Los padres tendrán que mostrar a estos hijos, aunque sea tardíamente, que deben soltarse, que uno no está para siempre.
Con mucho amor y mucha ternura, estos padres deberán entornar la puerta y... pegarles una patada en el culo.
Porque en algún momento los padres tienen que aprender a hacer esto si es que los hijos no lo hacen.
Uno tiene que aprender a hacerse cargo de sí mismo, aprender a responsabilizarse de uno, aprender la
autodependencia.
Aquellos hijos que no terminan de deshacerse, que se quedan prendidos de los padres sin animarse a
subir al trampolín y saltar, en parte lo hacen por una responsabilidad de los padres, que no supieron enseñarles
a hacerlo, y en parte por una responsabilidad de ellos.
Habitualmente, los hijos aprenden y se van solos... Pero si no lo hacen, lamentablemente, en beneficio de ellos y nuestro, será bueno empujarlos a que abandonen esa dependencia.
Estoy harto de ver y escuchar a padres de mucha edad que han generado pequeños ahorros o situaciones de seguridad con esfuerzo durante toda su vida para su vejez, y que hoy tienen que dilapidarlos a manos de hijos inútiles, inservibles y tarambanas, que además tienen actitudes exigentes respecto de los padres:
“Me tenés que ayudar porque sos mi papá...”
“Tenés que vender todo porque todo lo que tenés también es mío...”
Es hora de que los padres sepan las limitaciones que tiene esta historia de su deseo.
A veces uno puede ayudar a sus hijos porque quiere, y está muy bien. Pero hay que comprender que nuestra obligación terminó.
Del libro
El Camino de la Autodependenica
JORGE BUCAY