Lo más importante que hay que recordar es que el conocimiento no es sabiduría, no puede serlo; no solo eso, sino que se trata de antisabiduría, es la barrera que impide que surja la sabiduría.
El conocimiento es la moneda falsa, el impostor. Finge saber. No sabe nada, pero puede engañar a la gente -está engañando a millones de personas-, y es tan sutil que a menos que alguien sea realmente inteligente, jamás se cobra conciencia de ello. Y está muy, enraizado porque desde la infancia nos han condicionado.
Conocer significa recoger, es una acumulación, es coleccionar información, datos. No te cambia... sigues siendo el mismo; pero tu colección de información se hace más y más grande. La sabiduría te transforma. Realmente es información, no simplemente información... forma tu ser interior de un modo nuevo. Es transformación. Crea una nueva cualidad de ver, de conocer, de ser. De modo que es posible que un hombre no esté en absoluto informado y, sin embargo, sea sabio. O bien puede estar muy informado y ser muy poco sabio.
De hecho, eso es lo que ha sucedido en el mundo: el hombre se ha vuelto más educado, más culto. La educación universal está disponible, de manera que todo el mundo ha adquirido información y la sabiduría se ha perdido. ¿A quién le importa ahora la sabiduría? El conocimiento se alcanza con tanta facilidad en los libros de bolsillo... ¿quién se molesta con la sabiduría? Esta requiere tiempo, energía, entrega, dedicación.
Del libro:
DÍA A DÍA
OSHO
Día 111