al mentor espiritual y le preguntó:

--Señor, ¿quién sostiene el mundo?

El mentor repuso:

--Ocho elefantes blancos.
--¿Y quién sostiene a los ocho elefantes blancos? -preguntó intrigado el discípulo.
--Otros ocho elefantes blancos.

***

El Maestro dice: El pensamiento es limitado. Una nueva energía de conocimiento aparece cuando cesa el pensamiento. 


Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
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domingo, 30 de diciembre de 2018

EL HOMBRE QUE SE DISFRAZÓ DE BAILARINA








Una fastuosa fiesta se celebraba en la corte real. El monarca esperaba con ansiedad el momento de la danza, pues era muy amante de la misma. 





Quedaban unos minutos para que tuviera lugar la representación, cuando la bailarina enfermó de gravedad. No se podía desairar al rey, así que se buscó afanosamente otra bailarina para sustituir a la enferma, pero sucedió que no pudo ser hallada ninguna. El carácter del rey era terrible cuando se enfadaba. ¿Qué se podía hacer? 





Uno de los ministros resolvió elegir a uno de los sirvientes y se le ordenó que se disfrazara de bailarina y bailase ante el rey. El sirviente se disfrazó de bailarina, se maquilló minuciosamente y danzó con entusiasmo ante el monarca. El rey, satisfecho, dijo: 





--Aunque en algunas actitudes es un poco varonil, se trata de una gran bailarina. Me siento complacido. 





La pregunta es: Mientras el sirviente interpretaba a la bailarina, ¿dejó de saber que era un hombre? 





Nadie podría contestar, excepto él. 





****





El Maestro dice: El ser humano común se comporta como si el sirviente se hubiera identificado tanto con su papel que hubiera dejado de saber que era un hombre. Cuando se identifica con la personalidad y todo lo adquirido, se olvida de su Ser real.









Tomado del libro:


101 Cuentos clásicos de la India


Recopilación de Ramiro Calle


Fotografía de Internet



EL HOMBRE QUE SE DISFRAZÓ DE BAILARINA


Una fastuosa fiesta se celebraba en la corte real. El monarca esperaba con ansiedad el momento de la danza, pues era muy amante de la misma. 

Quedaban unos minutos para que tuviera lugar la representación, cuando la bailarina enfermó de gravedad. No se podía desairar al rey, así que se buscó afanosamente otra bailarina para sustituir a la enferma, pero sucedió que no pudo ser hallada ninguna. El carácter del rey era terrible cuando se enfadaba. ¿Qué se podía hacer? 

Uno de los ministros resolvió elegir a uno de los sirvientes y se le ordenó que se disfrazara de bailarina y bailase ante el rey. El sirviente se disfrazó de bailarina, se maquilló minuciosamente y danzó con entusiasmo ante el monarca. El rey, satisfecho, dijo: 

--Aunque en algunas actitudes es un poco varonil, se trata de una gran bailarina. Me siento complacido. 

La pregunta es: Mientras el sirviente interpretaba a la bailarina, ¿dejó de saber que era un hombre? 

Nadie podría contestar, excepto él. 

****

El Maestro dice: El ser humano común se comporta como si el sirviente se hubiera identificado tanto con su papel que hubiera dejado de saber que era un hombre. Cuando se identifica con la personalidad y todo lo adquirido, se olvida de su Ser real.


Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
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miércoles, 26 de diciembre de 2018

¿HASTA CUÁNDO DORMIDO?








Era un pueblo de la India cerca de una ruta principal de comerciantes y viajeros. Acertaba a pasar mucha gente por la localidad. Pero el pueblo se había hecho célebre por un suceso insólito: había un hombre que llevaba ininterrumpidamente dormido más de un cuarto de siglo. Nadie conocía la razón. ¡Qué extraño suceso! La gente que pasaba por el pueblo siempre se detenía a contemplar al durmiente. 





¿Pero a qué se debe este fenómeno? 





-se preguntaban los visitantes-. En las cercanías de la localidad vivía un eremita. Era un hombre huraño, que pasaba el día en profunda contemplación y no quería ser molestado. Pero había adquirido fama de saber leer los pensamientos ajenos. El alcalde mismo fue a visitarlo y le rogó que fuera a ver al durmiente por si lograba saber la causa de tan largo y profundo sueño. El eremita era muy noble y, a pesar de su aparente adustez, se prestó a tratar de colaborar en el esclarecimiento del hecho. Fue al pueblo y se sentó junto al durmiente. Se concentró profundamente y empezó a conducir su mente hacia las regiones clarividentes de la consciencia. Introdujo su energía mental en el cerebro del durmiente y se conectó con él. Minutos después, el eremita volvía a su estado ordinario de consciencia. Todo el pueblo se había reunido para escucharlo. Con voz pausada, explicó: 





--Amigos. He llegado, sí, hasta la concavidad central del cerebro de este hombre que lleva más de un cuarto de siglo durmiendo. También he penetrado en el tabernáculo de su corazón. He buscado la causa. Y, para vuestra satisfacción, debo deciros que la he hallado. Este hombre sueña de continuo que está despierto y, por tanto, no se propone despertar. 





***





El Maestro dice: No seas como este hombre, dormido espiritualmente en tanto crees que estás despierto.









Tomado del libro:


101 Cuentos clásicos de la India


Recopilación de Ramiro Calle


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