viernes, 21 de septiembre de 2012

NECESIDADES Y DESEOS


Hay una historia sufi que cuenta que cuando Alejandro murió y llegó al cielo, iba cargado con todo su peso -su reino entero, oro, diamantes-, desde luego, no en realidad, simbólicamente. Iba demasiado cargado por ser Alejandro. El guardián de la puerta se puso a reír y preguntó: «¿Por qué llevas tanta carga?». Alejandro repuso: «¿Qué carga?». De modo que el guardián le dio una balanza y puso un ojo en un extremo. Le dijo a Alejandro que pusiera todo su peso, toda su grandeza, tesoros y reino en el otro extremo de la balanza. Pero ese único ojo seguía siendo más pesado que todo su reino. 

«Este es un ojo humano», informó el guardián de la puerta. «Representa el deseo humano. No se puede satisfacer, sin importar lo grandes que sean el reino y tus esfuerzos.» Entonces el guardián arrojó un poco de polvo sobre el ojo. Este de inmediato parpadeó y perdió todo su peso. Sobre el ojo del deseo hay que echar un poco de polvo de comprensión. El deseo desaparece y únicamente permanecen las necesidades, que no son pesadas. Las necesidades son muy pocas y hermosas. Los deseos son feos y convierten en monstruos a los hombres. Crean personas dementes. En cuanto aprendas cómo elegir lo apacible, una habitación pequeña bastará; una cantidad pequeña de comida bastará; unas pocas prendas de vestir bastarán; un amante, un hombre muy corriente, podrá bastar como amante. Pero si continuas pidiendo más y más, hasta el hombre más hermoso tarde o temprano estará acabado. El deseo continúa y continúa. No conoce fin.

OSHO
Día a Día (día 36)