Vivo y aprendo, vivo y maduro, vivo y crezco.
Un hombre en proceso de convertirse en persona puede ser terriblemente exitoso, integrado, aplaudido, valorado, querido; en realidad puede ser así, y sin embargo no ser una persona.
En la India hay una manera de pensar al hombre transitada por muchos pensadores; Rajneesh es uno, Krishnamurti es otro. Ellos dicen que el ser humano es un dios en desarrollo, un fruto que aún no ha madurado, que cuando esté maduro va a ser un dios. Esta alegoría tan poética yo la traduzco así: Cuando el hombre madure será una persona.
Por supuesto, como en todo proceso madurativo, haber “ligado en el reparto” padres nutritivos tiene la ventaja de haber escuchado desde pequeños mensajes constructivos:
“Vos podés ser quien sos.”
“Vos podés pensar lo que pensás.”
“Vos podés sentir lo que sentís.”
“Vos podés correr tus propios riesgos.”
“Deberías ocuparte de ir a buscar lo que necesitás, porque eso significa crecer, ser maduro y autodependiente.”
Estos privilegiados solitos saltan del trampolín y se zambullen en la vida desde un lugar afortunado.
Por supuesto, no todo el mundo tiene esta suerte.
Aquellos que no la tuvieron necesitarán que alguien más se lo muestre, aunque sea en un libro como éste.
Del libro:
El Camino de la Auto-Dependencia
Jorge Bucay