domingo, 15 de noviembre de 2020

PENSAMIENTO IDEALIZADO: "SI HAY AMOR, NO NECESITS NADA MÁS"


Pensamientos idealizados sobre el amor
(Inicia capitulo 3)

La cultura de la entrega total y la abnegación sin límites se sustenta en varias concepciones erróneas o mitos sobre el amor. Rendirle culto al amor es entregarse sin pena ni gloria a sus avatares y poner la palanca de control afuera.

Doble capitulación: ante el sentimiento amoroso y ante la persona amada. "Me entrego a ti porque te amo", como si fuéramos un paquete transportado con la rapidez y eficiencia ya conocida de FedEx. Doble entrega, doble cerrojo.

Los pensamientos idealizados sobre el amor producen al menos tres efectos negativos en la manera de procesar la experiencia afectiva: justifican lo inaceptable o lo peligroso, hacen que nos quedemos anclados en relaciones dañinas bajo los auspicios de una esperanza inútil y crean un choque con la realidad debido a la discrepancia que se genera entre el amor ideal y el amor real.

La mitología del amor romántico se fundamenta en lo que podríamos llamar una filosofía "omni", la cual considera que el amor en general y el amor de pareja en particular son: omnipresentes (ocupan todo el ser), omnipotentes (todo lo pueden) y omnisapientes (fuentes de sabiduría infinita). En resumidas cuentas, si estás enamorado, estás hecho: pleno, poderoso y sabio.

A continuación, analizaré en detalle tres mitos sobre el amor y las consecuencias negativas que genera cada uno "de ellos en la manera de sentir y pensar el amor: "Si hay amor, no necesitas nada más", "El verdadero amor es incondicional" y "El amor es eterno".

"Si hay amor, no necesitas nada más"

Esta creencia considera que el amor romántico (el sentimiento amoroso) basta para que una relación funcione adecuadamente. De ahí el desconcierto de la mayoría de las personas que asiste a terapia por problemas de pareja: "¿Por qué peleamos, si nos amamos?", como si el amor sentimental generara una especie de inmunidad contra las controversias y además hiciera desaparecer los conflictos por obra y gracia del afecto santo. Si tu relación dependiera exclusivamente de la emoción pasional, quedaría sometida a los vaivenes naturales que ofrece cualquier tipo de emoción. ¿Acaso no hay días en que literalmente no soportas a tu pareja y otras en que pareces flotar en una nube ante su presencia? Reducir el amor al enamoramiento es un error. El amor también se piensa y por eso tienes la opción de construir y de reinventar la convivencia con tu pareja. Para resolver los problemas de cualquier relación necesitamos, además del afecto, otras habilidades cognitivas y comportamentales, como, por ejemplo, estrategias de resolución de conflictos, paciencia, gestión pacífica, aprender a ajustar las diferencias individuales, establecer alianzas y acuerdos amorosos y competencias por el estilo.

Estar enamorado es una experiencia increíble, pero no basta por sí misma para armonizar totalmente dos egos y lograr la conjunción de valores, intereses y deseos requeridos para vivir bien en pareja.

Tal como lo expliqué en el libro Ama y no sufras; cuando amamos de manera inteligente y completa, no solamente actuamos bajo la dirección de Eros, también necesitamos ser amigos de la persona amada y preocuparnos por su bienestar: el amor se siente, se piensa y se actúa. El amor pensado es amistad. En ella, la voluntad interviene directamente. Tú no dices me amisté, cuando haces un amigo o amiga, porque entras a la amistad por la puerta de la elección voluntaria, tienes la posibilidad de escoger a tus amigos. Así debería hacerse, o al menos intentarse, en la relación de pareja. Incluso al comienzo de una relación podemos construir un espacio cognitivo para analizar al candidato o candidata. Recuerdo el caso de Juliana, una jovencita de diecisiete años, que un día llegó a su cita semanal con una buena nueva: "¡Voy a salir el próximo sábado con el hombre de mis sueños! ¡Se parece a Leonardo DiCaprio! ¡Es divino!" Le deseé mucha suerte y le sugerí que tuviera cuidado, ya que parte de su problema era una marcada tendencia a crear apegos. Llegó semitransportada a la siguiente sesión:

Terapeuta: Por tu sonrisa y la manera de mirar me parece que te fue bien en la cita con DiCaprio.

Juliana: ¡Me encantó! ¡Todas mis amigas me miraban! (risa)¡ Se morían de la envidia!

Terapeuta: Bueno, en principio me alegro, pero entenderás que debo hacer el papel de ave de mal agüero... No quiero que vuelvas a caer en malas relaciones, ¿de acuerdo?

Juliana: Sí, sí... Pero todo estuvo bien.

Terapeuta: Convénceme... ¿Nada te molestó?

Juliana: (pensando) No sé qué decir... Algo que no me haya gustado... Bueno, sí, pero no vale la pena... A la hora de pagar, contabilizó todo lo que yo había consumido e hizo dos cuentas, yo pague lo Mío y él lo suyo.

Terapeuta: ¿Tiene problemas económicos?

Juliana: No, no creo.

Terapeuta: Recuerdo que en una ocasión me dijiste que no te gustan los hombres tacaños... ¿Es tacaño?

Juliana: Sí, parece... Reconozco que eso no me gustó, pero no tengo que ser machista, ¿o no?

Terapeuta: No se trata de ser machista, sino de tus preferencias. ¿Qué fue lo que pagaste? .

Juliana: Dos cigarrillos y una ginebra.

Terapeuta: Bien. Haz el esfuerzo y piensa si hubo alguna otra cosa que te disgustó de su comportamiento.

Juliana: Es tan bello! Terapeuta: Recuerda que ahora es cuando Eros te da un breve compás de espera para razonar. Cuando ya estés flechada, lo cual me parece que será muy pronto, será muy difícil que puedas salirte, si hubiera que hacerlo. Recuerda lo que ocurrió con tu exnovio. . . Pensaste que ibas a redimir de todos los males y ya ves. Bajó los efectos de la ilusión amorosa todo parece fácil, pero más adelante, cuando el enamoramiento merme, lo maravilloso puede convertirse en pesadilla. No quiero que vuelvas a sufrir, todavía estás frágil.

Juliana: Yo sé, yo sé... Hubo algo más: es mironcito.

Terapeuta: ¿Y eso qué quiere decir? Juliana: Le gusta mirar a las otras chicas cuando está con una.

Terapeuta: ¿Te importó? Juliana: Sí, me molestó bastante...

Terapeuta: ¿Qué consejo me darías si yo te contara algo similar? Juliana: Que ojo con esa mujer.

Terapeuta: ¿Qué vas a hacer entonces?

Juliana: Volver a salir con él. ¡Me encanta!

Terapeuta: Yo sé que te encanta, pero te repito: no puedes olvidar que eres muy vulnerable al amor, te enamoras con una facilidad increíble y con este hombre podrías estar corriendo un riesgo alto. No te gustan los hombres tacaños ni coquetos, sobre todo esto último. Al menos una de tus quejas en la última relación.

Juliana: Sí, es cierto, voy a tratar de ir más despacio...

Terapeuta: Te propongo algo: si vuelve a ser tacaño o coqueto, dile lo que sientes. ¡Sé asertiva! Toca el tema, no lo dejes actuar de esa manera como si fueras una mujer sumisa, porque ya no lo eres. Si fueras capaz de estar con él sin enamorarte, me parecería fantástico, pero, ¿eres capaz?

Juliana: Creo que no; el tipo es espectacular. Me parece imposible salir con él sin enamorarme otra vez...

Terapeuta: Simplemente pregúntate si te conviene seguir en el juego. Trata de poner en una balanza el principio del placer y el de la realidad, balance costo/beneficio, como en las dietas. Llevamos seis meses tratando de sanar las heridas que te dejó tu ex. Piénsalo...

Juliana: Hagamos una cosa. Mañana me invitó a salir de nuevo. Sí quiere, vuelvo pasado mañana y hablamos. Le prometo que voy a tener presente lo que me dijo: ni tacañería ni coquetería.

Dos días después volvió a la consulta. Su estado de ánimo se veía menos exaltado. Se sentó con desparpajo y me dijo: "Volvió a hacer lo mismo y lo confronté... Le pregunté si siempre era tan meticuloso con el dinero, a lo cual me contestó que las grandes fortunas se hacen cuidando el centavo. Eso me impactó, porque mi abuelo dice lo mismo. Y cuando le pedí que se concentrara en la conversación conmigo y dejara de mirar a cada chica que pasaba, me respondió: 'Te voy a dar un consejo, no te enamores de mí porque las que lo han hecho han sufrido bastante'. ¡Cretino, estúpido! ¡Se me desinfló en un instante! Me queda el consuelo de que yo lo eché primero".

Una buena estrategia defensiva es pensar antes de que Eros nos atraviese de lado a lado. Luego de la entrevista con Juliana, quedé con la confortable sensación de haberla salvado de un trauma más. Algunos hombres están a la caza de jóvenes enamoradizas, agazapados en la buena apariencia física y el buen verbo.

Si privilegiamos siempre el sentimiento sobre la razón, estaremos predispuestos a pasar fácilmente de la ilusión a la desilusión. Viene a mi memoria el caso de Claudia, una mujer que un buen día tomo conciencia de cómo la había afectado el amor romántico: "Es increíble, antes todo era hermoso... Estoy asombrada de cómo cambió mi perspectiva ahora que desperté del letargo. Su masculinidad, que tanto me encantaba, ahora me parece puro machismo. Me gustaba que fuera trabajador, pero hoy considero que es ambicioso. Me fascinaba que fuera seguro de sí mismo, pero al cabo de tres años la supuesta seguridad se transformó en testarudez. Y la sinceridad, el valor por excelencia que le había visto al comienzo, se convirtió en agresión y desconsideración. Usted tiene razón, el amor romántico es un arma de doble filo. Ya no sé si lo amo, pero lo importante es que no puedo ni quiero vivir con él". ¿Evolución o involución afectiva la de Claudia?

Más lo primero, sin duda. La mente se despeja y "vemos lo que es" o lo que siempre fue: lucidez que aparece cuando" el sentimiento le deja espacio a la razón. Repito: si tu vida de pareja dependiera exclusivamente del sentimiento, sería tan inestable y fluctuante como el clima.

Ante una relación pésima tienes dos posibilidades:

Pensamiento realista (así duela): "Nos queremos mucho, pero no podemos vivir juntos".

Pensamiento irracional (así produzca alivio):"Somos totalmente distintos, el agua y el aceite, pero si hay amor, vale la pena intentarlo".

Malas noticias: el amor interpersonal no puede juntar el agua y el aceite, ni multiplicar panes y peces.

Cuando hablo de racionalidad afectiva, sobre todo en las malas relaciones, no me refiero a que debamos "saber" por qué amamos a alguien, sino "por qué" no deberíamos amarlo, que es, sin duda, más importante y esclarecedor.


Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet