Existe una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.
Contrariamente a lo que muchos piensan, la fuerza de voluntad no es una virtud innata, sino una capacidad que se adquiere y se ejercita con la práctica. Se trata de un puente entre el «pienso» y el «hago», la pieza clave que transforma la idea en acto, convirtiéndola en realidad.
Solo son necesarios pequeños cambios en nuestros hábitos cotidianos para fortalecer nuestra voluntad.
Según un estudio realizado en la Universidad de Chicago, enfrentarnos a nuestro punto débil, es decir, a la tentación, nos permite ejercitar y fortalecer nuestra voluntad hasta puntos insospechados. Se desaconseja centrarse en varios objetivos a la vez, puesto que resistirnos a la tentación de abrir la nevera, reprimirnos ante emociones negativas o sucumbir al mal hábito de dormir poco, todo a la vez, puede fundir todos nuestros circuitos.
La voluntad se refuerza asumiendo objetivos individuales.
Desde un punto de vista fisiológico, los especialistas en alto rendimiento aconsejan que si tenemos que enfrentarnos a situaciones y pruebas duras, tanto física como emocionalmente, es conveniente mantener los niveles de glucosa altos, realizando cinco comidas —sin excedernos en las cantidades— al día y rehidratándonos continuamente.
Tomado del libro:
Einstein para despistados
85 soluciones atómicas para problemas
relativamente graves
Allan Percy
Fotografía de Internet