El dogmatismo es una alteración del pensamiento que consta de tres elementos: un esquema disfuncional: «Soy poseedor de la verdad absoluta»; el rechazo a cualquier hecho o dato que contradiga sus creencias de fondo; y la no aceptación de la duda y la autocrítica como procesos básicos para flexibilizar la mente. El dogmatismo es una incapacidad de la razón, que se cierra sobre sí misma y se declara en estado de autosuficiencia permanente. La natural incertidumbre es reemplazada por una certeza imposible de alcanzar. ¿Cómo mantienen semejante actitud las mentes rígidas? Por medio del autoengaño. Aquello que no esté de acuerdo con sus ideas es erróneo, incompleto o producto de la ignorancia. La flexibilidad, obviamente, les produce temor y recelo porque es atrevida. La diferencia es clara: la mente flexible está dispuesta al cambio; el dogmático ve en el cambio una forma de derrota.
Además de neutralizar el dogmatismo, el pensamiento crítico te permite:
• Actualizar tus creencias, opiniones e ideas.
• Acercarte al nuevo conocimiento sin miedo.
• Manejar una dosis saludable de relativismo.
• Descentrarte y reconocer otros puntos de vista de manera relajada, porque lo que te interesa no es ganar sino saber lo cerca que estás de lo cierto.
• Practicar la modestia, porque no te las sabes todas.
• Aprender a encajar las críticas constructivas y a ejercitar la autocrítica.
• Discrepar de los modelos de autoridad, sin culpa ni arrepentimiento.
• Tener los pies en la tierra y aceptar que no todo es posible.
• Dejar entrar en tu mente toda la información y no sólo lo que le conviene a tus necesidades / creencias / valores.
Extracto del libro:
El arte de ser flexible
Walter Riso
Fotografía tomada de internet