No hacer daño abarca, evidentemente, no matar, no robar y no mentir a la gente. Pero también incluye no ser agresivos: no ser agresivos en nuestras acciones, en nuestro discurso o en nuestra mente. La más importante de las enseñanzas budistas sobre el poder curativo de la no agresión es aprender a no hacernos daño a nosotros mismos ni a los demás.
La base de la sociedad iluminada es no dañarnos a nosotros mismos ni a los demás al principio, en el medio y al final. Para crear un mundo sano, hemos de empezar creando ciudadanos sanos, y esos ciudadanos somos nosotros mismos. La agresión más grave hacia nosotros mismos, el daño más fundamental que podemos hacernos es permanecer en la ignorancia por no tener el coraje y el respeto de mirarnos a nosotros mismos honesta y delicadamente.
Del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron