Su Santidad el Dalai Lama describe a dos tipos de personas egoístas: los sabios y los que no lo son. Los egoístas no sabios son los que sólo piensan en sí mismos; el resultado es que sólo obtienen dolor y confusión. Los egoístas sabios saben que lo mejor que pueden hacer por sí mismos es estar disponibles a los demás, con lo que cosechan alegrías.
Cuando vemos a una mujer con su niño mendigando por la calle, a un hombre pegando a su perro sin piedad, a un adolescente al que han dado una paliza o vemos el miedo en los ojos de los niños, ¿miramos hacia otro lado porque no podemos soportarlo? La mayoría de nosotros sí que podemos, pero alguien tiene que animarnos a no barrer a un lado lo que estamos sintiendo, a no sentir vergüenza del amor y de la pena que surge en nosotros, a no tener miedo del dolor. Alguien tiene que animarnos a despertar ese lugar blando en nosotros, porque cuando despierte, cambiará nuestras vidas.
La práctica de tonglen —recibir y enviar— está diseñada para despertar la bodhichitta, para ponernos en contacto con el auténtico corazón noble. Es una practica de tomar sobre nosotros el dolor y enviar placer, por tanto invierte completamente nuestro arraigado hábito de hacer exactamente lo contrario.
Tonglen es una práctica que crea espacio, que ventila el aire de nuestras vidas para que la gente pueda respirar libremente y relajarse. Cuando nos encontramos con cualquier tipo de sufrimiento, la instrucción tonglen nos dice que debemos inspirarlo con el deseo de que todo el mundo se libere del dolor. Cuando nos encontramos con cualquier tipo de felicidad, la instrucción es espirarla, enviarla hacia fuera con el deseo de que todo el mundo pueda sentir alegría. Es una práctica que permite a la gente sentirse menos cargada y menos tensa, una práctica que nos enseña a amar incondicionalmente.
Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron
Fotografía de Internet