sábado, 18 de abril de 2015

LA BRÚJULA INTERIOR


Carta 15

La brújula interior

«Haz las cosas que te salen del corazón. Cuando las hagas, no estarás insatisfecho, no tendrás envidia, no desearás las cosas de otra persona. Por el contrario, lo que recibirás a cambio te abrumará.»
Morrie Schwartz, Martes con mi viejo profesor (citado por Mitch Albom)

Mi querido jefe y amigo:

Decía Jorge Luis Borges que «el peor de los pecados es no haber sido feliz». Y tenía toda la razón.

El diccionario define la felicidad como «estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien...». Cuando leo esta definición pienso: «¡Qué horror! ¡Es una definición vulgar y fácil, pues asocia la felicidad con la posesión de objetos, de productos!».

La gran mayoría de nosotros nos hemos tragado en algún momento de nuestra vida que la felicidad llega cuando estamos cargados de cosas. Nos hemos creído que la felicidad es eso: complacerse en la posesión de un exceso de bienes, en el sentido económico y acumulativo del término.

Tener, tener y tener, hasta que nos olvidamos de ser.

Fíjate en lo siguiente:

Hay quien gasta el dinero que no tiene comprando cosas que realmente no necesita y que no se puede permitir, teniendo en cuenta su situación económica aquí y ahora, para satisfacer necesidades ya satisfechas, para parecer lo que no es ante personas que no conoce o que no le caen bien, acumulando demasiados demasiados que no le caben en casa y que ni siquiera utiliza, añadiendo a esa equivocada búsqueda de felicidad, un grave endeudamiento financiero, y una considerable neurosis.

Finalmente, compra tantas cosas que... ¡tiene que vender su alma para pagarlas!

La felicidad tiene que ver con la posesión de otra clase de «bienes». Bienes del alma o bienes del ser: tranquilidad, tiempo, energía física, amistad, buena compañía, salud, proyectos de vida, tareas que nos apasionen... Yo lo veo así...

Es mucho más que simplemente conseguir «algo». Diría que la felicidad es el placer de vivir disfrutando de lo que uno hace, día a día, instante a instante, aquí y ahora.

Y cuando además eso que uno hace se convierte en su medio de vida y de obtención de recursos... ¡entonces es el no va más!

Creo firmemente que la feücidad es esa sensación de que mi vida tiene una dirección y un sentido, de que está guiada por una brújula interior. Esa sensación tan reconfortante de que no estoy perdido porque estoy en un camino en el que me siento bien conmigo mismo, y no necesito montones de cosas materiales que me completen, que cubran huecos de mi alma.

Por tanto, creo que debemos plantearnos si nuestra vida tiene dirección y sentido.

Tener una dirección implica...

...moverse en un camino, o seguir un rumbo.
...asumir que hay alguien que dirige, que marca ese rumbo.
.. .y, sobre todo, tener un hogar, un lugar donde encontrarte con tu ser y con aquellos a los que amas.

La pregunta «¿cuál es la dirección de tu vida?» puede entonces interpretarse de tres maneras:

—¿Hacia dónde vas?
—¿Quién te dirige hacia allí, quién es tu guía?
—¿Dónde está tu hogar, tu amor, tu vida?

Y sobre el sentido también hay mucho que decir. Dotar de un sentido a tu vida supone ante todo tener la capacidad de darte cuenta de lo que ocurre y de dar un significado a eso que ocurre. Luego la pregunta «¿cuál es el sentido de tu vida?» se puede traducir en:

—¿Cuál es el significado que le das a tu vida?

—¿Eres consciente de lo que ocurre realmente en tu vida?

Todas estas preguntas, tanto las que hacen referencia a la dirección de la vida como a su sentido, se podrían resumir en una:

¿PARA QUÉ VIVES?

Dar una respuesta firme, simple y serena a esta pregunta es algo que sólo cada cual puede hacer. Nadie, absolutamente nadie, puede responder por ti.

Y cuando eres capaz de responderla... es cuando se hace muy fácil definir tus objetivos, tus siguientes pasos.

Porque le puedes dar a tu vida un significado, una finalidad, la que sea, pero una: la solidaridad, el conocimiento, la sabiduría, la caridad, el placer, la belleza, el poder económico, el poder fáctico, la trascendencia, la iluminación...

Cada cual puede elegir su camino. Y su salida de esta vida. Porque cada salida o final tiene un precio. Para ti y para los demás. Por eso vale la pena ser muy consciente de la elección de esa salida o final. Por cierto, ¿sabías que «salida» y «éxito» tienen mucho que ver, que «éxito» viene del latín «exitus», que significa «salida»? Fíjate, además, que en inglés «salida» se escribe «exit»...

Encontrar la dirección y el sentido de tu vida es un paso fundamental para la definición de tu noción del éxito. Lo cual no es fácil. Requiere tiempo, requiere reconocerse, escucharse, observarse, estar atento, tener paciencia, perseverar. Porque la definición de la dirección y sentido de la vida no llega de repente, por iluminación, como un flash, ni tampoco porque alguien que asegura quererte mucho te la susurra al oído... ¡No!

Llega como consecuencia del trabajo de encontrarse con uno mismo o una misma en lo más íntimo, en el fondo, en la esencia del ser, en el alma, en la «vocecita interior».

Por tanto, si la felicidad reside en encontrar la dirección y sentido de nuestra vida...

.. .¿no crees que tendríamos que empezar a caminar en su búsqueda?
...¿no crees que deberíamos hacer algo?

¿O quizás ya lo estamos haciendo?

Felizmente tuyo,
Álex

P. D. Querido jefe, lee por favor estas palabras de John Lennon que envío directamente a tu corazón: «La vida es lo que te sucede mientras estás haciendo otros planes».

Extracto del libro: 
La brújula interior
Conocimiento y éxito duradero 
Álex Rovira Celma