A veces, la gente emplea la meditación para tratar de evitar sentimientos desagradables y pensamientos que les alteran. Podríamos tratar de usar la etiqueta para librarnos de lo que nos molesta, y si conectamos con algo agradable o inspirador, podríamos pensar que ya lo tenemos y tratar de quedarnos en esa paz y armonía donde no hay nada que temer.
Desde el principio mismo es una gran ayuda recordarnos constantemente que la meditación tiene que ver con abrirse y relajarse con lo que surja, sin escoger ni elegir. No está diseñada ni para reprimir nada ni para predisponernos al apego. Allen Ginsberg emplea la expresión «mente sorpresa». Te sientas y —¡toma ya!—surge una sorpresa desagradable. De acuerdo, que así sea. No debemos rechazarla sino reconocerla compasivamente como «pensamiento», y a continuación dejarla pasar. Al momento siguiente —¡genial!— aparece una sorpresa deliciosa. De acuerdo, que así sea. Tampoco debemos aferramos a ella, sino reconocerla compasivamente como «pensamiento» y dejarla pasar. Las sorpresas, según vamos descubriendo a medida que practicamos la meditación, son innumerables.
Del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron