Distorsión cognitiva: Minimizar los defectos de la pareja o la relación, impiden alcanzar la posición realista mencionada, y fortalece irracionalmente la conducta del apego.
SÉPTIMA EXCUSA.“No es tan grave”
El mecanismo utilizado en estos casos es el de mermar las deficiencias, minimizando las consecuencias. O sea: “Nada es tan grave” ó “Mi tolerancia no tiene límites”. Un adicto afectivo disfrazado de buen samaritano, buscando retener a su pareja a como dé lugar.
Una mujer le quitaba toda importancia al hecho de que su flamante marido llevara casi treinta años y se hubiera casado cuatro veces. Sus reflexiones era dos: “El amor no tiene edad” y “La separación no es mala”. Cuando se le dijo que el amor sí tenía edad, porque envejecía, y que la gente se separaba pero no tanto como su futuro esposo, negó toda posibilidad de cuestionamiento: “No me parece tan grave…Algún defecto tenía que tener”. Al año y medio no pudo más y se separó: “No hay quinto malo”. En otro ejemplo, un señor que era agredido por su mujer manifestaba que el maltrato era “leve” porque solamente se limitaba a insultos, empujones y escupitajos. Una de mis pacientes porque salía a fumar al patio para que los niños no lo vieran.
Decir que nada es importante significa eliminar de cuajo las aspiraciones, los deseos y los principios personales. La flexibilidad es buena, siempre y cuando no se quiebre la propia individualidad. El aguante por el aguante siempre huele a rancio y termina por subir los umbrales de la tolerancia a límites indecentes. La docilidad es la estrategia ideal para los que no quieren o no pueden independizarse. Nos guste o no, hay cosas que sí son graves, insoportables y radicalmente no negociables. El color de rosa indiscriminado y sensiblero es un invento de los que no quieren ver.
Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso