sábado, 9 de octubre de 2021

LA FELICIDAD DE NO DEPENDER


Hasta aquí me he ocupado de la religión. Seguidamente quiero dejar aclarado algo 
que tiene que ver con la felicidad, para ello, voy a contarte una de mis historias favoritas. (A veces una historia dice más que una conferencia de un día entero, porque le habla a las profundidades de nuestra interioridad; esta historia ciertamente, le habla a las mías). 

La historia se refiere a un individuo que se mudó de aldea, en la India, y se encontró con lo que allí llamamos un sennyasi. Éste es un mendicante errante, una persona que, tras haber alcanzado la iluminación, comprende que el mundo entero es su hogar, el cielo su techo y Dios su Padre, que cuidará de él. Entonces, se traslada de un lugar a otro, tal como tú y yo nos trasladaríamos de una habitación a otra de nuestro hogar.

Pues bien, al encontrarse con el sennyasi, el aldeano le dijo:

- ¡No lo puedo creer!

-¿Qué es lo que no puede usted creer?

Y el aldeano respondió:

- Anoche soñé con usted. Soñé que el Señor Vishnú me decía: "Mañana por la mañana abandonarás la aldea, hacia las once, y te encontrarás con este sennyasi errante." Y aquí me encontré con usted.

- ¿Qué más le dijo el Señor Vishnú? le preguntó el sennyasi.

- Me dijo: "Si el hombre te da una piedra preciosa que posee, serás el hombre más rico del mundo."... -¿Me daría usted la piedra?

Entonces el sennyasi dijo:

- Espere un minuto.

Revolvió en un pequeño zurrón que llevaba y dijo:

-¿Será ésta la piedra de la cual usted hablaba?

Y el aldeano no podía dar crédito a sus ojos, porque era un diamante, el diamante más grande del mundo. Lo tomó en sus manos y dijo:

-¿Podría quedármelo?

-¡Por supuesto!, puede conservarlo - respondió el sennyasi-; lo encontré en un bosque. 

Es para usted.

Siguió su camino y se sentó bajo un árbol, en las afueras de la aldea. El aldeano tomó el diamante y ¡qué inmensa fue su dicha! Como lo es la nuestra el día en que obtenemos realmente algo que deseamos realmente.

¿Alguna vez te has detenido a preguntarte cuánto dura la felicidad? Has conseguido la novia que querías; has conseguido el novio que querías; has obtenido ese automóvil; has obtenido el título; has sido el primero en la universidad. ¿Cuánto duró tu dicha? ¡Mídela! ¡Lo digo en serio! ¿Cuántos, segundos?. ¡Cuántos minutos? Te cansas de ella, ¿no es cierto? Es que estás buscando algo más, ¿no es así? ¿Por qué no estudiamos esto? Es tan valioso, más valioso que estudiar las Escrituras. Porque, ¿de qué sirve estudiar las Escrituras si crucifican al Mesías basándose en ellas, como sucedió con Jesús? Si no has comprendido esto, si no has comprendido lo que significa vivir y ser libre y ser espiritual...

Bien, proseguiré entonces con la historia del sennyasi. El aldeano obtuvo el diamante y, luego, en vez de ir a su hogar, se sentó bajo un árbol y permaneció todo el día sentado, sumido en meditación. Y, al caer la tarde, se dirigió al árbol bajo el cual estaba sentado el sennyasi, le devolvió a éste el diamante y le dijo:

-¿Podría hacerme un favor?

-¿Cuál? - le preguntó el sennyasi.

-¿Podría darme la riqueza que le permite deshacerse de esta piedra preciosa tan fácilmente?

¡Chico, yo amo esa historia, la amo!

"¿Podría darme la riqueza que le permite deshacerse de esta piedra preciosa tan fácilmente?" ¡A eso es a lo que me vengo refiriendo! El mundo está lleno de sufrimiento; la raíz del sufrimiento es el apego; la supresión del sufrimiento es el abandono del apego, la comprensión de que el apego es la creencia falsa en que alguna cosa o persona puede hacernos felices. La verdadera felicidad no es causada por nada.

La verdadera felicidad es "incausada". Si le preguntan a un místico por qué él o ella son felices, la respuesta será:

-¿Por qué no? No hay ningún impedimento, ninguna obstrucción. ¿Por qué no?

-¿Has pensado alguna vez que si algo es la causa de tu felicidad, cuando pierdas "ese algo" tu felicidad será destruida? ¿No se te ha ocurrido alguna vez que si algo es la causa de tu felicidad, te volverás posesivo con respecto a esa cosa, te volverás ansioso por miedo a perderla?... cualquiera que esa cosa sea: educación, reputación, buena salud, la vida misma. ¡Qué interesante! Esto es redescubrir la vida.

Nunca vivirás hasta que dejes de aferrarte a la vida. Cuando te aferras, la felicidad muere. Si tu felicidad depende de alguien o de algo, no es felicidad, es inquietud es tensión, es presión, es temor. Los japoneses tienen una historia muy convincente al respecto. Un individuo que escapa de un tigre llega a un precipicio, y, casi sin darse cuenta, comienza a deslizarse hacia abajo, por el precipicio. AI hacerlo, se agarra de la rama de un arbusto que allí crece, y luego mira hacia abajo. No hay manera de trepar, y, además, arriba está esperándolo el tigre; si se precipita hacia el abismo. lo espera la muerte, 5.000 metros más abajo. ¿Qué hace, entonces? Le quedan pocos minutos de vida; entonces mira ese arbusto del cual está agarrado y descubre que tiene bayas. Con una mano se aferra a él y con la otra arranca una baya del arbusto, la pone en su boca y la saborea. Y la historia concluye: "... ¡y sabía tan dulce!" ¿No es esto maravilloso?

Tuve dos amigos en el pasado, en diferentes momentos, que estaban muriendo, y ambos coincidieron en decirme: 

- Comencé a saborear verdaderamente la vida y a comprender cuán dulce es cuando "me dejé ir"; me di cuenta de que la vida tiene un final. Entonces comenzó a tener un sabor dulce.

De modo que, paradójicamente, en nuestro deseo de ser felices hacemos todas las cosas equivocadas. Hemos sido programados para ser desdichados. Cualquier cosa que hagamos nos hará más desdichados.

En particular, cualquier cosa que hagas para ser feliz te hará más desdichado.

¿Qué harás para evitarlo? ¿Cambiarás tú?, ¿cambiarás a los demás?, ¿conseguirás algo?, ¿irás a...? No tienes que hacer nada... ¡Tienes que comprender! Deja de lado la obstrucción, abandona las creencias falsas y el apego desaparecerá. Entonces sabrás qué es la felicidad.

Esto se dice muy fácilmente. Si meditaras sobre esto, durante días, y experimentaras algo de su verdad, entonces no necesitarías escucharme a mí o a cualquier otro. ¡Tú posees esa verdad, la has aprendido, la has comprendido! Estás apegado sólo porque creíste, falsamente, que sin esa cosa, esa persona, esa situación o ese acontecimiento no serías feliz. Creíste eso falsamente. Comprende que se trata de una falsedad y serás libre. ¡Qué sencillo! Y aquí estamos, rastreando la faz de la tierra, corriendo de un lado al otro en la búsqueda de esa verdad. La tuvimos aquí mismo, en casa, y no la comprendimos. Escuchamos toda clase de sermones, estudiamos toda clase de libros y fuimos a toda clase de iglesias, pero nunca escuchamos esa verdad, nunca reconocimos al Mesías. Él estaba allí mismo. Él estaba allí mismo mirándonos fijamente, justamente delante de nuestras narices. No lo vimos. Pues bien, confío en que tú lo verás; quizás otros no 1o harán, pero quizás tú sí. Eso es suficiente para la felicidad.



Extracto del libro:
Redescubrir la vida
Anthony de Mello
Fotografías tomadas de Internet