Sócrates fue castigado por la sociedad. Es inevitable que las personas como Sócrates sean castigadas porque son individuos y no permiten que nadie les domine. Fue envenenado. Estaba tumbado en la cama mientras el hombre que le iba a envenenar preparaba el veneno. Atardecía. Era la hora apropiada. La corte había decidido la hora exacta, pero el hombre que preparaba el veneno se estaba retrasando. Sócrates le preguntó:
-El tiempo pasa, el sol se está poniendo, por qué te estás retrasando?
El hombre no podía creer que una persona que estaba a punto de morir fuese tan escrupulosa con la hora de su muerte. En realidad, debería estar agradecido por el retraso. El hombre adoraba a Sócrates. Le había oído hablar en los tribunales, y había visto la belleza que había en él: él solo tenía más inteligencia que todo Atenas. Quería retrasarlo un poco para que Sócrates pudiera vivir un poco más. Pero Sócrates no se lo permitió. Le dijo:
-No seas vago. Trae el veneno.
Mientras le estaba dando el veneno a Sócrates, le preguntó:
-¿Por qué estás tan excitado? Te veo tan radiante, veo tanta curiosidad en tus ojos. ¿No te das cuenta? Vas a morir!
Sócrates dijo:
-Eso es lo que quiero conocer. La vida ya la conozco. Ha sido hermosa; con todas las ansiedades y las angustias pero, a pesar de todo, ha sido un placer. Simplemente respirar es una gran alegría. He vivido, he amado; he hecho todo lo que he querido, he dicho todo lo que he querido. Ahora quiero saborear la muerte, y cuanto antes mejor.
FUENTE: OSHO: ‘El Libro del Hombre’, tomado de la dirección internet www.oshogulaab.com/