Una vez me hospedé en casa de un amigo cristiano. Comencé a hojear su Biblia. Adentro había una rosa. Debió conservarla en la Biblia. Era muy vieja, seca, muerta, aplastada entre las páginas de la Biblia. Comencé a reírme. Él salió corriendo del baño y gritó: ¿Qué? ¿De qué te ríes? ¿Qué ocurre?’
Le dije: ‘Lo mismo que le ocurrió a la verdad le ha ocurrido a esta rosa. Entre las páginas de tu Biblia, la rosa murió. Ahora es sólo un recuerdo de algo que un día estuvo vivo. Tan sólo un recuerdo. Se ha ido toda la fragancia, toda la vitalidad. Está tan muerta como una flor de plástico o de papel. Tiene historia pero no tiene futuro. Tiene pasado pero no tiene posibilidad de actuar. Y lo mismo le ha ocurrido a la verdad. Murió en las páginas de las escrituras’.
FUENTE: OSHO: ‘El Hombre que Amaba las Gaviotas y Otros Relatos’, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2003, ISBN 958-04-7279-3, Pag. 295