viernes, 25 de mayo de 2018

LA MENTE FLEXIBLE Y EL FUNCIONAMIENTO ÓPTIMO







COMENTARIOS FINALES





El funcionamiento óptimo es el perfeccionamiento constante de la mente humana por desarrollar sus fortalezas básicas. Entre otras cosas, implica pasar de un estado desorganizado a uno organizado, de un nivel simple a uno complejo, de una escasa autobservación a una mejor autorreflexión, de una mente estática y rígida a una mente más plástica y menos egocéntrica. Una mente que funcione bien estará siempre activa y comprometida con una transformación profunda del yo. Así como existe una evolución de la especie a nivel global, también existe un mejoramiento o crecimiento individual que hace que nuestras estructuras psicológicas adquieran mayor flexibilidad y mayores posibilidades de adaptarse a situaciones nuevas. El funcionamiento óptimo implica escasa o nula resistencia al cambio y una profunda capacidad de autocorrección. 





Como hemos visto a lo largo del libro, la propuesta básica es mover el dial hacia puntos de funcionamiento intermedios, tratando de no quedarse en los extremos nocivos que presenta la mentalidad rígida. En este sentido, ubicamos seis zonas básicas de flexibilidad mental.





Zona 1:





Alejarse del dogmatismo (creencias inamovibles) y adoptar convicciones racionales y abiertas a la crítica y a la revisión, sin caer en el «todo vale». A esto lo llamamos: pensamiento crítico





Zona 2:





Alejarse de las actitudes de solemnidad / amargura (tomarse demasiado en serio a uno mismo) y adoptar el buen humor y la disposición a la risa como forma de vida, sin caer en la estupidez risueña de la frivolidad. A esto lo llamamos: pensamiento lúdico.





Zona 3:





Alejarse de la normatividad (aceptación ciega de las normas) y adoptar una actitud inconformista inteligente y fundamentada (rebelde con causa), evitando caer en la filosofía del «dejar hacer» (laisser faire), según la cual la norma es vista como un tabú. A esto lo llamamos: pensamiento inconformista.





Zona 4:





Alejarse de toda forma de prejuicio y fanatismo y tratar de ser ecuánimes y justos en cada acto de la vida, dejando a un lado la inferencia arbitraria y la mala costumbre de catalogar a la gente. A esto lo llamamos: pensamiento imparcial / equilibrado





Zona 5:





Alejarse de la visión simplista del mundo (infantilismo / trivialidad) y adoptar una actitud acorde con la complejidad cognitiva o, si se quiere, una sencillez compleja (profunda, que no oscura), que no se contenta con lo superficial pero que tampoco pretende ser insondable. A esto lo llamamos: pensamiento complejo.





Zona 6:





Alejarse de toda forma de autoritarismo y abuso del poder y adoptar una posición democrática, pluralista y participativa, abierta al diálogo y a la diferencia. A esto lo llamamos: pensamiento pluralista.





La flexibilidad mental toma forma en la conjunción de las seis zonas mencionadas, donde cada una de ellas completa a la otra, como si se tratara de un mosaico móvil y dinámico. El pensamiento flexible fluye cómodamente por todas las zonas tratando de evitar las polaridades inútiles, absurdas o peligrosas para la salud personal o social. 





El poder del pensamiento flexible radica en su tremenda fuerza adaptativa y en su capacidad de autorregulación y crecimiento interno. Mantener fuera el dogmatismo, la solemnidad, la normatividad, el prejuicio, el simplismo y el autoritarismo permite fortalecer sus opuestos. Una persona que ha desarrollado una actitud crítica, lúdica, rebelde, justa, integradora y pluralista ha creado un estilo de vida abierto y altamente saludable. No sólo ella vivirá mejor, sino que contribuirá al bienestar de su comunidad: una mente flexible genera menos estrés, más felicidad y menos violencia. Siguiendo a Nietzsche, la mente flexible se identifica con: «Querer llegar a ser lo que somos, seres humanos nuevos, únicos, incomparables, que se dan a sí mismos leyes, que se crean a sí mismos.»









Extracto del libro: 


El arte de ser flexible


Walter Riso


Fotografía tomada de internet