Cuarta Categoría de Humillación:
Una forma muy común de humillación y especialmente lastimosa, que podría considerarse una variante de la anterior (dejarse explotar), es aceptar el maltrato con estoicismo. Los pensamientos serviles que se esconden detrás de esta forma de sumisión suelen ser dos: “Si me castigan es porque lo merezco” o “Si no me quejo y aguanto estoicamente, nunca me abandonará”. Por lo general, estas personas han sido víctimas de un lavado cerebral sistemático por parte de su pareja. Si el adicto afectivo tiene la mala suerte de caer en manos de una persona mal intencionada, literalmente puede acabar con todo rastro de voluntad. Como si se tratara de una secta, en poco tiempo el apegado acepta cualquier cosa y se entrega como cordero al matadero. Más aún, he visto sujetos dependientes que se sienten honrados de soportar el maltrato. Reverenciar al verdugo es la máxima expresión de obediencia rastrera. Para estos sujetos, el autoengaño sea probablemente la mejor manera de sobrevivir a un conflicto afectivo sin escape. Hay subyugados que se sienten orgullosos de serlo. Liberarlos es imposible. Parafraseando a Séneca: “No hay esclavitud más vergonzosa que la voluntaria”.
Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso