NO TE PREOCUPES, TIENES TODA UNA ETERNIDAD POR DELANTE
Después de haber invocado la Alegría de la Maravilla, permitiéndote a ti mismo expresar la vida de la manera que la has expresado, puede resultarte beneficioso observar y respetar la Presencia de los Ciclos.
Este quinto gran Principio de la Vida dice así: «Toda la vida transcurre en ciclos. En el universo no hay líneas rectas. Todo acaba por seguir una curva cerrada sobre sí misma. La línea puede tener billones de kilómetros de larga, o puede ser más larga todavía, insondable; pero en última instancia todo vuelve sobre sí mismo. El movimiento de la energía y de la masa alrededor de esta parábola produce la vivencia de lo que llamaríamos «infinito». Esto significa que tienes «toda una eternidad» para vivir lo que quieres vivir de Quien Eres, de manera individual y colectiva».
En la vida todo se mueve en un remolino. La vida misma es un ciclo sin principio ni fin. Todo existe «como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos». La Presencia de los Ciclos te otorga el don de la eternidad.
¿Quiere esto decir que no hay motivo para que hagamos nada respecto de la situación del aquí y del ahora? Sí y no. No hay motivo en absoluto si estás satisfecho de cómo estás viviendo tu vida y la vida que te rodea; si la vida te representa con precisión a ti mismo y a la idea más elevada que tienes de ti mismo.
Por otra parte, si no estás satisfecho y quieres aprovechar esta vida actual para el propósito para el que fue concebida, puedes optar por modificar las circunstancias individuales y colectivas que se presentan en tu vida.
De ti depende. A lo largo de tu vida en la tierra estás haciendo una labor muy sagrada, una labor muy atrevida. Te estás definiendo a ti mismo, para recrearte después de nuevo a cada momento dorado del Ahora.
Todo acto es un acto de autodefinición.
Incluso el acto de no hacer nada...
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Quiero volver ahora a algunas cosas que hemos dicho, antes de que las pasemos por alto sin haberlas explicado a fondo.
He dicho que cuando la gente ha aplicado el Proceso de la Creación Personal y la han considerado ineficaz, decepcionante y descorazonadora, ha sido porque no estaban empleando la «atracción», que alimenta el proceso de creación, para el propósito para el que fue concebida.
He dicho que su propósito es crear una vida feliz, pacífica, para todos aquellos a cuya vida afectas, y, en segundo lugar, para ti.
He dicho, por fin, que las palabras «en segundo lugar» harían cambiar para siempre tu manera de entender la Creación Personal.
Este es el aspecto más importante de la Creación Personal, pero es el que menos se comenta.
Como se comenta tan poco, los que critican la Creación Personal y el empleo de la «atracción» aprovechan para dar a entender que ésta fomenta una conducta egoísta y egocéntrica, interesada y soberbia, y que por tanto tiene poco que ver con la bondad y con la Divinidad.
Sin embargo, el propósito de la «atracción» (y el de todos los grandes Principios de la Vida) no es elevar al Yo, sino al Otro; no es dilatar al Yo, sino al Otro; no es enriquecer al Yo, sino al Otro; pues haciendo esto es como se eleva, se dilata y se enriquece el Yo, y como se vive el Yo con mayor plenitud.
(Esta vivencia más plena del Yo es el anhelo del alma. Éste es, de hecho, el propósito de toda vida.)
Muchos maestros actuales de la Creación Personal no recalcan este enfoque sobre el Otro, a pesar de que era el enfoque de todos los maestros espirituales antiguos; y por eso a algunos les parece que la Creación Personal y la Energía de Atracción no concuerdan con las enseñanzas religiosas tradicionales.
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En realidad, en la vida sólo hay que plantearse dos preguntas fundamentales:
1. ¿Qué puedo dar a otro?
2. ¿Qué me puedo dar a mí mismo?
Es importante no invertir nunca el orden de estas preguntas.
Está bien que te preguntes qué te puedes dar a ti mismo. De hecho, está muy bien. La ambición personal, la felicidad personal, la realización personal y el desarrollo espiritual personal alimentan el fuego del deseo, del anhelo y de los logros. Son las piedras angulares de la evolución.
Es muy natural, y nada inadecuado espiritualmente, aspirar a un resultado determinado o desear unas vivencias determinada a nivel personal; y entre éstas pueden figurar la riqueza, la fama y el poder. Estas cosas se cuentan entre los dones de la vida, entre los goces de ser humanos, y no tienen nada de malo. Pero
sí que tiene importancia el proceso por el que aspiramos a alcanzarlas.
Es evidente que conseguir todas estas cosas a costa de los demás no es propio de un desarrollo espiritual. Menos evidente resulta que conseguir estas cosas mientras se vuelve la espalda a los demás y a las necesidades de los demás, es la manera más difícil de llegar donde quieres llegar. Es el camino más penoso.
Es la ruta más lenta y más difícil.
La Energía de Atracción funciona siempre a su velocidad máxima cuando nos planteamos las dos preguntas fundamentales de la vida en su orden debido.
Cuando se respeta este orden en las preguntas, la primera pregunta siempre da respuesta a la segunda.
Este aspecto de la Creación Personal se expone de otro modo, más directo quizá, en los libros de la serie Conversaciones con Dios. La información que presento aquí se basa en estos libros. Como sabrán algunos lectores, yo soy el autor de esos textos, que cambiaron toda mi manera de entender la vida y su funcionamiento.
Contienen la «fórmula misteriosa». Contienen la Verdad Callada.
Cuando comencé el diálogo de Conversaciones con Dios yo quería saber desesperadamente qué hace falta para hacer que funcione la vida; por qué tiene que ser mi vida una lucha continua. Gritaba para mis adentros: «iQue me digan las reglas!. iQue alguien me diga las reglas, nada más! Prometo que jugaré. Que me den el Libro de Reglas, nada más».
Eso fue precisamente lo que hizo Dios a lo largo de los nueve libros extraordinarios de diálogos que llegaron a continuación. Y Dios me respondió así a las preguntas que acabo de recordar (cito aquí la respuesta condensándola un poco):
«—Tu vida no tiene por qué ser una lucha constante. El problema es sencillo. Tú te crees que eres el protagonista de tu vida. Tú no eres el protagonista de tu vida.
»—¿No? —pregunté yo.
»—No —respondió Dios.
»—Bueno, entonces ¿quién es el protagonista de mi vida? »—Todo el mundo.
Del libro:
Dios es felicidad
Convierte tu vida en una experiencia extraordinaria
Neale Donald Walsh
Foto tomada de internet