domingo, 11 de octubre de 2020

LA BRECHA DE CONSCIENCIA



Usualmente pensamos que el sufrimiento es ocasionado por las malas experiencias, pero en realidad es causado por nuestra atención dirigida hacia algo que no está allí o no es muy real, tal como una idea o fantasía, que son verdades muy pequeñas. El sufrimiento termina cuando nuestra atención fluye hacia eso que esta sucediendo, lo que es verdadero en el momento. El sufrimiento es la distancia—la brecha—entre aquello hacia lo que estamos orientados y aquello que es. El tamaño de la brecha entre lo que sucede y aquello a lo cual dedica su atención, representa cuánto sufrirá. Si no hay brecha, entonces no hay sufrimiento.

Esa brecha puede estar presente sin importar si acontece algo bueno o algo malo. Por ejemplo, si alguien a quien ama está muriendo, su consciencia podría estar tan enfocada en lo que sucede en el momento que la experiencia carece del sufrimiento que anticipaba, aunque el sufrimiento podría aparecer luego si se cuelan pensamientos acerca de cómo las cosas debieron o pudieron ser. En contraste, hay veces en que parece que las cosas van muy bien, pero usted está sufriendo, muchas veces porque teme un cambio. Si comprende esta verdad —que su felicidad no depende de lo que esté ocurriendo—esto puede cambiar su vida. Quizá no afecte lo que está sucediendo, pero cambiará su experiencia de ello.

Nuestras esperanzas, sueños, deseos, miedos, dudas y preocupaciones no ocurren realmente, por tanto son verdades muy pequeñas.

Cuando enfocamos nuestra atención en cosas que no están realmente ocurriendo, sufrimos. Cuando nuestra atención está enfocada en estas cosas, no nos sentimos satisfechos nunca porque esas cosas no nos nutren.

Pero cuando dedicamos nuestra pasión y curiosidad a aquello que sí es real en el momento, no sufrimos. ¿A qué dedica usted su consciencia, pasión y curiosidad?

Es muy simple: nuestro sufrimiento se relaciona a la cantidad de atención que fluye hacia aquello que en realidad no está presente, como la esperanza, los sueños, deseos, miedos, ideales y fantasías. Lo que estamos deseando no está presente o no lo estaríamos deseando; tampoco aquello que tememos. Así como los deseos, nuestros miedos son un pigmento de nuestra imaginación. Ninguno de estos pensamientos es real, y dedicar nuestra atención a lo irreal nos desconecta de aquello que sí es real, que es donde la vida del Ser puede ser experimentada.

El rechazo y el deseo son mecanismos con los cuales rechazamos lo que es, lo cual contribuye a nuestro sufrimiento. Operan en un ciclo: Nos mantenemos en un vaivén entre el rechazo y el deseo. Pensamos, “Esto no es bueno. Quizá si consigo esto, o si hubiese meditado más tiempo o si tuviese un mejor amante, más dinero o más libertad, quizá sería mejor.” Luego nos pasamos tratando de satisfacer ese deseo y, alcancemos el éxito o no, regresamos al punto donde igualmente rechazamos aquello que está presente en el momento. Incluso cuando obtenemos lo que creemos desear, podríamos darnos cuenta de que no es tan bueno, así que imaginamos algo más que pensamos mejorará las cosas.

Esta actividad de desear lo que no está presente y de rechazar lo que es, crea y mantiene una sensación de un pequeño— yo. Si las cosas van mal, ¿para quién anda mal? Para mí. Y si las cosas pudiesen ir mejor, ¿mejor para quién? Mejor para mí. Con frecuencia ni siquiera estamos conscientes de rechazar o desear porque estamos enredados en el contenido de nuestros deseos y fantasías. Quedamos tan hipnotizados por nuestras fantasías que no vemos que nos limitan y hacen sentir muy pequeños, incompletos, deficientes e insatisfechos.

Sin embargo, podemos confiar en esa sensación de que algo no está completo. Esa sensación le deja saber si su fantasía le hará sentir mejor.

La sensación de carencia y pequeñez asociada a fantasear le muestra que tanta falsedad hay en su fantasía. Las fantasías no son muy reales.

Sólo existen en nuestra mente. No hay mucha sustancia ni realidad en Estar en el momento presente ellas. También puede confiar cuando su Corazón se siente lleno y completo. La alternativa más sencilla al rechazo y deseo, es dedicar su atención a lo que hay en el aquí y ahora, no solamente a su pensar y sentir.

La mayor sorpresa es descubrir que ¡no hay sufrimiento incluso dentro de nuestro sufrimiento! Cuando regalas toda tu atención a la experiencia de rechazo o deseo en sí, el sufrimiento inherente en ello se disuelve. Cuando nos tornamos curiosos y atentos al proceso de rechazo, deja de herir. Si está totalmente presente en el movimiento del pensamiento, un pensamiento puede ser reconocido como lo que en realidad es: ¡solo un pensamiento!



Extracto del libro:
Eso es eso
aka Nirmala
Fotografía tomada de internet