Dios es tan inefable que no se puede explicar. Dios es lo Incomprensible. El Misterio Absoluto. Al olvidarnos nosotros de esto, formamos un ídolo de conceptos. Dios se manifiesta en la vida, y la vida, si la metemos en conceptos, tan misteriosa nos resulta como Dios. Sólo podemos conocer la vida viviendo, y a Dios sólo llegamos viviendo y conociéndonos.
San Juan de la Cruz se pregunta: ¿Qué hacemos nosotros al hablar de Dios?. El intuye la imposibilidad de encerrar a Dios en palabras y sólo lo expresa con poesía. Sólo con analogías que en nada se parecen. Santo Tomás de Aquino dice: «Todo el intelecto humano es incapaz de describir la esencia de una hormiga. ¡Cuánto más la esencia de Dios!». Pero quizá mirando la esencia de esa hormiga podamos acercarnos a la esencia de su Creador. Las ideas son las que nos confunden y pueden ser un gran obstáculo para conocerlo.
Las mismas preguntas que se hacen de Dios, son absurdas. Dionisio — el místico — dice: «El no es luz ni tinieblas; no es persona, ni bueno, ni malo, ni esta cosa ni la otra; pues a El no se le puede encerrar en una palabra».
A Krisnamurti lo quisieron entronizar como jefe de la orden que lo había educado, pero él, en el discurso que dijo el día que lo querían entronizar, desbarató todo al decir: «No me podéis seguir a mí, ni a nadie. El día que sigáis a una persona, dejará de existir la verdad». Si seguimos a alguien nos quedamos con la fórmula; hay que ser iluminado, no seguir a los iluminados.
Hay que mirar la luna, y no quedarse mirando el dedo.
Quizá una prostituta pueda entrar en el cielo antes que una monja, porque la prostituta, a fuerza de vivir y conocer la vida, puede llegar a amar, pero la monja, puede, por buscar amar a Dios, dejar de amar a todo el mundo.
«Cuando el ojo no está bloqueado, el resultado es la vista. Cuando el oído no está bloqueado, el resultado es poder escuchar, y cuando la mente no está bloqueada, el resultado es la verdad». Cuando el corazón no está bloqueado ya existe el amor, y cuando no hay apego en la persona, ya existe la felicidad. Bien mirado, el ateo no existe, pues si no podemos concebir ni expresar a Dios, tampoco podemos negarlo. No se niega lo que no se conoce.
Los ateos lo que niegan son los conceptos.
La vida no tiene sentido para unos, pues la ley de la vida, como la de la selva, desborda toda forma y concepto, pero para los místicos, el fondo de la vida — la realidad — es un campo maravilloso, inagotable de luz, de amor, de paz y felicidad. ¿Cómo explicar esto?.
Extracto del libro:
La Iluminación es la Espiritualidad
Anthony de Mello
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