jueves, 21 de mayo de 2020

CUANDO VULNERAN TUS PRINCIPIOS O VALORES








¿Qué estamos dispuestos a negociar por amor? Hay cosas en las que no podemos ceder, simplemente porque si lo hacemos, nos traicionaríamos a nosotros mismos. Existe un acuerdo implícito en la mayoría de los pensadores sobre el tema de los valores: el límite de lo negociable es la dignidad personal, es decir, la opción de ser valorado, honrado y respetado. La dignidad tiene que ver con la autonomía y la autodeterminación. Sentirse digno es aceptar que uno es merecedor de respeto. La dignidad es lo que se resiste a la humillación, a la auto-condena y a la condena injusta. Es el valor de lo que no tiene precio: ¿cuánto vales? Emmanuel Kant decía que la humanidad misma es una dignidad y que el ser humano debía ser siempre tratado como un fin en sí mismo y no como un medio. Por eso, la esclavitud se opone a la dignidad, porque el esclavo es considerado una cosa en tanto puede venderse o intercambiarse. Yo agregaría que un ser humano no sólo es valioso en sí, sino para sí. Un serrucho o un clavo tiene un valor relativo para quien lo va a utilizar, un valor de uso.





Si se me daña o deja de servir, lo tiro a la basura y compro otro, porque el serrucho sierra sólo para quien lo sabe usar.





En el hombre y en la mujer eso no se da, los seres humanos actuamos también para nosotros y por eso nuestros comportamientos tienen un significado en sí y para sí. Ésa es la razón por la cual no tienes precio (no tienes un valor de uso) ni se te puede instrumentalizar (tienes un valor intrínseco, independiente de lo que hagas o dejes de hacer).





¿Cómo saber cuándo alguien afecta tu dignidad? Suele ser evidente para quien se autobserva. Lo que sientes es ira, pero no la rabia del animal cuando le quitan el alimento o lo atacan, sino indignación, la cual puede definirse como cólera ante la injusticia. Cuando la indignación tiene lugar, sentimos que se ha violado lo entrañable y que los intereses más íntimos y radicales han sido maltratados. El filósofo Theodor Adorno decía que la indignidad se identifica con la tortura, privación de la libertad, la injusticia, la explotación, la crueldad y la vejación.





La premisa es conservar tu ser moral y negarte a ser objeto.





Y un buen comienzo para ello es aceptar que tu pareja no es más que tú, ni más valiosa, al menos en lo que se refiere a la posibilidad de recibir consideración y respeto.





Los seres humanos somos iguales en derecho, somos iguales en dignidad, a pesar del culto a la entrega y al sacrificio por amor. Por eso, cuando negocias tus principios y tus creencias fundamentales, así lo hagas por amor a tu pareja, niegas tu condición y dejas: de quererte a ti mismo.





Existen, al menos, dos factores clave que afectan la dignidad personal en las relaciones afectivas; pero hay que tener en cuenta que el tema no se agota con esta clasificación.











Extracto del libro:


Los límites del amor


Walter Riso


Fotografías tomadas de Internet