¿Es posible juntarse con el amante y sobrevivir al intento?
Costes, riesgos y consecuencias a los que posiblemente debas hacer frente para que calibres tus fuerzas.
Aunque puede haber muchas causas que expliquen la deserción de los amantes
tras el «rejunte», señalaré las tres más frecuentes.
Ocurre en ocasiones que, pasado el furor de los primeros meses de convivencia, un virus del cual no tenemos muchos datos pone a funcionar el corazón en retroceso.
De pronto, cuando todo parece que anda bien, una indiscreta nostalgia comienza a incordiar.
Al principio la apartas y piensas que es natural, pero con el paso del tiempo te das cuenta de que va haciéndose más penetrante. Y te preguntas: «¿Cómo es posible?
¿Nostalgia a estas alturas? ¿Tal vez me he equivocado?». Empiezas a revisar el pasado y cuestionártelo todo. Si durante esos días te encuentras por casualidad con tu ex pareja, te fijarás en cosas que antes te pasaban totalmente inadvertidas: se ha dejado el pelo largo y le sienta bien, igual que el nuevo color; también ha perdido peso, lo que la rejuvenece... en fin, redescubrimiento y escaneo del peligroso. Para colmo, este tipo de nostalgia juega a dos bandas: magnifica lo bueno del ex y minimiza las supuestas ventajas que tiene el amante convertido en pareja. Estarás en un lío tremendo. Yo lo llamo dolor marcha atrás: ¡estás pensando en dejar al amante para volver con tu ex!
Morir de amor en sentido inverso y a destiempo (es posible que nadie te crea, ya que hace unos meses hiciste todo lo contrario).
No quiero decir con esto que todas las nostalgias sobre el pasado afectivo tengan necesariamente un desenlace similar; no obstante, un número considerable de «nostálgicos arrepentidos» ponen el freno de mano y regresan a su casa con el rabo entre las piernas. Por la razón que sea —búsqueda de la comodidad o reaparición repentina del amor anterior—, el arrepentimiento ronda con demasiada frecuencia a los amantes que se transforman en pareja. Si éste es tu caso, la mejor manera de hacerle frente es siendo honesto contigo mismo. ¿El ridículo? Qué importa, peor sería pasarte la vida maldiciendo el miedo que te impidió terminar con tu amante.
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso