Ser flexible es un arte, una excelencia o una virtud compuesta de, al menos, tres principios: la excepción a la regla, el camino del medio y el pluralismo.
SEGUNDO PRINCIPIO: EL CAMINO DEL MEDIO.
Cuando estaba en bachillerato, el profesor de geometría descriptiva era el ogro del colegio. Cada examen era una tortura porque el 95 por ciento de los alumnos suspendían.
Un día, uno de mis compañeros de curso decidió hacerle frente y decirle que su evaluación no era fiable, ya que si fallaban tantos alumnos, podía estar pasando una de las siguientes cosas: que el nivel de exigencia era extremo o que las explicaciones que daba el profesor eran insuficientes. De hecho, creo que cualquier persona que haya ejercido la docencia con un criterio razonable sabe que, si nadie aprueba un examen, hay que revisar los procedimientos didácticos utilizados. Pero el profesor en cuestión tenía otra teoría: «Lo único que demuestran los malos resultados obtenidos es que éste es un curso de imbéciles.» El hombre vivía en el mundo de los autoritarios y jamás aceptó revisar su estilo pedagógico. En realidad, si alguien opinaba algo en contra de sus criterios de inmediato se sentía ofendido y comenzaba a sancionar indiscriminadamente a los disidentes. Nunca comprendí por qué el colegio dejaba ejercer a semejante personaje.
Pues la solución habría sido muy sencilla: calibrar el nivel de exigencia y revisar el sistema de evaluación (después de todo, la tenebrosa idea de que «la letra con sangre entra» no es otra cosa que la manifestación de un sadismo pedagógico que sólo conduce al odio y a la deserción escolar). Entre la demanda irracional (metas educativas inalcanzables) y la complacencia irresponsable (metas educativas pobres), existe un término medio en el que las exigencias son moderadas y congruentes con las capacidades reales de los estudiantes. Entre la filosofía nerd (según Wikipedia, este término designa a un estereotipo de persona abocada por completo al estudio y la labor científica, informática e intelectual) y la dejadez, hay una forma comprometida de estudio en la que la salud mental sale bien parada. Una mente flexible habría sido humilde y habría pensado más en el bienestar de los estudiantes que en ganar la partida de manera arrogante.
Vale la pena señalar una vez más que la flexibilidad no es un «estado de la mente» sino un proceso dinámico de observación y autoevaluación permanente. Lo que intenta la mente flexible es establecer una carretera por donde transitar con moderación sin asfixiarse ni darse contra las paredes. La búsqueda del camino del medio se visualiza en prácticamente todas las personas que han dejado sus huellas en las distintas tradiciones filosóficas y espirituales: «camino del medio» (Buda),23 «armonía» (Confucio),24 «equilibro dinámico» (Lao-Tse),25 «prudentia» (Tomás de Aquino)26 o «phronesis» (Aristóteles).27
¡Pero incluso el camino del medio tiene excepciones!
Aristóteles enseñaba que algunas actuaciones son en sí mismas malas o dañinas y no admiten puntos intermedios.28
¿Cuál sería el término medio de un violador?, ¿violar sólo un poco? Hay vicios que sólo permiten su erradicación, ya que no es posible establecer virtud alguna en su ponderación.
¿Cómo ser menos asesino, menos torturador, menos esclavo?
23. Coomaraswamy, A. K. (2002). Buda y el evangelio del budismo. Barcelona: RBA.
24. Confucio (1998). Analectas. Madrid: Edaf.
25. Lao-Tse (1990). El libro del sendero y de la línea recta (TaoTe-King). Buenos Aires: Kier. 26. Santo Tomás de Aquino (2003). Antología filosófica. Madrid: Tecnos.
27. Ágnes, H. (1998). Aristóteles y el mundo antiguo. Barcelona: Península.
28. Aristóteles (1998). Ética nicomáquea. Ética eudemia. Madrid: Biblioteca Clásica Gredos.
Extracto del libro:
El arte de ser flexible
Walter Riso