...Vuelvo a los hijos. Decía yo hasta su adultez los hijos son nuestra responsabilidad. Y si uno no está dispuesto a asumir una responsabilidad como esta, es deseable que no tenga hijos.
No es obligatorio.
En muchos países de Europa hay una tendencia a no tener hijos. Cada vez hay mas parejas en el mundo que deciden no tenerlos. En la Argentina también se da este fenómeno. El argumento esgrimido es:
- En un mundo de sufrimiento y de crisis, donde los valores se han perdido... ¿por qué vamos a traer a otros a sufrir?
Algunas parejas me han dicho esto en España, adonde viajo a menudo, y en mi discusión con ellos les dije que su actitud me parecía razonable, que lo podía entender intelectualmente pero sugerí:
- Adopten uno, porque ya está, ya fue parido, y va a sufrir mucho mas si ustedes no lo crían...
- No bueno... Nosotros tenemos mucho para disfrutar... y en realidad...
Entonces, el argumento es otro. Siempre lo fue.
- Nosotros no queremos tener hijos porque queremos pasarla bien y disfrutar. Mi pareja y yo estamos para nosotros, no queremos usar ni un poco de nuestro tiempo para nadie...
Será una postura rara de comprender para los que somos padres, pero se entiende. El argumento anterior no. Quizás por el hecho de ser médico, que me inclina a pensar que, de todas maneras, siempre la vida es mejor que la no vida. O acaso por que no estoy tan seguro de que el mundo vaya en camino de ese lugar tan agorero y nefasto.
Mi pronóstico no es el de un mundo siniestro y terrible, sino el de un mundo incierto.
Gran parte de estas cosas que no pasan tienen origen en la velocidad de la comunicación.
Entre el año 400 – cuando se empieza a llevar registro concreto del conocimiento - y el año 1500, el
conocimiento de la humanidad se multiplicó por dos. Desde el año 1500 hasta que se volvió a duplicar,
pasaron 250 años. Es decir, llevó mil cien años que el conocimientos e duplicara por primera vez, y llevó 250
para que volviera a multiplicarse por dos.
La siguiente vez que se midió el conocimiento global fue en 1900, y ya era 2,5 (mas que el doble), pero llevó
menos tiempo: 150 años. De allí en adelante, la velocidad de multiplicación del conocimiento se fue achicando.
Hoy, en el año 2001, se supone que el conocimiento global de la humanidad, en algunas ciencias mas, se
multiplica por dos cada veinte años. Se calcula que para el año 2020 el conocimiento global de la humanidad
se va a multiplicar cada seis meses. Cada seis meses la humanidad va a saber el doble de lo que sabía 180
días antes en casi todas las áreas.
Entonces, yo me pregunto...
¿Qué les voy a explicar a mis hijos? ¿Qué?.
Todo lo que yo les enseñe, cuando ellos sean grandes, no les va a servir demasiado.
Salvo que les enseñe... cómo buscar sus propias repuestas.
Esta es la línea pedagógica actual, que los padres estamos aprendiendo de los maestros:
- Papi... ¿cómo está compuesta el agua?
- Mirá, este es el atlas, esta es la enciclopedia, vamos a buscarlo...
¡Aunque yo lo sepa!. ¿Para que? ¿Para hacerle creer que no lo se?. No. Para enseñarle la manera de
encontrar sus propios datos.
Claro, para eso hay que renunciar a la vanidad del padre de decir:
¡Yo te digo, pibe... H2O, Carlitos, H2O!.
El problema está en asumir que las referencias mías me sirven a mi, no les sirven a mis todos. Yo puedo enseñarles a mis hijos mis referencias, pero aclarándoles que son mías. Lo que no puedo hacer es enseñarles a mis hijos referencias pretendiendo que sean las de ellos y que las tomen como propias.
La actitud inteligente es transmitir a nuestros hijos lo que aprendimos sabiendo que podría no servirles.
Tenemos que tener la humildad. Saber que ellos van a poder tomar de nosotros lo que les sirve y descartar el resto.
La conducta efectiva se apoya no sólo en el aprendizaje académico, sino también en el desarrollo de la inteligencia emocional y en la experiencia de vida.
Y esta es la incertidumbre. Una incertidumbre que no es académica, que es un hecho concreto vinculado con nuestra probada incapacidad para prever el mundo en el cual vamos a vivir.
Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay