Una cultura basada en el conformismo está condenada al atraso. El progreso implica la ruptura de algunas viejas reglas y la aceptación de otras nuevas. Lo que nos mueve es la apertura al cambio.72 Como ya dije antes, no me refiero al rebelde sin causa que protesta por protestar, sino a la capacidad razonada y razonable de inducir y promover transformaciones cuando sea necesario; y lo es cuando el bienestar de las personas se ve afectado o cuando un sistema de funcionamiento (organizacional o social) empieza a ser obsoleto. La actitud inconformista tiene que ver con mantener vivo un espíritu de sana oposición y sensato que ve en la renovación un factor de crecimiento. El pensamiento inconformista implica una mente abierta, antidogmática y flexible, lejos de los imperativos rígidos y más cerca de un cuestionamiento inteligente ¿Su peor enemiga? La resistencia al cambio.
El pensamiento inconformista te permite:
- Superar la necesidad de aprobación.
- Tener más claros tus propios gustos y preferencias.
- Salvaguardar tu independencia psicológica y afectiva.
- Aprender a discriminar cuándo una norma debe ser acatada y cuándo no.
- Respetar el pasado sin rendirle culto.
- Disminuir la resistencia al cambio.
- Afrontar el cambio con optimismo.
- Comprender que las crisis son necesarias para que cualquier transformación se lleve a cabo.
- Vencer los temores que se oponen al cambio: miedo a cometer errores, a envejecer o a caducar, a lo desconocido, a fracasar, etc
2. Gardner, H. (2004). Mentes flexibles. Barcelona: Paidós
Extracto del libro:
El arte de ser flexible
Walter Riso
Fotografía tomada de internet