En el instante que Angelina salió del cuadro y se convirtió en una persona real, dirigió a David una sonrisa celestial. Miró el bol de fideos y dijo: «¿Cómo puedes comer esa basura? Espera una momento», y desapareció. Y después, en un abrir y cerrar de ojos, volvió a aparecer con una cesta de verduras y le preparó a David un delicioso bol de fideos muy distinto de los fideos instantáneos que solía comer.
Angelina tenía talento, sabía cómo hacerte feliz, pero tú no se lo agradeciste ni comprendiste nada. No fuiste capaz de conservarla, por eso te dejó. O puede que tú seas Angelina y, como David era tan difícil, lo dejaste. Aunque hiciste todo lo posible por ayudarle, te fue imposible vivir con él. Fue incapaz de reconocer que tú eras su Angelina. Su energía habitual le empujó a seguir viviendo y consumiendo de un modo que le envenenaba el cuerpo y la mente. Quizá iba al bar cada noche y se emborrachaba. Por más que se lo pediste, no dejó de beber. Y cada noche volvía borracho a casa y te daba una paliza. No supo escucharte en ningún momento. Por más que intentabas ser dulce y paciente, él siempre te interrumpía impidiéndote terminar la frase. Nunca fue capaz de escucharte. Tú fuiste paciente, pero también tienes tus límites. La comunicación era imposible, por eso te rendiste.
¿Quién es David y quién es Angelina? Me gustaría que me contestaras a estas preguntas. ¿Eres tú David? Si lo eres, ¿dónde está ahora tu Angelina? ¿Sigue contigo o te ha dejado? ¿Qué le has hecho? ¿Cómo la trataste? ¿La cuidaste bien? ¿Fuiste capaz de hacerla feliz?
Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh
Thich Nhat Hanh
Fotografía de Internet