La respuesta es un rotundo sí. No me refiero a tener dos enamoramientos al mismo tiempo, porque el cerebro estallaría (aunque debo reconocer que algunos adolescentes, energéticos y vitales, parece que sobreviven a la descarga), sino a un amor más moderado y maduro, un amor que no solamente esté arraigado en el deseo sexual y también se distribuya en la amistad (philia) y en la ternura/compasión (agape). Pese a las protestas de los defensores de la monogamia y la exclusividad emocional, mucha gente abre sucursales y bifurca el sentimiento amoroso.
Una mujer explicaba así el surgimiento en ella de un amor bicéfalo: «Mi marido es un hombre atractivo, un gran amante y un excelente padre. El problema es que no sabe comunicarse... En realidad casi no habla. Nuestras conversaciones no pasan de unos cuantos intercambios verbales y nunca he podido profundizar con él en un tema que me interese. Esto generaba en mí un vacío y empecé a acercarme a un compañero de trabajo. Nos entendemos a las mil maravillas, no tenemos secretos, nos reímos y lo pasamos genial. Sexualmente no hemos avanzado mucho, sólo unos besos y algunas caricias superficiales. No es que no me sienta atraída sexualmente por él, pero no sé, falta algo. En cambio veo a mi marido y se me eriza el vello». Entre dos aguas y bebiendo de ambas. Los dos hombres eran tiernos y agápicos (en este punto había empate técnico), sin embargo, mientras al esposo le sobraba Eros y le faltaba amistad/compañerismo, el amante funcionaba a la inversa. Con el marido hacía el amor a rabiar y con el amigo se comunicaba de manera abierta y franca. Su fantasía era fundirlos y crear un solo y monumental amado/amante. Psicológicamente hablando, amaba a ambos, aunque de manera diferente porque cada uno completaba al otro en la carencia. La balanza siguió insoportablemente equilibrada durante varios años, hasta que el compañero de trabajo conoció a una mujer separada y la dejó. La vida decidió por ella.
Amar a dos personas al mismo tiempo: dos clavos acompasados y en paralelo.
¿Doble alegría o doble dolor? A corto plazo, euforia y fascinación; a medio y largo plazo, desazón y angustia. ¿Soluciones? Quizá sea preferible decidirse por una opción e intentar que funcione a tener dos relaciones inconclusas. La otra posibilidad, que nunca hay que descartar, es quedarse solo y poner el amor entre paréntesis por un tiempo.
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso