domingo, 20 de junio de 2021

EL MONJE NAGSEN


El emperador Malind envió a buscar al muy respetado monje Nagsen para agraciar a la corte. El mensajero llegó donde Nagsen y le dijo: ‘Monje Nagsen! El emperador desea verte. He venido a invitarte’.

Nagsen le contestó: ‘Si deseas que vaya, iré; pero deberás perdonarme, pues no hay ningún Nagsen aquí. Es sólo un nombre, un nombre temporal’.

El mensajero informó al emperador de que ese hombre era un hombre muy extraño. Había contestado que ira, pero que allí no había ningún Nagsen. El emperador quedó atónito. Nagsen llegó a la hora convenida en un carruaje real, y el emperador le recibió en la entrada.

-Monje Nagsen, te doy la bienvenida! -exclamó.

Al oír esto, el monje comenzó a reír: ‘Acepto tu hospitalidad como Nagsen; pero por favor recuerda que no hay nadie que se llame Nagsen’.

El emperador dijo: ‘Estás hablando en forma enigmática. Si tú no eres tú, quién ha aceptado la invitación? Quién está respondiendo a esta bienvenida?’

Nagsen miró hacia atrás y dijo: ‘No es éste el carruaje en el que vine?’

‘Sí, éste es’.

El monje dijo: ‘Por favor, suelta los caballos’. Así se hizo. El monje preguntó, señalando a los caballos: ‘Es éste el carruaje?’

El emperador respondió: ‘Cómo pueden los caballos ser llamados un carruaje?’ A una señal del monje los caballos fueron desenganchados y a otra señal suya, las varas utilizadas para atar a los caballos fueron también retiradas.

‘Son estas varas el carruaje?’

‘Cómo pueden estas varas ser llamadas un carruaje?’

Entonces fueron desmontadas las ruedas.

‘Son estas ruedas tu carruaje?’

‘Por supuesto que no; éstas son las ruedas y no el carruaje’.

El monje siguió ordenando que desensamblaran todas las partes, una por una, y respecto a cada una de ellas el emperador tuvo que decir que no eran el carruaje. Finalmente, no quedó nada. El monje preguntó: ‘Dónde está tu carruaje ahora? Respecto a todas y cada una de las partes que fuimos quitando, afirmaste que no eran tu carruaje... Entonces dime, dónde está ahora tu carruaje?’

El emperador quedó asombrado ante esta revelación.

El monje prosiguió: ‘Me entiendes? El carruaje era un montaje. Era un conjunto de cosas. El carruaje no tenía un ser propio. Por favor, ve donde está tu ego, tu ‘yo’. Verás que el ‘yo’ no está en ninguna parte: es una asociación de muchas energías, y eso es todo. Piensa en cada uno de tus miembros, en cada uno de tus aspectos. Todo será eliminado, una cosa tras otra y, finalmente, sólo quedará la nada. El amor surge de esa nada, pero tú no eres esa nada: esa nada es Dios’.



FUENTE: OSHO: Del libro ‘Del Sexo a la Superconsciencia’, Capítulo 1, tomado de la dirección internet www.oshogulaab.com/OSHO/TEXTOS/delsexo1.htm, Bogotá, nov-03