lunes, 25 de marzo de 2013

ANATOMÍA DEL ABANDONO


Anatomía del abandono

LA SORPRESA

No creemos que algo así pueda ocurrirnos. ¿Quién lo piensa? ¿Quién se imagina que, de pronto, la persona que amamos nos da la mala noticia de que ya no siente nada o muy poco por nosotros? Nadie está preparado y por eso la mente ignora los datos:

«A veces siento que está más distante, que ya no me mira como antes, deben de ser imaginaciones mías». Pero un día cualquiera, tu pareja te dice que quiere hablar contigo y con una seriedad poco habitual y una mirada desconocida, te lo suelta a quemarropa: «Ya no te quiero, ya no quiero que estemos juntos, es mejor para los dos...». En realidad tiene razón: es mejor para los dos, ya que ¿para qué estar con alguien que no te ama? o ¿para qué estar con alguien a quien no amas? Pero no sirve de consuelo, de nada te sirve la «lógica», porque había metas, sueños, proyectos... La ruptura no es un acto administrativo y duele hasta el alma, no importa cómo te la empaqueten.

COLAPSO Y ATURDIMIENTO

Una vez que te enteras, todo ocurre muy rápido y en el lapso de unos minutos pasas por una montaña rusa emocional. Después del impacto que genera la noticia, la angustia te hace preguntar estupideces: «¿Estás totalmente segura? ¿Lo has pensado bien?». En realidad, ¿qué más puede hacer uno sino preguntar o llorar? No obstante, el organismo insiste y una esperanza cogida por los pelos, tan lánguida como imposible, te hace especialmente ingenuo: «¿Lo has pensado bien?... ¿No quieres tomarte un tiempo?...». ¡Como si fuera cuestión de tiempo! Y la respuesta llega como una ráfaga helada: «No, no, lo he pensado bien...». En algún momento echas mano a la manipulación:

«¡No te importa hacerme daño!» o«¿Y si te arrepientes?». Silencio. No hay mucho que responder ni mucho más que agregar, eso es lo que quiere. Otra vez el llanto... La crisis va en ascenso y te da la sensación de que vas a estallar, sobre todo porque te das cuenta de que no miente. ¿Habrá algo más insoportable que la seguridad de quien nos deja?

Del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso