Otra de las características del apego es el deterioro energético. Haciendo una analogía con Las enseñanzas de don Juan, de Carlos Castañeda, podríamos decir que el adicto afectivo no es precisamente “impecable” a la hora de optimizar y utilizar su energía. Es un pesimismo “guerrero”. El sobregasto de un amor dependiente tiene doble faz. Por un lado, el sujeto apegado hace un despliegue impresionante de recursos para retener su fuente de gratificación. Los activo-dependientes pueden volverse celosos e hipervigilantes, tener ataques de ira, desarrollar patrones obsesivos de comportamiento, agredir físicamente o llamar la atención de manera inadecuada, incluso mediante atentados contra la propia vida. Los pasivo-dependientes tienden a ser sumisos, dóciles y extremadamente obedientes para intentar ser agradables y evitar el abandono. El repertorio de estrategias retentivas, de acuerdo con el grado de desesperación e inventiva del apegado, puede ser diverso, inesperado y especialmente peligroso.
Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso