Sucedió que un hombre, un buscador, se encontró con un hombre por el camino, el cual le dijo, ‘Hay un pozo escondido en una cueva. Ve allí y plantéale una pregunta. Si preguntas con sinceridad, el pozo te responderá. Y esto es un milagro que sólo unos pocos grandes adeptos conocen’.
El hombre se puso a buscar. Le fue difícil llegar al pozo, pero, de alguna manera, se las ingenió. Apoyado en el brocal, le preguntó, ‘¿Qué es la vida?’ No surgió respuesta alguna. Sólo se escuchó el eco. Repitió su pregunta y el pozo le respondió, ‘¿Qué es la vida?’ Pero el hombre era realmente sincero de modo que continuó. Se cuenta que durante tres días, día y noche, estuvo preguntando una y otra vez, ‘¿Qué es la vida?’ Y el pozo solamente resonaba con su propia voz. Pero él no se dio por vencido; continuó.
Después de tres días se cuenta que el pozo se percató de que el hombre era sincero y de que no iba a desistir. De modo que el pozo le dijo, ‘De acuerdo, te diré lo que es la vida. Ve al pueblo más cercano. Visita las tres primeras tiendas y regresa y cuéntame’.
El hombre se quedó asombrado porque, ¿qué clase de respuesta era ésta? Pero, ‘De acuerdo, si el pozo lo dice, lo he de hacer...’ Se fue a la ciudad y visitó las tres primeras tiendas, pero se quedó aún más atónito y asombrado. No había nada.
En la primera tienda había unas cuantas personas trabajando con piezas de metal. Fue a la siguiente tienda. Allí había algunas personas más que estaban preparando unas cuerdas. Entró en la tercera tienda. Era la tienda de un carpintero y allí había gente que trabajaba la madera. Se dijo a sí mismo, ‘¿Es esto la vida?’
Regresó al pozo y le dijo, ‘¿Qué quieres decir? Fui allí y las visité. Y esto es lo que te cuento, pero no veo la relación’.
El pozo le dijo, ‘Ahora te he enseñado el camino. Recórrelo. Algún día descubrirás la clave. Te he mostrado el camino; ahora recórrelo’.
El buscador se enfadó y dijo, ‘!He sido engañado! ¿Qué he obtenido estando durante tres días seguidos preguntando a este pozo? ¿Que he ganado volcando tan sinceramente mi corazón ante este pozo? He sido engañado. No he ganado nada’. Y frustrado, se alejó.
Al cabo de muchos años de deambular, un día llegó cerca de un jardín. Era una noche de luna, una noche de luna llena y alguien estaba tocando un sitar. Se quedó embelesado. La magia funcionó. Como si fuera atraído por un imán, entró en el jardín. No pidió permiso. Se acercó hasta el que tocaba; aquel hombre se encontraba en profunda meditación, tocando el sitar. Se sentó allí y se puso a escuchar. A la luz de la luna observó al hombre, al instrumento. Nunca antes había visto un instrumento así.
De repente, recordó a aquellos carpinteros que estaban trabajando en objetos similares. Estaban preparando sitares. Y la gente que laboraba el metal... esas piezas también pertenecían al sitar. Y las cuerdas...
De repente, como si las nubes hubieran desaparecido y hubiera descubierto algo, se puso a bailar. El músico se dio cuenta; dejó de tocar. Pero nadie podía detener la danza del buscador.
El músico le preguntó, ‘¿Qué sucede? ¿Qué te ha pasado?’ El hombre le dijo: ‘He comprendido. La vida lo tiene todo. Sólo se requiere una nueva combinación. Miré en las tres tiendas. Todo estaba allí, pero no había sitar. Todo existía por separado. Se necesitaba ordenarlo; todo estaba en un caos. Todo estaba allí; todo lo que se necesitaba estaba allí. Solamente se requería una conexión... y entonces esa música tan hermosa empezaría a brotar. La vida lo tiene todo. Ahora he comprendido...
Tienes todo lo que necesitas. Dios nunca envía a nadie al mundo como mendigo. Todo el mundo nace emperador, pero vive como un mendigo sin saber cómo disponer las cosas.
FUENTE: OSHO: ‘El Verdadero Sabio’, tomado de la dirección internet www.oshogulaab.com