miércoles, 21 de marzo de 2018

LA LEY DE LA ACCIÓN ANTE LA LEY DE LA ATRACCIÓN


Ten el valor de actuar en vez de reaccionar.
Darlene Larson Jenks

Como iremos viendo a lo largo del libro, la fortuna es algo que hay que ir a buscar de forma expeditiva, ya que nadie nos la va a traer a la puerta de casa. Podemos depurar nuestros pensamientos y vibrar de forma «alta» para intentar atraer lo que deseamos, pero si no fletamos la nave y tenemos claro cuál es nuestro rumbo, los éxitos no rebasarán el nivel mental en el que se generaron.

Es éste el motivo por el que, a partir de ahora, vamos a apostar por la ley de la acción en lugar de la ley de la atracción.

Dicho de otra manera, vamos a cambiar la pasividad por la proactividad. Hay una diferencia muy grande entre una y otra. Quien actúa, moldea sus circunstancias y encuentra siempre oportunidades a su alcance. Controla su vida y, por lo tanto, tiene la posibilidad de mejorarla. En cambio, quien siempre reacciona se ve obligado a gastar una energía igual o superior para volver simplemente al lugar de partida.

Proactivos y reactivos

Para avanzar hacia la prosperidad sin duda hay que ser «proactivo», ser capaz de actuar en lugar de reaccionar.

Este término fue acuñado por Viktor Frankl, aunque lo popularizó varias décadas después Stephen R. Covey a través de su best seller Los siete hábitos de las personas altamente efectivas. Este gurú estadounidense clasifica a las personas, según su actitud hacia los acontecimientos, en dos categorías:

  • Personas reactivas. Son esclavas de las circunstancias, del momento transitorio y de su ambiente social. Por eso mismo sólo se sienten seguras cuando el entorno es favorable. Esta dependencia del medio hace que dirijan su atención a los defectos de otras personas, hacia las dificultades coyunturales y las circunstancias sobre las que no tienen el control. No se sienten libres de elegir sus propias acciones.
  • Personas proactivas. Por muchos cambios que se produzcan a su alrededor, eligen cómo van a reaccionar ante ellos. Más que preocuparse por la situación, centran sus esfuerzos en lo que ellas pueden hacer en cada momento y lugar. Su actitud positiva hace que aumenten su círculo de influencia. Controlan activamente sus acciones y decisiones, con lo que su libertad de elección prevalece sobre las circunstancias.

Por lo tanto, en la esfera donde podemos decidir —o sea, nuestra actitud ante las cosas— elegimos entre reaccionar ante los acontecimientos o bien amoldarnos a ellos e incluso provocarlos.

La proactividad es el primer hábito del que habla Covey en su manual sobre la efectividad. Escoger nuestra respuesta ante los estímulos del entorno es lo que nos permite actuar según nuestros principios y valores, y lo que nos distingue del resto de miembros del reino animal. Según la visión de Frankl, sería lo que nos permite actuar con «sentido» y responsabilidad.

Los otros seis hábitos son:

  1. Comenzar con un fin en mente para que nuestras acciones estén dirigidas hacia algo verdaderamente significativo para nosotros.
  2. Poner primero lo primero para liberarnos de la tiranía de lo urgente y dedicar tiempo a las actividades que dan sentido a nuestra vida. Es la disciplina de llevar a cabo lo importante.
  3. Pensar en ganar/ganar (beneficio mutuo) para desarrollar una mentalidad de abundancia material y espiritual, descartando la premisa de que la vida es un «juego de suma cero» donde para que yo gane alguien tiene que perder.
  4. Comprender primero y después ser comprendido como esencia del respeto a los demás. Este hábito es clave en las relaciones humanas efectivas y posibilita llegar a acuerdos.
  5. Lograr sinergias como resultado de cultivar la habilidad y valorar la diversidad. La síntesis de ideas divergentes produce ideas mejores y superiores a las ideas individuales.
  6. Afilar la sierra (mejora constante) empleando nuestra capacidad para renovarnos física, mental y espiritualmente.

Todas estas cualidades tienen que ver con la actitud personal a la hora de afrontar los problemas y relacionarnos con los demás. Obedecen a la idea de que la disposición es más importante que el determinismo generado por las circunstancias.

Con un espíritu proactivo podemos generar cualquier clase de prosperidad, sea económica, espiritual o cultural, como es el caso que veremos en los siguientes posts.


Del libro:
El mapa del tesoro
Álex Rovira/
     Francesc Miralles
Fotografía tomada de internet