viernes, 8 de noviembre de 2013

AMANTES, HASTA QUE OTRO NOS SEPARE




Un buen día, te llega el coraje y tomas la decisión: «Reemplazaré a mi pareja por mi amante». ¿Y qué hay del ex, de los años de convivencia, de la historia construida?

La respuesta suele ser indiferente al dolor: «No es mi problema, él verá cómo sobrevive, ella verá qué hace». ¿Y los hijos? «Pues se acostumbrarán y lo comprenderán: ¿por qué no?, si tanta gente lo hace...». En una consulta, ante la mirada atónita de sus hijos de ocho y nueve años, una paciente trataba de convencerlos sobre las «ventajas» de la separación: «Mamá va a vivir con otro hombre porque lo quiere con toda su alma. Esto es normal que ocurra entre los adultos... ¡Vosotros os quedaréis conmigo y tendréis un nuevo padre!, ¡ya veréis qué encanto de persona! ¡Os va a caer muy bien! De todas maneras seguiréis viendo a vuestro padre de verdad las veces que queráis. ¿No os parece maravilloso?». Al ver la seriedad de los niños y la mía, tratando de pescar lo «maravilloso» de semejante zafarrancho, intentó arreglar la cosa: «Bueno, mirad el lado bueno: ¡tendréis dos padres y dos casas!». Para un niño normal, la noticia de que tendrá un «nuevo padre» o una casa «extra» de fin de semana no es nada fenomenal, más bien se aproxima al trauma. No digo que uno no pueda separarse, pero hay que hacerlo bien.

Los amantes que se juntan pecan de una ingenuidad y un egocentrismo increíbles: creen que los demás deberían estar tan felices como ellos, como si la dicha tuviera que ser contagiosa. Pero lo que suele ocurrir en estos casos es que todo se desorganiza y vuela por los aires, simplemente porque no existe una forma quirúrgica, precisa y delimitada para reemplazar la pareja por el amante y dejar las cosas como si nada hubiera pasado. La gente afectada y herida por la decisión y los despechados no se cruzan de brazos: protestan, se deprimen y ponen a trabajar a sus abogados.

¿Es posible juntarse con el amante y sobrevivir al intento? Seis reflexiones para tener en cuenta Empecemos por repetir lo siguiente: el «traspaso afectivo» no es nada fácil. Al principio tu motivación estará por los cielos, te pellizcarás para comprobar que la alegría que sientes no es un sueño, es una realidad de la que nadie podrá apearte. Sabes que habrá problemas de todo tipo, pero el amor te empuja y te sientes capaz de vencer cualquier obstáculo que se interponga en tu camino. La creencia que te mueve es definitivamente triunfalista: «¡El amor no conoce límites!».

Veamos algunos de los costes, riesgos y consecuencias a los que posiblemente debas hacer frente para que calibres tus fuerzas de una manera adecuada y no sufras inútilmente. Quizá puedas estar en ese pequeño porcentaje que lo logra.

1. COSTES SOCIALES Y PÉRDIDAS AFECTIVAS

¿Estás dispuesta o dispuesto a las embestidas orquestadas por las buenas costumbres  y la moral de turno? Es probable que alguna parte de la sociedad te recrimine y no vea con buenos ojos tu nueva relación. Incluso es de esperar que algunos «amigos consideren que las relaciones de amantes deben permanecer ocultas y que es de mal gusto sacarlas a la luz. Tampoco faltará el familiar que te censure. Sentirás que tu alegría desbordante es una molestia para todos aquellos que desean que fracases, y no serán pocos. Debes estar preparado, pues lo que te viene encima no es de color de rosa. Hazte fuerte y prepárate a capear ataques de todo tipo, de tal modo que tu autoestima salga victoriosa del embate. En esto hay dos tipos de personas: las que por culpa o miedo al qué dirán se dan por vencidas, y las que se atrincheran en una coraza a prueba de críticas y siguen adelante. Si tienes claro lo que quieres, no te rindas. 

(Continuará en publicaciones posteriores)...

Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso