Pequeña guía para no idealizar a tu pareja y que el amor se pose sobre la tierra
1. A QUIÉN AMAS, ¿A LA PAREJA REAL O A LA IMAGINADA?
Es una pregunta ineludible, si quieres mantener a flote tu relación. Posiblemente te genere algo de temor interrogarte sobre qué tanto le has «agregado» o «quitado» a la persona que amas. El primer paso para saber con quién estás realmente es asumir que podrías haberte equivocado con la elección que hiciste; sin embargo, para tu consuelo, muchas personas que deciden ver a la persona que aman tal como es, sin sesgos ni maquillajes, descubren que lo «no idealizado» es mejor y más gratificante que el personaje «inventado».
Empecemos por lo elemental y hasta obvio: tu pareja no es perfecta. Bienvenido al mundo de los normales. Y como tu ser amado no es cuerpo glorioso, tendrás que vértelas con su lado bueno y su lado malo. Esto te conducirá a sacar nuevas conclusiones sobre lo aguantable y lo inaguantable, si las virtudes pesan más que los defectos o a la inversa, y cómo te las arreglas con lo malo. Ésa es la mala noticia para los idealizadores: si solamente amas una porción del otro, no podrás construir una relación estable. Puede que no te agraden algunas cosas, pero debe haber una aceptación de su esencia, de su valía personal, más allá de los déficits.
Entonces, para saber a quién amas, debes conocer a fondo a tu pareja. En mi experiencia como terapeuta me ha sorprendido ver la ignorancia que algunas personas tienen acerca de sus parejas y la sorpresa que manifiestan cuando se enteran de algunos detalles desconocidos de ellas. Veamos dos ejemplos de sobresaltos positivos:
- Le digo al esposo: «A su mujer le encantan las fantasías sexuales. Una de sus preferidas sería hacer un trío con usted y otra mujer». El hombre se queda boquiabierto y me dice: «No puedo creerlo, pensé que era una mojigata... ¡Dios mío, tiene mi misma fantasía!». ¿Cómo no imaginar el encuentro, ese día, cuando cada uno de ellos diga la verdad y destapen sus cartas sexuales? Esto no significa que se aboquen desesperada y compulsivamente a buscar «encuentros cercanos del tercer tipo». El erotismo fantasioso es para degustar despacio, de común acuerdo y sin presiones, ya sea real o imaginariamente. Es jugar juntos, descubrirse y divertirse. Entre ellos se abrió una puerta que había estado cerrada durante años.
- Le digo a una mujer: «Su marido lee muchos libros de budismo. Los tiene en la oficina, porque teme que usted, por ser católica, lo critique». La mujer me mira asombrada: «Pero ¡si yo estoy yendo a clases de meditación y estoy leyendo sobre budismo zen!». Ella hacía yoga por la mañana y él ni se había enterado. Parece extraño, pero suele ocurrir con más frecuencia de lo que uno cree. Vivimos con alguien a quien decimos amar y por falta de comunicación terminamos en dos burbujas inconexas. En este caso: ¡no conocían sus inclinaciones espirituales!
Los ejemplos mencionados dejan claro que muchas veces no tenemos el suficiente contacto y aunque vivimos bajo el mismo techo no lo hacemos íntimamente: si no conoces a tu pareja, probablemente ella tampoco te conozca.
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso
Fotografía de internet