En una encuesta realizada para el último informe Hite, los encuestados contestaron a esta pregunta: ¿Cuál es la frecuencia sexual máxima y mínima que usted considera normal?. Las respuestas van desde un máximo de una vez por día hasta un mínimo de una vez cada quince días. Cualquier frecuencia entre estos dos extremos es considerada normal por la sexología. (Una frecuencia menor como promedio no es anormal ni patológica, pero es poco. Una frecuencia mayor como promedio tampoco es anormal, pero es mentira...)
Dos veces por semana es lo que el 70% de las parejas estables encuestadas refieren como su frecuencia habitual.
En la Argentina, el ritmo según las mujeres es entre una y dos veces por semana y según los hombres tres o cuatro por semana. Esto genera dudas sobre la conducta fiel o infiel de los señores o sobre la necesidad de los hombres de decir que cogemos mas porque nuestra educación nos dice que entonces somos mas hombres.
Se trata del mito de que los hombres estamos siempre listos, lo cual, obviamente, no es cierto.
Si queremos hacer algo por la sexualidad de todo, habría que:
Insistir en que los padres reciban educación sexual para poder transmitirla. El aprendizaje empieza desde la cuna.
Evitar censurarnos. La censura en el encuentro sexual es perniciosa. Hay que trabajar con nuestra libertad y con la que yo llamo autonomía, la capacidad para imponernos nuestras propias normas.
Revalorizar la sexualidad hasta conseguir que recupere el enorme valor que tiene.
Si tratamos de reprimir la conexión con nuestro deseo, cada vez somos mas esclavos de el.
En la medida que dejemos ser a nuestro deseo, en la medida que asumamos nuestra sexualidad como parte de nosotros y no nos avergoncemos de ello, en la medida que aceptemos nuestras inquietudes, nuestras fantasías y nuestro encuentro sexual con la persona que nosotros decidamos, en la medida que podamos vivir esta historia con libertad, sin frenar y sin reprimir, nuestra sexualidad se va a volver mas libre y vamos a poder dejar de pensar en ella.
La metáfora que dan algunos iluminados es que uno puede mantener la mano abierta toda su vida, pero cerrada... apenas un rato. Tarde o temprano, después de tener la mano cerrada, vas a tener que aflojar.
Manteniendo abierta nuestra conducta sexual podremos tener una sexualidad mas sana, mas placentera y, sobre todo, podremos mejorar nuestra capacidad de entrega.
Si ocultamos, reprimimos y escondemos nuestro deseo, en algún momento este explotará, se volverá pernicioso y terminaremos haciendo cosas dañosas para los demás.
¿Qué es normal y que es anormal?. ¿Cuál es el límite entre lo que se puede y lo que no se puede?. ¿Qué está bien y que está mal?. ¿Cuál el límite entre lo normal y lo patológico?. ¿Qué cosa es sana y que cosa enferma?
Yo creo que si los dos están de acuerdo y disfrutan de lo que está pasando, sin involucrar a quien no quiere involucrarse, nada, repito, nada es anormal.
Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay
Fotografía tomada de internet