Cómo afrontar la ambigüedad afectiva y no caer en el juego de una espera inútil.
1. NO ACEPTES PASIVA NI CONDESCENDIENTEMENTE EL RECHAZO
¿Por qué debemos aceptar resignadamente la inconsistencia y el rechazo del otro? Una «minidesgana» esporádica es normal y ocurre en todas las relaciones, pero el disgusto hacia tu persona, aunque no sea minuto a minuto, es inaceptable. Tú reconoces cuándo te quieren de verdad, cuándo te aman o se hartan de ti. Tú lo sabes y no necesitas un grupo de especialistas para que te reafirmen lo evidente. Un hombre enamorado, a quien su esposa lo maltrataba psicológicamente, me dijo una vez:
«¡Usted exagera, doctor: no me odia todo el tiempo». Su respuesta me desconcertó. ¿Acaso es aceptable que nos torturen sólo un poco? Hay cuestiones donde los puntos medios son inadmisibles. No disculpes el desamor del otro, no te digas: «Ya pasará, hoy está en su pico negativo y mañana volverá a amarme...». Mi recomendación psicológica es sencilla: cuando tu pareja «ni contigo, ni sin ti» entre en la fase de antipatía y/o desprecio, hazte a un lado; no te quedes allí para recibir el desprecio. Retírate, aíslate, demuestra que no estás dispuesto o dispuesta a seguir en esas condiciones. A esta retirada estratégica se la conoce como time out (tiempo fuera): salirse de la situación que escapa a tu control para analizarla desde la distancia. Si lo haces y te alejas, tu comportamiento hablará por ti, aunque no digas una palabra: no acepto tus fluctuaciones afectivas, estás o no estás en lo esencial. Tus dudas no son negociables para mí.
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso