He conocido relaciones donde la diferencia de edad se reduce psicológicamente debido a la actitud de los enamorados. La persona más joven es mentalmente madura y la que es mayor posee un espíritu juvenil y despierto. En el amor no solamente se juntan los cuerpos, también lo hacen las mentes, las creencias, las ganas de vivir y la ideología. Recuerdo una pareja en la que ella tenía treinta y cinco años y él sesenta y cuatro. Eran personas muy especiales a quienes tal diferencia apenas los afectaba. Entre otras cosas, los unía una gran pasión: el arte. Ambos vivían en una casa de campo, él era un escultor sin mucho dinero, y ella, que había sido su alumna, intentaba abrirse paso en el mundo de la pintura. Vivían entre hierros retorcidos, lienzos y pinceles, rodeados de árboles y unos cuantos animales.
En aquel lugar podía sentirse el amor por todos los rincones, una mezcla de afecto, deseo, inspiración, estética y vocación. Era mucho más que feromonas. A ella podrían haberle presentado al hombre más atractivo y joven de la Tierra, y nada habría ocurrido; su corazón estaba sellado y a buen recaudo.
En aquel lugar podía sentirse el amor por todos los rincones, una mezcla de afecto, deseo, inspiración, estética y vocación. Era mucho más que feromonas. A ella podrían haberle presentado al hombre más atractivo y joven de la Tierra, y nada habría ocurrido; su corazón estaba sellado y a buen recaudo.
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso
Fotografía de internet