viernes, 20 de julio de 2012

LA FLEXIBILIDAD



Cuando eres feliz, te expandes. Cuando tienes miedo, te encoges, te escondes en tu caparazón, porque si sales puede haber peligro. Te encoges en todos los aspectos: en el amor, en las relaciones, en la meditación, en todo. Te conviertes en una tortuga y te encoges por dentro. Si continuamente se permanece en el temor, tal como viven muchas personas, con el tiempo se pierde la elasticidad de la energía. Entonces te conviertes en una charca de agua estancada. Dejas de fluir, dejas de ser un río. Te sientes cada vez más muerto. 

Pero el miedo tiene un uso natural. Cuando la casa está en llamas, tienes que escapar. No intentes no sentir miedo o serán unos tontos. Deberás mantener asimismo la capacidad de encogimiento, porque hay momentos en que es necesario detener el flujo. Deberán ser capaces de salir y de entrar, de salir y de entrar. Eso es flexibilidad: expansión, encogimiento, expansión, encogimiento. Es como respirar. La gente que tiene mucho miedo no respira profundamente, porque incluso esa expansión proporciona miedo. Su pecho se encoge; tendrá un pecho hundido. 

Intenta encontrar maneras de hacer que tu energía se mueva. A veces incluso la ira es buena. Al menos hace que tu energía se mueva. Si tienes que elegir entre el miedo y la ira, elige esta última. Pero no pases al otro extremo. La expansión es buena, pero no deberás volverte adictos a ella. Lo que de verdad debes recordar es la flexibilidad: la capacidad de moveros de un extremo al otro.

OSHO
Día a Día (día 13)