Ser flexible es un arte, una excelencia o una virtud compuesta de, al menos, tres principios: la excepción a la regla, el camino del medio y el pluralismo.
TERCER PRINCIPIO: EL PLURALISMO
Cuentan que un hombre estaba poniendo flores en la tumba de su esposa cuando vio a un anciano chino colocando un plato de arroz en otra tumba. El hombre se dirigió al chino y le preguntó: «Disculpe, señor, ¿de verdad cree usted que el difunto vendrá a comer arroz?». «Claro, —respondió el chino—: Cuando el suyo venga a oler las flores.»
Una mente flexible quizá habría sentido cierta curiosidad y habría realizado una pregunta menos irónica. Por ejemplo: «Discúlpeme, señor, ¿por qué pone un plato con arroz? No conozco esa costumbre y me gustaría saber más al respecto, si no le molesta.» No es fácil ponerse en el lugar del otro, sobre todo en una cultura que promueve el egocentrismo en todas sus formas.
La mente flexible sabe responder y es sensible a otros puntos de vista, sin verse necesariamente en la obligación de aceptarlos. Incluye a los demás, viaja hacia ellos intentando averiguar sus fundamentos y sus creencias. Pero este viaje sólo es posible si se hace con humildad, sin la vanidad del que se las sabe todas.
En el siguiente post se podrá ver el perfil básico de las mentes flexibles, sus creencias centrales, sus pensamientos, sus miedos y sus estrategias de supervivencia.
Extracto del libro:
El arte de ser flexible
Walter Riso