viernes, 23 de septiembre de 2016

LOS CUENTOS ZEN


FRAGMENTOS DE ZEN

En el bosque de estos cuentos chinos, japoneses e indios, con esas historias de asnos, grullas cenicientas, zorros, monos, medusas, campesinos, dragones, reyes, dioses, monjes, hermosas muchachas desgraciadas, serpientes, alondras, topos, tortugas, cuervos o nobles samuráis, he aquí un claro de silencio. Un alto para recobrar aliento, hacer escala, respirar la felicidad, si la felicidad es de la infancia.

¿Os acordáis de aquellos momentos estirados, que se creían perdidos, que se creían de aburrimiento?

El eco apagado de nuestra infancia y el segundo tema que se entrelaza, la llamada del Absoluto, la llamada del Infinito.

Porque más allá de toda forma, mejor que el poder y la riqueza, más asombroso que el cielo azul, las playas rubias de las islas afortunadas, más embriagador incluso que los amores humanos en su incandescencia, está el canto del silencio, el canto del vacío. «Ese vacío resplandeciente como el cielo de verano, que devora las cosas y junto al cual todo lo demás no es sino un desfile de sombras»12, escribe Marguerite Yourcenar. El vacío, el silencio donde se despierta la melodía de Dios, ese Absoluto al que nada pasa y nada sobrepasa, al que nos llevan y nos devuelven LOS CUENTOS ZEN.


Extraído de:
La Grulla Cenicienta
Los más bellos cuentos zen
Henry Brunel
Fotografía del internet