«Estoy haciendo lo que puedo».
«Por favor, ayúdame. Cariño, necesito tu ayuda».
Quizá te guste añadir a las tres frases, a la nota de paz: «Veámonos el viernes por la noche para reflexionar a fondo sobre lo que nos ha ocurrido». Tal vez si se lo dices un lunes o un martes, te quedarán aún tres o cuatro días para practicar.
Durante este tiempo los dos tendréis una oportunidad para reflexionar en lo que os ha ocurrido y para comprender mejor la causa del conflicto. Podéis encontraras cualquier día, pero el viernes por la noche será un buen momento, porque si lográis reconciliaros y averiguar por qué os habéis enojado, podréis pasar un maravilloso fin de semana Juntos.
Mientras esperas que llegue la noche del viernes, sigue practicando la respiración consciente y observándote a fondo para comprender las raíces de la ira que sientes.
Al margen de que estés conduciendo, caminando, cocinando o lavando, sigue abrazando la ira con plena conciencia. De ese modo, tendrás la oportunidad de observar profundamente la naturaleza de tu ira. Descubrirás que la causa principal de tu sufrimiento es la semilla de la ira que hay en ti, porque a menudo la habéis regado tanto tú como otras personas.
La ira está en nosotros bajo la forma de una semilla, pero también tenemos las semillas del amor y la compasión. En nuestra conciencia hay muchas semillas negativas y también muchas positivas. La práctica consiste en evitar regar las semillas negativas y en identificar y regar cada día las semillas positivas. Ésta es la práctica del amor.
Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh
Thich Nhat Hanh